Fondo financiero anticíclico

 

Joaquín Pérez Sánchez

Tras los últimos acontecimientos económicos en Estados Unidos y Europa, quedó claro que la crisis financiera internacional está lejos de resolverse, por el contrario los escenarios son cada vez más pesimistas y América Latina no está inmune, aunque ahora muestra visos de optar por buscar sus propias soluciones.

Tras el sainete político de demócratas y republicanos en Estados Unidos, que culminó con el anuncio del aumento del endeudamiento fiscal, lo cual calmó momentáneamente los mercados mundiales, pero dibuja la inminencia de futuros escenarios inestables. Es más el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, afirmó que el mundo enfrenta una “nueva tormenta” que es distinta a la del 2008, la cual es “más peligrosa”.

Los escenarios económicos que están emergiendo ya han mostrado sus efectos a nivel mundial, cuando millones de personas en sus propios contextos, se han manifestado por cambiar las estructuras políticas y económicas que actualmente dominan.

En este contexto, América Latina, es una región que no está inmune, pese a que en la actualidad  ha sido una de las áreas del mundo con mejor desempeño en términos económicos.  Sin embargo, como lo expresó recientemente la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, “somos conscientes de que no somos inmunes y que no estamos en una isla”.

Por primera vez en muchos años, la mayoría de los países de América Latina parece dispuesta a afrontar el actual escenario adverso de manera distinta, privilegiando una “estrategia conjunta” que  consolide un “blindaje”  regional, así como el diseño de  medidas que aceleren una integración financiera y económica.

El pasado 12 de agosto, en Buenos Aires, Argentina, se reunieron los ministros de economía y los presidentes de los Bancos Centrales de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en la cual se acordó la formación del Consejo Suramericano de Economía y Finanzas que se encargará de pensar las estrategias conjuntas para enfrentar las coyunturas turbulentas de la crisis mundial.

En esa reunión se acordó la formación de un “fondo financiero anti cíclico”  que sirva de asistencia para los miembros que se encuentren en dificultades. Actualmente, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el fondo alcanzaría 500 mil millones de dólares.

Otras de las estrategias que se empezaron a diseñar es el uso de las monedas locales para el intercambio regional, la aceleración y ampliación del Banco del Sur y la posibilidad de generar sus propias instancias de resolución de conflictos, entre otros temas.

De esta manera, aunque hasta el momento las soluciones que se buscan sólo incluyen a los gobiernos, es evidente que la presión social ha impulsado a éstos a buscar soluciones alternativas y poco a poco han logrado cambiar el escenario de sumisión total a los dictados de  las políticas de los organismos financieros internacionales.

La presión social ha logrado cambiar la naturaleza de muchos gobiernos y el hecho de que ahora la UNASUR se plantee una estrategia conjunta para enfrentar la crisis global, es un paso en la dirección correcta.