Los partidos políticos ya le dijeron adiós a Rodríguez Zapatero
Regino Díaz Redondo
Madrid.– Los partidos políticos de la neodemocracia dirigida dijeron adiós a un gobierno que nació socialista, vertebró ideas y programas, sembró esperanza e ilusiones y termina herido de muerte, sujeto a las órdenes del más brutal neoliberalismo, dueño y señor del continente.
El Partido Socialista Obrero Español tardará en rehabilitarse. El líder del Partido Popular, Mariano Rajoy —que sólo sabe gritar “elecciones”—, tiene abiertas las puertas de La Moncloa sin que nunca hubiese podido presentar alternativas para resolver la crisis que nos envuelve.
Apoltronado, sin mucha imaginación, a gusto en el púlpito del Congreso, Rajoy festeja ya su triunfo de marzo del 2012, o antes. No obstante, siente un cosquilleo de incertidumbre y no quiere sorpresas de última hora. Los nueve meses que faltan para ir a las urnas lo tienen inquieto. Y, por si acaso, convierte el recinto de los diputados en el ágora de su obsesión: votar cuanto antes, anteayer, ayer, hoy, mañana, pronto, muy pronto, no vaya a ser que lo imponderable se lo coma enterito.
No hay de otra
Pero no tiene por qué preocuparse. Don Mariano, será usted el presidente del Gobierno de España. No hay otra. Y séalo de inmediato para que más pronto la gente se dé cuenta de cómo se las gastan los próceres nostálgicos del pasado. No precisamente usted, señoría, no usted, que parece buena persona, aunque intente desmentirlo con sus intervenciones públicas. Me refiero a la gente que lo rodea, que influye: José María Aznar, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón, Francisco Camps, Dolores de Cospedal, Cristóbal Montoro y otros menores campeones del insulto, del cinismo y de la mentira como Esteban González Pons. Y a estos, añádale un puñado de imputados por la operación Gürtel y miembros de las jerarquías dogmáticas, de faldones negros y mentes obtusas.
Acaba de terminar hace una semana el debate sobre el estado de la nación, en el que Rodríguez Zapatero, pese a sus coqueteos con los nacionalistas y el rechazo radical a Izquierda Unida, volvió a dar un repaso al gallego. Este no estuvo mal.
Pero no aportó alternativas ni anunció algún programa concreto para salir del hoyo en que estamos. Sí, es un hombre de piel dura, inteligente, pero se trepa a la tribuna camaral ansioso, mastodóntico, con la cabeza llena de duendes peyorativos que lanza indiscriminadamente a su adversario, sin prudencia. Quizá haya dañado la epidermis de Rodríguez Zapatero, pero nada más, no tiene argumentos sólidos ni novedosos para causar heridas profundas.
Si Rajoy fuera el adversario político en el futuro, el país podría soportarlo. Dentro lleva un poco de bondad, de paternalismo; ataca porque es su papel, pero sus anacrónicas ideas no matan, no están cargadas de profundas insidias ni son producto de la descomposición como la de otros cerebros tortuosillos, gnomos del mal, bufones políticos y ambiciosos descalificados.
La señora Aguirre
El problema está en que sus decisiones estarán influidas por la perversidad y la enajenación de Aznar y el veneno de Aguirre. Esta señora estuvo, a principios de la legislatura, a punto de romper con su jefe para ponerse ella. Lo censuró, lo desdijo y se presentó como alternativa para la creación de un partido más a la derecha de la derecha.
Esta dama de finas facciones, casi sin labios, experta en confabulaciones, rápida de palabra y con una gran capacidad de respuesta es una de los alter ego del líder popular.
Doña Esperanza, siempre en guardia, tiene los guantes puestos y pronta a repartir golpes a quienes se pongan por delante, traten de hacerle sombra o difieran de sus puntos de vista.
Luego, la caterva de serviles que componen el ideario conservador, uno de los peores de Europa, que son buenos lo mismo para un roto que para un descosido, llegan arrasándolo todo. Es gente sin principios que hacen las tareas más sucias sin rubor. Contaminan el ambiente al precio que sea a cambio de canonjías y beneficios y se dejan acariciar el lomo por los jefes. Son los infieles servidores del que manda aunque tengan que mancharse las manos con el estiércol en el que se revuelcan.
Pérez Rubalcaba, candidato del PSOE
Falta presentar en sociedad al que será, porque no hay otro, candidato del Obrero Español al Gobierno de España: Alfredo Pérez Rubalcaba, veterano político, experto en las lides de la dialéctica cartesiana y conocedor de los entresijos de su oficio.
Lleva muchos años en la lucha. Trabajó con Felipe González y se llenó de experiencias. Sus colmillos se afilaron. Sabe torear a los que están a su otra orilla ideológica. Está en todas partes y es casi contertulio de los medios de comunicación.
Con una débil y estudiada sonrisa sabe decir que no, contesta con evasivas y empieza a mostrarse duro y seguro de sí mismo. Es un hombre valioso y respetable pero perderá en las urnas.
Rodríguez Zapatero le dio todo el poder, lo nombró a dedazo —algo me recuerda— y es en estos tiempos el ajonjolí de todos los moles. Mientras don José Luis se despide entre abrazos y buenos deseos, libre de la carga que viene arrastrando, Rubalcalba, que aparenta más edad de la que tiene, asume a pasos agigantados el protagonismo.
La señora Chacón
Hubo en el adiós a Rodríguez Zapatero, diputados que después de zarandearlo, le desearon buena suerte. Inclusive la portavoz del gobierno de Coalición Canaria, le dedicó casi una carta de amor platónico.
Rodríguez Zapatero hizo un intento para democratizar la elección del candidato de los socialistas a la presidencia del gobierno, pero abortó. No era el momento de andarse con bromitas. El elegido era uno. Y ya. ¿Quién salió ganando…? Sin duda, Carmen Chacón, ministro de Defensa, adusta señora, con los pies en la tierra y las neuronas bien puestas.
Ella llegó a creer en la posibilidad de las primarias. Por un momento, trabajó con inteligencia, pero al darse cuenta de que todo era sólo una puesta en escena y nada real, dejó constancia de su elegancia con un discurso en el que anunciaba su retiro para dejar paso a don Alfredo. Lo que dijo hizo mella en muchos y servirá como referente a su favor en un futuro. Es una mujer joven, sólida, con ideas claras y decisiones acertadas. Si no, al tiempo.
Porque el candidato de su partido será ave de paso. A lo mejor ella contribuyó con su sacrificio político a lograr, cosa improbable, una recomposición del Obrero Español que buena falta le hace a la España de vanguardia.
A no ser que las voces a favor de la III república aumenten en cantidad, calidad, y con mayor firmeza, no se ve ninguna reivindicación de la izquierda que, como siempre, está dividida, a veces incoherente y tiene muchos gatos en la barriga.
Soñemos: quizá el eco de las voces republicanas al chocar contra las montañas, estas montañas carpetovetónicas y de otras regiones, pueda expandirse y abandere los reclamos para un futuro mejor todavía lejano pero posible y deseado.
Un momento. Ahora recuerdo que este artículo estaba destinado a comentar el último encuentro público entre Rodríguez Zapatero y Rajoy sobre la salud de la nación. Pero me fui por otros derroteros. Era más lógico abordar el tema de la sucesión porque contribuirá a marcar con tinte indeleble el porvenir de Europa, apiñada, contaminada, sumisa a las órdenes magistrales del gran capital y de los intereses creados que Benavente, muchas décadas antes, muchas, mucho tiempo ha, definió también y con tanta precisión.
Y es que la sesión a la que me refiero no merece mayor comentario. Nadie habló de la razón que tienen los que protestan por la asfixia. Ni que recodara, aunque fuese de paso, las protestas que conmueven al continente con oleadas de libertad y de justicia. Tampoco hubo alguien que se refiriese a lo evidente: quiéranlo o no el ciclo financiero actual está en decadencia.
Arabia, Africa, Europa, Estados Unidos y Latinoamérica han demostrado mayor fortaleza. Allí sí hay muestras claras de que el sistema está roto y que sólo basta un empujoncito para que se deshaga y llegue un amanecer limpio de nubes y pletórico de azules prometedores y eficaces.
Lo veremos.