Entrevista a Josep Anglada/Presidente de Plataforma per Catalunya

Regino Díaz Redondo

Vic, Barcelona.- Firme, un tanto verborreico, pero claro y explícito, Josep Anglada, presidente de Plataforma per Catalunya, asegura —ojos chispeantes, fuerte tono de voz— que “el Islam es una gran amenaza, el cáncer del siglo XXI. El día en que haya una revuelta mundial vendrá por culpa de esa religión. Este no es un fenómeno sino un problema”.

Tiene un pronunciado acento catalán, sin embargo, “no soy racista ni xenófobo. Soy catalán, soy español, soy europeo y no soy independentista”.

Este personaje simpático que a medida que se desarrolla la charla se siente más y más a gusto, es un buen comunicador. Quizás en el tú a tú es agradable. No parece fundamentalista. A lo mejor sí lo es.

Contradictorio y pragmático

No obstante, sus antecedentes políticos inquietan a muchos. Como él dice “hay que poder y saber cambiar. En democracia eso es un derecho”. Y lo afirma al defenderse de haber pertenecido a Fuerza Nueva y al Frente Nacional, fundado por el ultraderechista Blas Piñar. Durante un buen tiempo organizó visitas al Valle de los Caídos para defender su ideología.

Se le acusa también de respaldar a “los cabezas rapadas” y de llevar el águila (escudo de la España franquista “de corazón pero políticamente ahora no me interesa explicarlo”).

A veces es contradictorio y el pragmatismo es su fuerte. Pasa por ser heterodoxo.

¿Los culpables de la actual situación económica?… “Pues la casta política. Está corrompida. Lo compra todo. Hay confusión. Los bancos son los que mandan. El sistema se tambalea y los políticos son parásitos del poder. Tanto el Partido Socialista Obrero Español como el Partido Popular –quizá menos éste— son iguales. Se reparten el pastel. Sus idearios son basura y la gente vota por el morbo de hacerlo pero sin ninguna convicción de que las cosas vayan a cambiar”.

Anglada tiene 52 años y lleva alrededor de dos décadas en la política. Está convencido de que “mientras no se acabe con los corruptos, España no avanzará”.

Lo tiene bien aprendido: “El voto útil es el voto inútil” porque “no resuelve problemas y es aprovechado por los dos grandes partidos para justificarse ante la gente”.

Tiene bien claro que “los políticos han querido ser al mismo tiempo empresarios y banqueros. Es vergonzoso”.

 

Agentes del mal

Directamente acusa a los bancos de ser agentes del mal: “No dan crédito a nadie” y matiza su anterior declaración al explicar: “Creo que me toca ser europeísta. Es muy difícil conseguir una Europa unida y fuerte; hay gente que dice que iríamos mejor con Franco y que la peseta sería una divisa más utilizable que el euro. Yo creo que la moneda comunitaria nos ha perjudicado mucho”.

Aquí la incongruencia que a veces exhibe: “Ya no podemos salir de la Unión Europea, pero es preciso avanzar pero eso es casi imposible. Somos países diferentes, con historias distintas y raíces muy fuertes. Llegar a acuerdos importantes es casi una utopía. No creo que lo logremos”.

Vuelve a menudo a atrás como si fuera un estribillo que debe usar y que no oculta ni olvida sus orígenes sociales: “Muchos me dicen que estamos peor que en 1933. De todas formas, mire, el sistema actual está en quiebra, al final de un ciclo, aunque me puedo equivocar pero eso pienso y lo expreso”.

Su obsesión se mueve alrededor de sus puntos de vista sobre la inmigración. Aunque distingue: “Los sudamericanos, argentinos, chilenos, no me preocupan ni deberían preocupar a nadie. La amenaza es el radicalismo islamista” y lo repite cada vez que puede con insistencia.

Sobre ETA, Anglada afirma que tiene un plan para acabar con la banda terrorista, “pero no se lo voy a decir; al buen entendedor pocas palabras… se precisa una voluntad política. Con la banda no se negocia. Usted puede imaginarse la única forma de acabar con sus miembros rápida y totalmente pero…”

Titubea, no sabe cómo expresarlo “pero sí, lo tengo muy claro. ETA puede desaparecer, pero no es el momento de decir cómo”.

De los otros partidos políticos, menos presentes en el ámbito popular, señala que “en Cataluña, Convergencia i Unio, ERC y al que pertenece hoy —que ya no pertenece— el señor Laporta, son una lacra para Cataluña. ¿Cómo estará de enfermo el país que el ex presidente del Barcelona es diputado en el Parlamento catalán?”.

Política interna

Anglada acaba de presentar ante el Ministerio del Interior la documentación necesaria para presentar Plataforma per Catalunya. Espera que se convierta en un nuevo partido político.

Con Convergencia i Unio se ceba: “Es el partido de la demagogia constante y ya no saben si son o no morales. Tampoco si están a favor o no de los maricones… en fin”.

Le da poco tiempo a Artur Mas, presidente de la Generalitat desde hace pocos meses. “El hijo de Jordi Pujol, Oriol —yo fui pujolista en su tiempo— lo sustituirá. Esa es la idea del viejo Pujol. Lo tienen muy estudiado. Y más parece haber caído en la trampa. Le han hecho una mala jugada. Aunque no discuto el bien que don Jordi pudo hacerle a Cataluña”.

Del Partido Socialista de Cataluña opina que José Montilla es un hombre serio con intención de hacer bien las cosas, pero se unió a Izquierda Republicana per Catalunya y a Los Verdes que destrozaron su programa.

Amigo de que haya “terceras vías” alternativa política, también califica a Mariano Rajoy y a José María Aznar:

“El primero quizá sea mejor que José Luis Rodríguez Zapatero, pero no le entiendo. De José María puedo decir que tiene las ideas muy claras y eso no significa que Mariano no sea una persona inteligente, pero carece de carisma y no tiene un proyecto para manejar a España y sacarla de la crisis”.

Y aquí otra vez un poco de ambigüedad en su criterio. “Bueno, debo reconocer que Aznar fue el primero de abrir las puertas indiscriminadamente a la inmigración, pero España no se rompe y el voto independentista es pequeño y no tiene futuro”.

Su crítica es hacia los negros. “Mire —y apoya sus palabras con gestos contundentes—no es posible mantener a esos señores porque están mal, no trabajan y traen a sus mujeres embarazadas para quedarse. Eso es un truco. Los islamistas, aunque algunos no sean negros, se aprovechan en forma ilegal, tan ilegal como son sus actos”.

No me vendo por un plato de lentejas

Carga igualmente contra los medios de comunicación: “Están al servicio de sus dueños y éstos tienen que defender sus intereses”.

“Eso sí —termina Anglada— no me vendo por un plato de lentejas y nadie me puede agarrar porque no tengo cola que me pisen”.

Como conclusión, resume que “la situación política de España y del continente es muy mala. Y está muy lejos la resolución de los problemas que la afectan. Estamos en la oscuridad. No se ve la luz. Es difícil predecir el futuro con argumentos sólidos”.