Gregorio Peces Barba/Uno de los padres de la Carta Magna de 1978
Por Regino Díaz Redondo
Madrid.- —Don Gregorio, ¿hubo transigencia para lograr la transición española?
—Sí, todos hicimos esfuerzos para acomodarnos. Al final se resume en que no hubo nadie tan satisfecho como para considerarla suya ni nadie tan insatisfecho como para no poder aceptarla.
Gregorio Peces Barba, uno de los siete padres de la Carta Magna aprobada en 1978 para dar paso a la democracia, manchada y pisoteada durante más de 40 años, acepta, que “sólo nos equivocamos al no apartar totalmente a la Iglesia católica en el artículo XVI. Pero en ese entonces, el clero estaba manejado por el cardenal Tarancón y el papa era Juan Pablo II. Nunca pensamos en tener energúmenos como Rouco Varela. A esta gente se le da un dedo y se toman el brazo y lo que pueden”.
Este respetado jurista fue presidente del Congreso de los Diputados, es catedrático de filosofía de derecho de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Son muchas sus participaciones ciudadanas a favor de la libertad. Después de estudiar en la universidad francesa de Estrasburgo se doctora suma cum laude en la Complutense. Sus intervenciones y análisis políticos forman parte de la cultura social de la España posfranquista.
El papel del Rey
En su despacho de la Universidad Carlos III de esta localidad —Colmenarejo— se dedica a escribir libros sobre política y sociología; da conferencias en varias casas de estudios de Europa y es consultor honorario e intemporal de todos los investigadores que se le acercan para consultas sobre acontecimientos cotidianos.
—¿Cuál fue el papel de la Iglesia en todo ese tiempo?
—Entonces se podía hablar con sus dirigentes. Intentaron, sí, garantizar sus ámbitos de poder pero con dimensiones que no se consideraron peligrosas. Pusimos reglas, algunas de las cuales no se han respetado. Se eliminó el Concordato firmado con la dictadura, pero se incumplieron los preceptos que incluían la obligación de que el clero fuera autosuficiente. También se permitió, indebidamente, la enseñanza de la religión católica en los cursos escolares.
—¿Cuáles fueron los personajes claves para conseguir el paso a la democracia?
—El Rey. Pudo haberse mantenido como sucesor de Franco, pero se dio cuenta que sería un monarca breve. Apoyó la apertura y nunca intervino en los debates que tuvimos para elaborar la Constitución, al menos que yo sepa. Además, fue garante de la estabilidad que intentaron romper varios militares. Porque apareció un sector de democristianos que se autodenominaron antifranquistas porque se dieron cuenta que la dictadura había muerto y era necesario adaptarse a la realidad.
“Por otro lado —dice Peces Barba— estaban los partidos comunistas y socialistas en ese momento en la clandestinidad. Los primeros sobrevivieron más, sobre todo fuera del país. A todos los miembros de la directiva socialista los mataron y echaron a un pozo de Asturias en los años 50”.
“Después —asegura— los nacionalistas catalanes estuvieron mejor dispuestos que los nacionalistas vascos. Gente de Euskadi no quería aprobar la Constitución. Algunos de ellos se opusieron radicalmente”.
Fraga: nunca fingió
A medida que recuerda y repasa lo ocurrido, aparece Manuel Fraga “que es el que atrajo al franquismo más liberal”.
—¿Qué puede contarme de Fraga?
—Era un profesor, un hombre culto que, por la época en la que le tocó vivir, fue franquista, pero se dio cuenta de lo que se venía. Se fue de embajador a Londres y adoptó una suave posición reformista. Luchó siempre por el cambio y nunca fingió.
Suárez: abogadito
—Sobre Adolfo Suárez, primer presidente del gobierno en la democracia, ¿puede decirme que…?
—Era el típico abogadito, sin mucha profundidad. Tuvo cierto protagonismo durante la dictadura y desde su partido, la Unión de Centro Democrático, quiso hacer un pacto con Fraga para fortalecerse. Pero no lo consiguió. Se alteraron los ánimos y el mismo día en que iba a aprobarse (como ocurrió) la Constitución, nos encontramos al gobernador de Madrid y a dos o tres jefes militares tirados en el suelo del hemiciclo de Congreso en señal de protesta. Pero todo quedó ahí, aunque fue un instante de mucha tensión.
Admite Peces Barba que el texto de la Carta Magna se filtró antes de que lo conociera el Parlamento y “fue cuando empezaron la exigencias de la Iglesia, la patronal, los sindicatos, el único que no dijo ni ¡Pamplona! fue el rey y la reina que tenían las ideas muy claras en esa materia”.
Carrillo: gran persona
—¿Quién es Santiago Carrillo y qué papel jugó en el paso a la democracia?
—Es una gran persona. Era secretario general muy centralista. Tomó decisiones directas que nosotros no pudimos y decidió aceptar la monarquía al retratarse con todos los miembros de su buró político frente a la bandera bicolor, rojigualda. Y eso fue la clave.
—¿Qué me dice del ejército?
—El general Gutiérrez Mellado tenía sentido común. Había participado en la guerra con Franco y estuvo, inclusive, en la División Azul pero cambió por haberse dado cuenta que aquella situación no podía seguir así.
—¿Y los sindicatos?
—Empezaban a nacer. Participaron en los Pactos de la Moncloa. Fueron importantes. Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras, proclive ésta al Partido Comunista, tuvieron un gran sentido de responsabilidad.
El pacto constitucional está vivo
—¿No hubo miedo a una nueva guerra civil durante el período en que se negoció el paso a la democracia?
—La preocupación no era esa. Sí sorprendieron mucho los durísimos asesinatos de ETA y las presiones obvias de los nostálgicos.
Pasados 33 años, Peces Barba manifiesta que “el pacto constitucional está vivo y no es necesario cambiarlo”.
Hay, sin embargo, algunas cosas importantes que no se consideraron y que deberían cambiar. El mismo Peces Barba se pregunta cuáles. Primero, la igualdad entre hombre y mujer en la sucesión de la Corona. Segundo, la organización de un Senado de verdad como Cámara de representación territorial. Y por fin, es preciso hacer un minucioso análisis de cómo comportarse con referencia a la actualidad que vivimos porque hay que admitir que la mitad de nuestra soberanía ya es soberanía europea.
Hombre lógico, este personaje de la Constitución afirma que “el Partido Socialista Obrero Español es un partido que se conforma mejor en la oposición, pero que el Partido Popular está impregnado con una angustia desorbitada y un deseo inmenso de llevar al poder. Los conservadores, desde el gobierno, harían una política de pasos atrás. Ellos no administran bien la mayoría absoluta. Si la obtienen se equivocarán”.
Sobre la Unión Europea dice que su consolidación es lenta pero imprescindible. “Y convénzase, no hay ningún peligro para el euro”.

