Hablemos entre nosotros. Apaguemos el ruido sórdido de las “mañaneras” y tratemos de responder algunas preguntas. Por ejemplo: ¿Si debemos participar o no en la consulta de revocación de mandato?

Participas en una contienda cuando las reglas son claras, cuando el árbitro es neutral, cuando el beneficio es para todos y no solo para quienes la promueven, cuando tienes la certeza de que se respetarán los resultados, cuando sabes, en resumen, qué vas a ratificar o qué vas a revocar.

En este caso todo ha sido confuso. Peor aún, todo el proceso de revocación de mandato de la A a la Z ha sido ilegal.

La primera pregunta, lector, que debes hacerte es: ¿si estás dispuesto a participar en una contienda engañosa?

Pongamos atención:

Primero, la Constitución dice que son los ciudadanos, no el presidente, quien debe promover la consulta de revocación. En este caso, López, usurpó, para variar, el lugar de la sociedad. Sin que nadie se lo pidiera armó un teatro para que el 10 de julio le aplaudan las masas.

Segundo, el gobierno puso a los “siervos de la nación”— a los que reparten dinero y apoyos sociales— a conseguir las firmas cuando la ley prohíbe la participación de funcionarios y partidos políticos. Esto, de entrada, constituye un fraude.

Tercero, cuatro ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación — incluyendo a Arturo Zaldívar—, decidieron ponerse de rodillas ante López Obrador.  Le dieron un golpe a la Constitución al aprobar una pregunta claramente inconstitucional que busca influir en la conciencia del votante para que ratifique al señor de Palacio.

La Carta Magna ordena que nos pregunten si López Obrador debe irse, punto. No dejar abierta la puerta a manipulaciones, doble sentido o confusiones.

La pregunta es tan compleja y poco clara que el mismo presidente de la república anda preocupado porque sus acarreados puedan llegar a confundirse.
No vaya a ser que lo revoquen en lugar de ratificarlo en el cargo.

Pero vayamos a lo esencial: ¿Qué vamos a ratificar, ergo, legitimar?  ¿La residencia de su hijo en Houston Texas y el tráfico de influencias de su nuera en Pemex?

¿O tal vez haber formado un gabinete donde abundan los asaltantes? La lista es cada vez más larga: la ex secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval; el ex consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra; Santiago Nieto, ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera; Manuel Bartlett, director de la CFE y un largo etcétera.

¿Se trata de ratificar a un fascista que utiliza el odio para dividir y polarizar al país? ¿A quien está en contra del progreso y a favor de la mediocridad?.

¿Al responsable de que haya 4 millones más de pobres, parálisis económica y salida de capitales? ¿A quién utiliza el Conacyt para acabar con la libertad académica y de investigación?

¿Se trata de ir el 10 de abril a votar a favor de que se quede un presidente ignorante, conformista, mediocre, mentiroso y sin escrúpulos?

¿Vamos a ir a avalar a quien cree ser un ser sobrenatural que está por encima de la Constitución y los derechos de los demás?

¿A quién promueve con sus críticas el asesinato de periodistas, el fin de las libertades y la censura?

¿Vamos a utilizar un día de descanso para apoyar a un régimen moralmente decadente, que deja morir a los niños con cáncer y es responsable por negligencia del fallecimiento de más de un millón de mexicanos por Covid-19?

¿Estamos dispuestos a ir a una urna para dar gusto a quien se ha dedicado a desmantelar el Estado de derecho, violar la división de poderes y concentrar el poder en sus manos?

Y nosotras las mujeres: ¿Vamos a poner nuestro voto al servicio de un presidente que menosprecia los derechos de género y protege abusadores sexuales?

Pero hagamos una última pregunta: ¿Vale la pena participar en una consulta arreglada cuyo propósito es “tomarte el pelo”?

Hacen falta 37 millones de votos para que el resultado de la consulta tenga efectos. Nadie, ni quienes están a favor de la revocación, ni quienes apoyan la ratificación podrán reunir los votos necesarios.

Sirva un solo dato para demostrarlo: En la elección del pasado 6 de junio Morena sólo obtuvo 16.1 millones de votos. La urna oficial está desfondada, ya no tiene los 30 millones de apoyos que obtuvo en el 2018.

Pero la oposición tampoco los tiene. Quienes llaman a participar para revocar al presidente olvidan que no tienen capacidad de competencia. Se compite para ganar y en este momento no hay un liderazgo capaz de arrastrar la carreta.

Lo que sí tiene el gobierno es un enorme micrófono, una “mañanera”, para convertir el resultado en un circo de adhesión al presidente. 

¿Qué hacer? Me remito nuevamente a la novela del escritor portugués José Saramago, “Ensayo sobre la Lucidez” donde los ciudadanos decidieron castigar a la dictadura dejando vacías las urnas.

@PagesBeatriz

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