Recientemente, con la creación de nuevas empresas paraestatales, parece que se buscan recuperar algunas prácticas del pasado. Las lecciones aprendidas a la mala en las últimas décadas, como la estatización de la banca en 1982, encaminaron a un adelgazamiento del gobierno que se prolongó muchos años, pero que empieza a revertirse con consecuencias inciertas para México.

La historia de este tipo de entidades en México durante el siglo XX tiene su origen desde los años 1920-1940, cuando llegaron a existir 36 y alcanzó su máximo en 1982, con 1,155. A partir de ese momento, México comenzó un proceso de desnacionalización. Mientras que en 1986 ya solo se contaban 737 entidades paraestatales, en 1996 había 185.

Si durante décadas se confió tanto en la mano del gobierno para dirigir un sinfín de actividades productivas, ¿qué salió mal?, rezago tecnológico, enormes déficits gubernamentales y duplicidad de funciones entre fondos y fideicomisos son solo algunas razones que estimularon las tendencias de privatización más recientes.

De acuerdo con la Ley Federal de Entidades Paraestatales, durante el mes de agosto de cada año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) debe publicar la Relación de Entidades Paraestatales de la Administración Pública Federal, que asimismo incluye información sobre creación de nuevas paraestatales, cambios de sector, fusiones, desincorporaciones o extinciones.

El pasado 12 de agosto, la SHCP informó que existen 207 entidades paraestatales en México en 2022, de las cuales 45 son consideradas empresas de participación estatal mayoritaria como el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México o empresas productivas del estado como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Este dato representa 7 empresas paraestatales más que en 2019.

A partir del año 2021, han nacido las siguientes nuevas empresas paraestatales: Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), Aeropuerto Internacional de Chetumal, Aeropuerto Internacional de Palenque, Aeropuerto Internacional de Tulum, Gas Bienestar, Grupo Aeroportuario, Ferroviario y de Servicios Auxiliares Olmeca-Maya-Mexica y otra empresa paraestatal denominada Tren Maya. A propósito, todas ellas coordinadas sectorialmente por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).

Por si no fuera poco, la creación de una nueva paraestatal, dedicada a la extracción y explotación de litio, LitioMX, institucionalizará la nacionalización de un mineral del cual México es el cuarto país con más reservas en América Latina y que constituyen el 2% de todo el planeta ¿México camina hacia una renacionalización de las empresas productivas de su economía?, ¿Somos un caso aislado o solo remamos en favor de la corriente global?

El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha derivado, entre otras cosas, en la escasez de gas natural en Europa. Con el objetivo de evitar un colapso energético, algunos países han tomado la decisión de estatizar empresas de energía nuclear, electricidad o gas natural. Alemania y Reino Unido lo están analizando, y Francia ya hizo lo propio con Electricidad de Francia (EDF), una de las empresas de este sector más grandes del mundo.

Sin embargo, no existe nada que sugiera que el mundo se encuentra en una trayectoria de vuelta a la nacionalización de empresas e industrias. Al contrario, lo anterior son medidas que se han tomado en coyunturas económicas y políticas específicas y temporales con el fin de aliviar a las economías.

En el contexto actual de la debilidad económica de nuestro país, ni la historia ni las tendencias mundiales esclarecen si más estatización mejorará las condiciones de productividad y de competitividad, o si en cambio entorpecerá una urgente recuperación. En esta nueva orientación hacia la que parece virar México, las Fuerzas Armadas han tomado un papel central, adquiriendo nuevas facultades no solo de seguridad pública, sino en la administración, operación y construcción de importantes obras de infraestructura productiva.

Personal de la Marina y del Ejército supervisan las Administraciones Portuarias Integrales (APIs) y han participado en la construcción de más de 2,700 sucursales del Banco del Bienestar, el AIFA, el Tren Maya, y hasta un segundo piso y una aduana en Tijuana. Se han vuelto la siguiente gran constructora y administradora en México, cuyo siguiente paso muy probablemente sea la culminación del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.

De cara al futuro, la creación de nuevas instancias paraestatales y la incidencia militar en las actividades productivas de la economía deberán de llevarse a cabo con mesura y siempre con miras en el aumento de la eficiencia empresarial y el bienestar social. México es un país que no necesita mayor concentración de poder y que ruega por más libertad, seguridad y desarrollo económico.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®