El presidente tiene una relación convenenciera con México. Dice amar al pueblo que le dio los votos necesarios para llegar al poder, pero desprecia profundamente a la nación.

Basta con revisar lo que está sucediendo en las embajadas y en los consulados para entenderlo. La política exterior representa la defensa de la soberanía y la defensa de los intereses de México en el extranjero. Pero también tiene otra tarea: velar por su prestigio en el exterior.

La obligación de proteger la imagen de México en el mundo no es una ocurrencia. Es un deber plasmado en la Ley del Servicio Exterior. El primer obligado a respetar esa máxima es el presidente de la república, sin embargo hoy es el primero en violarla.

Ha venido utilizando embajadas y consultados como basurero de la 4T. Ahí manda lo mismo a presuntos acosadores sexuales, que periodistas desprestigiados, transgresores sociales, exgobernadores vinculados al crimen organizado o a políticos corruptos del pasado.

Para este gobierno el servicio diplomático tiene como función hacer las veces de desagüe. Las aguas negras han sustituido los días luminosos de la política exterior. Ahora en lugar de proponer tratados similares al de Tlatelolco o acuerdos de pacificación parecidos al de Contadora, la política exterior se usa para conservar la lealtad de serviles al régimen o dividir a la oposición.

Es el caso de la oferta que hizo López Obrador a tres ex gobernadores del PRI para que ocupen dos embajadas y un consulado. Tres ex mandatarios locales cuyo partido perdió las elecciones ante Morena el pasado 6 de junio y que ahora son compensados con un cargo diplomático.

¿Acaso se les premia por haber aceptado la intromisión del crimen organizado en el proceso electoral a favor de Morena? Es el caso de Sinaloa y Sonora, dos entidades donde la delincuencia operó secuestrando y asesinando candidatos, dirigentes y encargados de casillas.

Al aceptar la embajada de México en España, el ex gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, se convierte en cómplice de los crímenes y el atraco a la democracia que encabezaron los carteles en colusión con Morena en ese estado.

Quirino Ordaz no podría quedar a salvo de lo que ahí se operó: De la “extracción” del secretario de organización del PRI en Sinaloa, José Alberto Salas Beltrán. Tampoco del escenario de terror impuesto por los criminales en distritos y municipios enteros donde se privó de la libertad, golpeo, amordazó y agredió de distintas formas a los encargados de las casillas para obligar al electorado a votar por los candidatos de Morena.

La denuncia que presentaron PAN, PRI y PRD ante la OEA narra así lo que sucedió en Sinaloa: “Una de las víctimas relató que los sicarios se lanzaron sobre “jefes de sección, jefes de colonia, líderes de zona, representantes generales. Mucha gente recibió llamadas y mensajes en los que se les decía: ‘Déjate de pendejadas. Mañana —el día de la elección— no te quiero ver en la calle’”.

La historia en Sonora es similar, ahí la delincuencia también actuó para beneficiar al que hoy es gobernador de Morena, Alfonso Durazo. La crítica también es entonces para la ex gobernadora Claudia Pavlovich. Aceptar ser cónsul de México en Barcelona la convierte en corresponsable del asalto a las libertades políticas que con total impunidad llevaron a cabo los cárteles en su estado.

Por cierto, una pregunta a Quirino Ordaz y a Claudia Pavlovich: ¿Cómo van a defender los intereses de México en el extranjero cuando ni siquiera fueron capaces de defender la  soberanía territorial en los estados que gobernaban, cuando dejaron el destino de sus estados en manos del crimen?

Dicho esto, el rostro, la imagen de México en España van a ser dos políticos que conveniencia o cobardía no fueron capaces de defender la democracia y los derechos políticos en un momento en que está en riesgo la integridad del Estado mexicano.

Su colaboracionismo para que la delincuencia organizada se apoderara de la jornada electoral e impidiera el voto libre contraviene los tratados internacionales firmados por México para proteger derechos humanos y libertades.

Pero ahí no termina la recolección de basura de la 4T. El presidente decidió enviar a Panamá a un personaje acusado por organizaciones ciudadanas como MeTooAcadémicosMx de ser acosador y abusador sexual. Se trata obviamente de Pedro Salmerón, un historiador amigo de la familia presidencial que acostumbra festejar el asesinato de empresarios.

El presidente fue a decir a la ONU que “la mejor política exterior es la interior” y en eso no miente. La diplomacia de este gobierno es un mero reflejo de la mediocridad, arbitrariedad y cinismo des acomplejado del régimen.

Premiar abusadores sexuales y ex gobernadores tolerantes con el crimen con embajadas y consulados es un mero reciclaje de la impunidad de la que hoy gozan quienes deciden ponerse a las órdenes del presidente.

 

@PagesBeatriz

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