Es cierto, López Obrador no es igual a otros. Ningún ex presidente se atrevió a utilizar la soberanía petrolera para apropiarse de Pemex y convertirlo en un  negocio familiar que le permita prolongar su mandato.

Las lujosas casas que ocupa, presume y ha usufructuado José Ramón López Beltrán, hijo del presidente, en Texas representan un engaño y una clara traición al pueblo de México.

La alberca,  cocina,  baños, mosaicos, nada se parecen a las vecindades, chozas y casuchas a donde su padre, el presidente va a pregonar que gobierna para los más pobres.

La propiedad de 2 mil 500 metros cuadrados, la sala de cine y el jardín para asados texanos nos dice a los mexicanos que López Obrador utilizó a los pobres para llegar a la presidencia y una vez instalado en ella, puso a sus hijos a utilizar el petróleo para hacer negocios.

La familia presidencial cree, en su “borrachera de poder”, que el país y sus recurso son de su propiedad.

Al tratar de contener el golpe asestado por el reportaje de Carlos Loret de Mola y Mexicanos Unidos Contra la Corrupción, dijo que sus “hijos no tienen influencia en el gobierno”, “ni un contrato, ni una recomendación, porque no somos iguales”.

La realidad contradice sus mentiras. Su nuera, la esposa de José Ramón, aparece en esta trama de enriquecimiento inexplicable como el gozne que gravita a favor de los negocios del presidente y de su hijo mayor.

De acuerdo al reportaje, Carolyn Adams –esposa de José Ramón López Beltrán–,  ha trabajado para Baker Hughes vinculada a una de las mansiones que ha ocupado el matrimonio López-Adams y “con la que el gobierno tiene contratos vigentes con Pemex por más de 151 millones de dólares en compresoras y turbinas para la refinería Dos Bocas”.

Pero la otra empresa para la que también trabajó Carolyn es la petrolera holandesa Shell propietaria del la refinería Deer Park que acaba de adquirir el gobierno de México por la módica cantidad de mil 600 millones de dólares.

La nuera del presidente –a la que llama “una mujer que al parecer tiene dinero”– es el pivote que hace posible cumplir con el objetivo de López Obrador: expandir el negocio del petróleo para convertirlo en el principal proveedor de sus programas sociales y electorales.

Ahora se entiende  la obsesión del tabasqueño por el petróleo y la gasolina. La supuesta guerra en contra del huachicol, la Ley de Hidrocarburos, la contrarreforma energética, la construcción de la refinería Dos Bocas, la compra de Deer Park y la elección a modo del nuevo dirigente del sindicato de Pemex, Ricardo Aldana, forman parte de la estrategia para controlar el sistema energético del país en beneficio propio, de su familia y del régimen.

Lo más dramático de todo esto es que la familia López Obrador busca obtener beneficios políticos y económicos sin importarle quebrar a la nación.

Para decirlo con más claridad: El presidente, su hijo y nuera levantan su imperio petrolero sin importar quebrar las finanzas públicas y poner en riesgo el futuro energético del país.

Los mexicanos tenemos el derecho a saber cómo y por qué compró el gobierno la refinería Deer Park. Por qué la adquirió cuando expertos calificaron la operación como una transacción que “huele a quiebra”.

México decidió comprar una refinería cuando el mundo camina hacia las energías limpias, cuando la electromovilidad es irreversible y los mercados de gasolina se cierran cada vez más.

Pero hay algo peor: El Banco de Inversión Barclays determinó que el valor de los activos de la refinería Deer Park es de cero. Es decir, Pemex compró acero, fierros y cemento de un negocio en quiebra.

El caso, recuerda el caso Agronitrogenados y las acusaciones contra Emilio Lozoya por haber adquirido a sobre precio –como director de Pemex– una planta chatarra productora de fertilizantes para ocultar lavado de dinero y sobornos.

Repugna una familia y gobierno que se han disfrazado de benefactores de los pobres para asaltar las arcas de la nación. El presidente aparenta  ser un Robin Hood, un “príncipe de los ladrones” –título de película–, que quita a los ricos para repartir a los pobres. Sólo que en este caso le quita a la nación para metérselo a la bolsa.

En el agua climatizada de la alberca texana flotan los residuos de la Constitución moral y la austeridad republicana.

 

@PagesBeatriz

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