“Intolerantes, las voces que se oponen a mi presencia”

Joaquín Pérez Sánchez

Argentina sirvió de escenario para una nueva expresión de las disputas ideológicas entre una de las expresiones de la derecha neoliberal y algunas voces de la “izquierda”, reflejo claro del nuevo escenario mundial, pero ahora en una región donde la derecha ha sido derrotada, pero que busca el regreso al poder.

La segunda quincena de abril se llevó a cabo la Feria del Libro de Buenos Aires, a la cual acudió el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien encabeza, en el papel, las voces de la ideología liberal, en la cual confluyen personajes como el ex presidente español José María Aznar, el actor de cine devenido en político, Arnold Schwarzenegger o el escritor Fernando Savater.

Vargas Llosa, supo utilizar las voces críticas de una parte de la izquierda argentina que hizo pública su oposición a su presencia, por sus “posiciones políticas”. El escritor calificó de intolerantes y dictatoriales las voces que  se oponían a su presencia en Argentina.

Sin embargo, la mandataria de ese país, Cristina Fernández, también actuó acertadamente al descalificar esas posiciones y aceptar la crítica de las voces de la derecha, demostrando que la disputa ideológica se libra en todos los frentes y que no hace falta la censura para enfrentar las posiciones más radicales de la derecha.

El escritor peruano, nacionalizado español calificó de “orientación peligrosa” la dirección del gobierno anfitrión, pero también tuvo que criticar las declaraciones del ex mandatario Aznar, respecto del presidente libio Muammar Gadafi, al que consideró un “amigo de Occidente”.

No puede ser “amigo de Occidente un señor que ha volado aviones con pasajeros. Ese es un terrorista. No me explico cómo se puede defender la herencia de un criminal, de un asesino enloquecido como es Gadafi”, señaló.

En los hechos, las declaraciones de Vargas Llosa demostraron la fragilidad de las posiciones neoliberales en el actual contexto, ya que el famoso “dejar hacer dejar pasar” de la economía, lo que ha generado es un profunda hipocresía política donde se tolera cualquier tipo de sátrapa, mientras sea útil a los intereses de quienes dominan el mercado.

Pero en América Latina, las cosas han cambiado, quizá poco, pero lo suficiente para encender los focos de la ultraderecha que busca detener los procesos de cambio. Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay  y Argentina, entre otros países, encabezan los nuevos escenarios más independientes de los factores de poder tradicionales.

Por eso ahora las voces de la ultraderecha global se reorganizan para generar escenarios favorables a su ideología. En este contexto entidades como la Sociedad Mount Pelerin, el Instituto Cato, la Fundación Heritage y el Fondo Nacional para la Democracia (NED, por su sigla en inglés), conocidas por sus vínculos a la ultraderecha estadunidense, están llevando a cabo una estrategia de promoción de las posiciones neoliberales.

El problema es que Estados Unidos y Europa, sus principales promotores, no pasan por el mejor momento, de hecho la economía cruje y sus sociedades empiezan protestar por las condiciones que los gobiernos neoliberales han generado.

Posiciones como las de Vargas Llosa, respecto a América Latina, ya no tienen mayor  impacto, pues la propia realidad se ha encargado de desmentirlas.