“[…] Todo empezó por releer, por marcar los poemas preferidos, por la sorpresa de encontrar marcas de un gusto que no siempre se reconocía, por la decisión juvenil imposible y desmesurada, de leer toda la poesía de México.
”Leer y releer, por años, sin prisa, vuelve otro al lector y otra su lectura, al paso de esa extraña experiencia de la vida que es la lectura misma. Hay versos tan familiares, que ni nos damos cuenta de qué dicen, si algo dicen. Hay otros, tan ajenos a nuestras familiaridades, que ni nos parecen poesía. No es fácil desprenderse de la incestuosidad poética, leer o releer con otras expectativas, esperar lo inesperado, quedarse a la intemperie de no saber realmente si uno supo leer […]”
Tal dice Gabriel Said en la Presentación de Ómnibus de poesía mexicana. Siglos XIV a XX: indígena, popular, novohispana, romántica, modernista, contemporánea, donde compiló poemas de Nezahualcóyotl a Sabines y José Carlos Becerra, pasando por Sor Juana, coplas populares, Renato Leduc, Rosario Castellanos, María Grever, Agustín Lara…, cientos de versos en 630 páginas de la edición popular de Siglo XXI Editores, 1982 (la primera edición es de 1971). De este ejemplar que perteneció al ingeniero Ezio Zama, transcribo unas líneas de “Si acaso no me conoces”.
Si acaso no me conoces,
yo me daré a conocer:
Fulano de Tal me llamo,
marido de mi mujer.
Vivo enfrente de un lugar,
en una casa parada
que encontrándola cerrada
no tienes por donde entrar.
Y si me vas a buscar
y no me hallas y echas voces,
aunque las eches atroces
ciertas noticias te doy:
hijo de mi madre soy,
si acaso no me conoces.
Pregunta por “El Cuadrado”,
el tocador de vihuela,
yo soy nieto de mi abuela,
un hombre grueso y delgado,
moreno, muy colorado,
de estatura, a mi entender,
alto y bajo vengo a ser,
como bien te habrás fijado;
si no me hubieras hallado,
yo me daré a conocer.
Si el pueblo ya se acabó
sin que me hallas encontrado,
vuelve a andar lo que has andado
que adelante vivo yo,
no me solicites, no,
de mí no hagas reclamo
y di que de veras te amo
y te quiero como amigo
mi nombre que tengo, digo:
Fulano de Tal me llamo.
Las maderas son de pino
no tienes ni qué dudar,
mi casa viene a quedar,
enfrente de mi vecino,
ven por el mismo camino
cuando me vengas a ver,
y si no lo quieres creer,
haré dos mil regocijos,
yo soy padre de mis hijos,
marido de mi mujer.