Estuvo en España 72 horas

Por Regino Díaz Redondo

Madrid.- El Papa y sus consecuencias. Cansado y frágil, Benedicto XVI, premier vaticano de extrema ortodoxia, soportó con valentía el sol ardiente y las tormentas eléctricas. Estoico y sorprendido, estuvo 72 horas. Su visita costó 72 millones de euros. A millón la hora. Se fue convencido de que una cosa son los ritos católicos y otra la parafernalia hollywoodense que se montó para recibirlo.

Todos quisieron ser mis papistas que el Papa. La alta jerarquía sacerdotal española volvió a exhibir su poder y su soberbia.

Ratzinger fue el menos ostentoso. Los clérigos no cumplieron con lo prometido. Anunciaron austeridad y las aclamaciones al sumo pontífice alemán fueron difundidas por portavoces sacerdotales convertidos en presentadores de programas rosa.

El Papa intentó ser modesto

El vicario de Cristo fue exaltado al extremo. Ver pasar al Papa, escucharlo o recibir sus bendiciones se envolvieron en un desagradable culto a la personalidad.

Es justo reconocer que Benedicto XVI se dio cuenta y trató de rebajar los esfuerzos por minimizarlo. No lo logró, por lo menos no tanto como él hubiese querido.

Uno de los actos más importantes, el de la Vigilia en Cuatro Vientos, quedó trunco. Un corto diluvio, las tormentas eléctricas y los vientos furiosos le arrebataron la hegemonía.

Los tramoyistas de la iglesia cerraron a cal y canto las puertas, las ventanas y los balcones de la Villa y Corte. La gente, entusiasta, vio pasar el papamóvil casi como una exhalación.

Infumables políglotas

El Madrid de los Austrias también se afectó. La Puerta del Sol, desde la sede de la Comunidad de Madrid, antes Ministerio del Interior y donde la dictadura condenó a garrote vil a su última víctima, no perdió su tradicional empaque.
Policías, militares, sotanas, francotiradores y curas vestidos de civil mantuvieron “el orden” en esta bella capital española.

Cardenales, arzobispos, obispos y muchos curas dignos fueron, en varias ocasiones, infumables políglotas para difundir urbi et orbi con pésima dicción el mensaje de su santidad.

Militares y empresarios besaron el anillo papal. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, serio y amable, saludó al vicario de Cristo e hizo mutis con elegancia.

Los coreógrafos improvisados levantaron templos, construyeron sillas papales, asientos para la clerecía y se dieron el lujo  —inconcebible— de llevar a un buen número de discapacitados para que recibieran la bendición del sucesor de Pedro. Este acto fue de pésimo gusto. Los llevaban en sillas de ruedas o en brazos y, aunque suene fuerte, parecían cobayas de laboratorio… por si ocurre algún milagro…

 

Frases sobresalientes

Esto y más ocurrió durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.

Mencionaré algunas de las frases más sobresalientes y una opinión controvertida del Papa:

Arzobispo de Hamburgo Joseph Ratzinger (1970): “Es urgente revisar la regla del celibato. La continencia sexual es cada vez más difícil; el celibato no es un dogma.”

Benedicto XVI, España agosto 2011: “Los jóvenes deben analizar con paciencia y madurez si les conviene entrar en seminarios o casarse como Dios manda. Si lo primero, deben hacer votos de celibato para ser sacerdotes. Esto es imprescindible”.
No sé. Quizá sea de sabios cambiar de parecer.

Obispo Juan Antonio Martínez Camino, secretario de la Conferencia Episcopal Española: “El matrimonio civil es más leve que contratar un teléfono. Las leyes que regulan esa unión son irracionales, injustas y perjudiciales para el bien común”.
Tuvo el hombre de Dios en la tierra el privilegio de venir a España como jefe de Estado y máximo representante de la Iglesia católica apostólica y romana. Insólita dualidad que le permitió mantener contacto con autoridades civiles y dedicar la mayoría de su tiempo a los únicos que alumbraron con el amor de sus risas, con la luz de sus miradas, con los abrazos entre sí, el peregrinaje de Benedicto.

No podía faltar alguna frase del cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal y máxima autoridad de la Iglesia española: “El español tiene un ADN católico”.

Lástima que antes se haya descubierto América y que la Santa Inquisición hubiese hecho de las suyas, de las que todos sabemos.

Los reyes, pocos ministros; Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, y Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de la ciudad, se portaron con dignidad. Besaron el anillo papal y no volvió a vérseles. ¡Al César lo que es del César!

Jóvenes con sentimientos de honestidad y franqueza

Ahora vienen los verdaderos protagonistas de esta jornada internacional: más de millón y medio de jóvenes de los cinco continentes estimularon los sentimientos de honestidad, franqueza, anhelos y esperanza en todos los actos que se efectuaron.

Son almas puras, deseosas de encontrar la fe en Cristo y en el futuro. Avidas de fraternidad, deseosas de fortalecer la amistad, sus rostros tersos, sus miradas refulgentes, se entendieron como una imprescindible necesidad de acabar con las hegemonías y falsedades actuales.

Una y otra vez quisieron demostrar su confianza en un mejor futuro. En un porvenir limpio. Brincaron, saltaron y se abrazaron con una honestidad envidiable.

Una muchacha alemana, de no más de 18 años, le pidió al Papa que intercediera para aconsejarla cómo creer en Dios, porque ella lo desea, lo intenta, pero no ha podido lograrlo. Como ella, otros cinco jóvenes escogidos cuestionaron al papa Ratzinger sobre temas de actualidad, y con humildad solicitaron ayuda para fortalecer su fe.

Pero los truenos y el ventarrón del Día de la Vigilia arrebataron al Papa el discurso que pronunciaría para contestarles. Sólo alcanzó a decir: “Gracias, muchas gracias por soportar la lluvia”.

El rencor, la frustración, la nostalgia, se demuestran en la siguiente Guía del peregrino, documento distribuido entre todos los asistentes. Léanlo y a ustedes dejo la reflexión sobre lo que dice.

Prologada por Antonio María Rouco Varela y escrita con versales dice: “Durante los años 30 del siglo pasado, la Iglesia padeció en España la persecución más sangrienta que se conoce en la historia del cristianismo. Hubo 7000 mártires…”

¿Qué les parece? ¿A cuál de las dos Españas pertenece este clérigo? ¿No habíamos quedado que escarbar en la memoria histórica era abrir heridas que estaban cicatrizando. Y que la mentira era un pecado?

¡La infamia no tiene límites!