La carta de López Obrador a los diputados del Parlamento Europeo provoca náusea. Es un texto vulgar e indignante que denigra la política exterior y avergüenza a los mexicanos.
El comunicado repugna. Fue escrito con las vísceras y refleja la personalidad de quienes lo redactaron. Dos o tres hombrecillos sobrados de resentimiento, ignorantes del derecho internacional y sólo preocupados por ocultar lo que está sucediendo en México.
¿Qué le enojó a López Obrador? Que el Parlamento Europeo le quitara la máscara. Que lo exhibiera ante el mundo como un populista autoritario que no respeta los derechos humanos de los periodistas y los activistas sociales. Que lo mostrara tal cual es, como un intolerante a la critica y una seria amenaza para la democracia y las libertades.
La resolución del parlamento debe ser leída también como una advertencia que Europa le hace al mundo: México se dirige rápidamente hacia una dictadura.
AMLO llama “borregos” a los eurodiputados, cuando él no respeta la división de poderes. Cuando los legisladores de Morena actúan como siervos obedientes de un autócrata que les ordena bajo amenaza “no quitarle una sola coma” a sus iniciativas. Cuando los diputados y senadores no se atreven a defender la dignidad y autonomía de su cargo.
Ahí está el lisonjero coordinador de los diputados de Morena Ignacio Mier, aprobando un decreto inconstitucional para que el presidente y los funcionarios puedan promover la revocación de mandato. Ahí está la diputada morenista, Bertha Caraveo, defendiendo lo indefendible: la casa “gris” del primogénito del presidente José Ramón López Beltrán.
En la respuesta al Parlamento Europeo afloran los complejos de un mandatario que, pese a su omnipotencia, tiene mentalidad de esclavo. “Sepan diputados europeos que México ha dejado de ser tierra de conquista”. El que parece no darse cuenta de que México lleva más de doscientos años como nación independiente es López y sus escribanos cuyas taras culturales los obliga a vivir obsesionados con ataduras que sólo existen en sus almas atormentadas.
Se trata de un libelo escrito por fanáticos intolerantes que tratan de ocultar una verdad evidente: el acoso e intimidación de la prensa independiente. La construcción de una plataforma de comunicación hecha ex profeso por el gobierno para denigrar al periodista y crear un ambiente hostil que facilita el asesinato de reporteros.
No entienden que no entienden. Lo que le dice Europa al gobierno es: dejar de utilizar las “mañaneras” para insultar y estigmatizar a los periodistas porque le estás facilitando el trabajo al crimen organizado y a todos los enemigos de la libertad de expresión. Porque, señores de la 4T, muerta la libertad de conciencia se acabaron todas las demás libertades.
Pero el comunicado dice muchas otras cosas. Por ejemplo, que ya no hay diplomacia en México. Que la política exterior del país se parece cada vez más a la venezolana: confrontativa, regresiva y represiva.
López ya se peleó con medio planeta. Lo mismo con España que con Panamá, Estados Unidos, Austria, Ucrania y por si faltara con el continente europeo.
Es el tipo de política internacional que acostumbran encabezar los dictadores. Buscan aislar al país para ocultar excesos y arbitrariedades. Tratan de ignorar que la democracia y el respeto a los derechos humanos son la columna vertebral de las relaciones internacionales.
López Obrador está utilizando peligrosamente la política exterior para desviar la atención de los escándalos de corrupción que persiguen a su régimen. En mayo hará una gira por Centroamérica para tratar de erigirse en un segundo libertador de América. Prometerá apoyo y asesoría a otros países cuando tiene convertido a México en un desastre.
La respuesta al Parlamento Europeo es bazofia. Un texto mal redactado, repugnante en su contenido, que empaña los días más luminosos de la política exterior mexicana.
México conquistó el respeto mundial con la doctrina Estrada, el Tratado de Tlatelolco para la Proscripción de Armas Nucleares, la Zona Económica Exclusiva, la Carta de Derechos y Deberes Económicos, Contadora y hoy el orbe nos pregunta a los mexicanos: ¿Por qué han permitido que un grupo de asaltantes se apoderen de su país?