Cada día más juristas coinciden en lo mismo: Arturo Zaldívar, el ministro presidente de la Corte, contó mal los votos.  Fueron ocho y no siete ministros los que sufragaron en contra de la Ley de la Industria Eléctrica por inconstitucional.

Zaldívar, sin embargo, siempre sometido  al presidente López Obrador, operó para que el máximo tribunal avalara una reforma que daña seriamente el interés económico y los derechos humanos de los mexicanos.

El presidente de la Corte, se ha convertido –junto a otros seis ministros– en un  serio peligro para la democracia. Han optado por ser cómplices de un gobierno autoritario decidido a desmantelar y falsear la Constitución.

Las dictaduras siempre necesitan para sobrevivir tener de su lado al Poder Judicial y evidentemente este es el caso. Siete ministros están dedicados a ser los cocineros de la derogación constitucional, del debilitamiento y desmontaje del Estado de derecho.

México no necesita enemigos porque ya los tiene adentro de la Corte. Una institución obligada a defender  el orden establecido en la Constitución opera como un grupo de bandoleros  dedicados a asaltar la norma para dar gusto al jefe de la banda.

Los ministros están plenamente conscientes de lo que hacen. Están avalando la desconstitucionalización del país, el desprestigio de la ley y la pérdida de confianza  en el Poder Judicial.  Están permitiendo que el presidente los coopte para convertirlo en un mandatario con poderes extraordinarios y sin límites.

Zaldívar y el resto de los ministros saben que hubo malas cuentas. Tan es así que se vio obligado a salir a dar una conferencia de prensa para “lavarse las manos” muy al estilo obradorista: “ No soy niñera de nadie y no soy responsable de cómo votan mis compañeras y compañeros”.

No, no es responsable de la conciencia de otros, pero sí de cuidar el prestigio y credibilidad de la Corte y eso es precisamente lo que no ha hecho Arturo Zaldívar desde que asumió la presidencia de la institución.

Juristas reconocidos insisten en que el conteo de la votación para avalar la Ley de la Industria Eléctrica fue irregular. Califican como extraño que la votación se haya recogido por temas y no por artículos. Consideran que Zaldívar evitó a toda costa hacer la pregunta final sobre si la ley era constitucional o inconstitucional.

El presidente de la Corte –tratando de imitar a su jefe de Palacio Nacional– acusó a los académicos y a la “comentocrácia” de querer apropiarse del sentido único de la Constitución.

Al ministro le molesta la crítica de los medios, pero no le ofende de que haya en el Poder Ejecutivo un déspota que interpreta y acomoda la Constitución de acuerdo a sus intereses y capricho. No le incomoda el hecho de que el presidente pretenda acumular cada vez más poder para imponer una dictadura Constitucional.

No le indigna que desde la presidencia de la república se instrumente una peligrosa campaña de persecución en contra de los diputados y diputadas que votaron en contra de la reforma eléctrica, violando la libertad parlamentaria y de expresión.

Tampoco le preocupa o molesta que gracias a ministros o jueces como él haya una erosión de la conciencia constitucional, es decir, de  pérdida de confianza en las leyes, en el sistema de justicia  y que desde el poder se anime a la masa a pedir la derogación de la Carta Magna porque le estorba al mesías.

Tampoco le quita el sueño, por lo visto el falseamiento de la Constitución, es decir  que se modifique la  norma máxima mediante la aprobación de leyes como la Industria Eléctrica o que se intente  prolongar su mandato al frente de la Corte ante lo cual , por cierto, guardó un silencio cómplice.

Arturo Zaldívar y los ministros obsecuentes con un presidente tirano representan un serio riesgo para la democracia electoral del país. Su servilismo los puede llevar a permitir la modificación de leyes que permitan alterar los tiempos de la  sucesión presidencial o la trasmisión de poderes.

La Corte está sometida hoy a un autócrata y tanto la oposición como la ciudadanía tienen que estar cada vez más vigilantes. Así que no se moleste por la crítica, señor ministro presidente, porque la sociedad tiene que estar cada vez más vigilante.

Si ustedes ya  renunciaron a su obligación de hacer respetar la Constitución, México entero se prepara para defenderla.

@PagesBeatriz

 

También te puede interesar leer

El fracaso