Y acorde con el entreguismo de los gobiernos panistas
Por Guillermo García Oropeza
(Primera de dos partes)
Aquel poeta entrañable que fue Antonio Machado escribió un verso profundo: “Españolito que vienes al mundo / te guarde Dios / una de las dos Españas / te ha de helar el corazón…” recordando dramáticamente ese curioso hecho histórico que ha dividido no sólo a España sino al mundo hispanoamericano, incluyendo a nuestro país, en dos grandes partidos: el liberal y progresista, y el conservador clerical. Partidos que se han estado enfrentando desde el siglo XVIII cuando menos ya sea en los movimientos de Independencia, en los intentos por establecer la república en la península, en la pugna entre liberales y conservadores en Iberoamérica que en México llevó a la guerra y a la intervención extranjera y finalmente en los movimientos revolucionarios del siglo veinte y veintiuno así como la sangrienta Guerra Civil española, la misma que llevó a Machado a su trágico fin en el exilio.
En México la lucha entre libertarios y reaccionarios cubre, con algunas treguas, dos siglos y continúa en esta centuria que apenas empieza; y aunque en un momento pensamos que una cierta modernidad liberal se imponía en el país, el triunfo del neoliberalismo salvaje y la voltereta política que significó el arribo del PAN al poder en el año 2000 ha resucitado todos los fantasmas del triunfo de la extrema derecha dirigida por la Iglesia romana, en voz de sus jerarcas e instrumentada por el panismo y especialmente por su núcleo duro, como el Yunque que nada le pide a los más ultramontanos conservadores del tiempo de Maximiliano o a los realistas que derrotaron al inicial movimiento de Independencia y que excomulgaron y asesinaron a Hidalgo y Morelos.
Así que podemos hablar de los dos Méxicos que son, me temo, irreconciliables y que seguirán luchando por sus concepciones de México y el mundo.
La extrema derecha católica mexicana está dirigida ahora por una jerarquía particularmente revanchista y ambiciosa que si nos descuidamos destruirá todas las conquistas de tantos liberales y revolucionarios. Una jerarquía íntimamente ligada a grandes capitales y acorde con el entreguismo de los gobiernos panistas. Enemiga de los progresos en la igualdad de los géneros, natalista a ultranza y homófoba, contraria a cualquier legislación progresista, encantada con un México pobre e ignorante para mejor manipular a sus masas con supersticiones medievales con el culto a los zapatos de Juan Pablo II y la glorificación de una historia reaccionaria.
Como lo demuestran las declaraciones y conducta del todavía cardenal de Guadalajara, esa especie de Cromagnón con sotana, que ha proclamado al movimiento cristero como la gran epopeya de la historia reciente de México, movimiento al que construye una desmesurada basílica revanchista y soberbia en esa pobre capital de la extrema derecha que es la Guadalajara gobernada por el Yunque con su gobernador (y aspirante a la Presidencia) que es inepto y alcohólico pero eso, eso sí, de lo más devoto y rezandero.
