Europa en una encrucijada
Joaquín Pérez Sánchez
Ante la incertidumbre política y económica que trasciende en los centros de poder mundial y que se propaga a todos los componentes del sistema, las tímidas medidas adoptadas por los países de América del Sur, se están convirtiendo en un referente obligado para encontrar soluciones distintas a las impuestas por los organismos financieros internacionales.
Europa se encuentra en una encrucijada. En el transcurso de los últimos dos años tras el estallido de la crisis en Estados Unidos, la zona euro quedó al desnudo, pasó de ser una región de presunta “estabilidad”, para convertirse en un foco de infección, con un conjunto de estados plagados de deudas y de sistemas bancarios y financieros con pies de barro.
La deuda de las principales instituciones bancarias de la eurozona es enorme y encierra muchos puntos oscuros, pero los gobiernos que encabezan la comunidad (Alemania y Francia), prefirieron como en Estados Unidos, rescatar la banca y apretar el cinturón de la ciudadanía.
Aunque los países de la eurozona saben que las respuestas a la crisis deben darse en conjunto, no todos están de acuerdo en que se siga privilegiando el rescate del sistema financiero y que se desmantele el sistema de bienestar social del que mal que bien gozan la mayoría de ciudadanos de estos países.
En este contexto es que las soluciones que se buscan en América del Sur, son fuente de referencia para muchos sectores civiles europeos. Los países de América del Sur, trabajan, no sin dificultades, por encontrar soluciones comunes.
Si “alguna convicción recorre Latinoamérica en estos días, es que la respuesta a la crisis económica mundial tienen que hacerse coordinada y regionalmente” aseguró a la prensa, el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño.
En ese sentido, agregó, la “Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), trabaja en el impulso del Banco del Sur, el Fondo del Sur y el Sucre (unidad de intercambio de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América), herramientas que sirven para la defensa de los recursos financieros y la estabilidad de la región”.
Así, tenemos dos opciones de conjunto que, aunque en realidades distintas, en esencia buscan lo mismo, acabar con la crisis financiera global. Sin embargo, Europa apuesta por una solución que desmantela el estado de Bienestar, mientras que América del Sur, busca uno que apoye a las mayorías. El entorno es difícil, pero tal vez es tiempo de que los sectores sociales europeos volteen al sur y reconozcan otras alternativas.


