Altos niveles de inflación indefectiblemente impactan de manera negativa a todos los sectores productivos y a los habitantes de un país; el “impuesto inflacionario” es regresivo e impacta directamente a la población de menores ingresos; ante ello se instrumentan políticas fiscales, monetarias y cambiaras, junto con otras medidas y programas, algunos poco ortodoxos, que intentan contener el aumento y luego reducir los niveles de inflación.

Durante el actual episodio de inflación alta que vivimos en el mundo y en nuestro país, producto de acontecimientos globales como la pandemia y la guerra de Rusia con Ucrania; y otros factores internos como la política energética, la falta de inversión y la inseguridad; la actual administración ha intentado contener el alza de los precios a partir de la puesta en marcha de diversos programas de estabilización y contención del nivel general de precios.

No obstante, estos programas en algunos casos han tenido resultados cuestionables y en otros su costo podrá resultar mayor que los beneficios que puedan generar.

Durante el último año algunos programas y acciones se han puesto en marcha a decir: Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC); su “primo – hermano”, Apertura Contra la Inflación y la Carestía (APECIC); y por supuesto el subsidio a las gasolinas a través del IEPS.

El PACIC nació en mayo del año pasado con el objetivo de estabilizar el precio de 24 productos de la canasta básica y aumentar la producción interna de los mismos; a la luz de varios meses de operación su impacto ha sido reducido y efímero en la búsqueda de la contención del aumento del nivel de precios de la canasta alimenticia. A partir de su aplicación, si bien alguna ligera contención en los precios de ciertos productos se pudo observar, lo cierto es que el índice anualizado de precios del ramo de alimentos, bebidas y tabaco pasó de 11.3 por ciento en mayo de 2022 a 14.1 por ciento en enero de 2023 es decir, un aumento de 2.8 puntos porcentuales, lejos de uno de los resultados esperados del PACIC por tener una canasta básica de $1,039, que hoy ronda en los $1,600 en zonas rurales y más de $2,100 en zonas urbanas, según datos de CONEVAL.

Por su parte, entre las acciones de APECIC se incluye el intento por estabilizar los precios de la energía como son las gasolinas, el diésel, el gas LP y la electricidad, de igual manera con resultados diversos.

El proyecto de Gas Bienestar no ha podido tener la mínima cobertura que le permita cumplir con su objetivo de regularizar el abasto y contener el alza del combustible.

Los precios de las gasolinas en efecto han sido contenidos a partir de la aplicación de un importante subsidio del Gobierno Federal y que ha contribuido en una disminución anualizada de subíndice de energéticos del INPC de un 6 por ciento en mayo del 2022 a 3 por ciento en enero del 2023.

En contrapartida, el subsidio a las gasolinas le ha costado al erario más de 397 mil millones de pesos en 2022, una cantidad que representa el 1.4 por ciento del PIB; en parte se pudo implementar gracias a la obtención de mayores ingresos por la venta de petróleo crudo, poco más de 30 dólares por arriba de lo presupuestado por barril; no obstante, no deja de ser muy significativa en el contexto nacional, pero sobre todo insostenible en el tiempo.

La política monetaria también participa en estas acciones a través de los incrementos observados de la tasa de interés en un intento de reducir los niveles de consumo y con ello, reducir el incremento de los precios; la última decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México ya coloca la tasa de referencia en el 11 por ciento anual aún cuando es de destacar que las causas de la inflación no precisamente se deben a un alto consumo pero sí a choques de oferta, por lo que el efecto de dichos aumentos en la tasa de interés son de poco impacto en la inflación pero sí en perjuicio de la actividad económica del país.

El riesgo en intentar mantener programas de contención de precios es que, más temprano que tarde, terminarán por agotarse y dejar una huella de severas afectaciones al erario y a las actividades productivas del país.

De seguir con programas parciales de contención solo se logrará la pauperización de los segmentos más desprotegidos de la población, no habrá gasto social que alcance y las distorsiones en la economía se sentirán de manera intensa en los próximos años.

México debe construir de manera creativa programas que promuevan el incremento de la producción, al aumento del número y la calidad de empleos, las acciones de productividad y eficiencia y la alineación de las cadenas de suministro; con ello se podrán atacar de manera frontal las causas de la inflación.

El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®