Es curioso darse cuenta que los líderes europeos que llevan la batuta emiten opiniones contradictorias un día sí y el otro también.
¿Por qué se preocupan aún por los pigs? ¿Se trata de curar un sentimiento de culpabilidad evidente?
Pues no, todavía somos dignos de pertenecer a la Unión Europea porque sus bancos, ahítos de euros, tienen compradas enormes cantidades de deuda de nuestras economías. Poseen deuda pública de los de abajo y no pueden permitir una bancarrota porque los primeros afectados serían ellos.
Si se da usted una vuelta —no más de media hora— por el Parlamento de Estrasburgo se dará cuenta de la manera en que los diputados se dividen en soberbios y suplicantes.
Después de los acostumbrados besos en las dos mejillas, un delegado de los primeros exige radicalmente a los Estados débiles que cumplan con su deber porque de otra manera podrían salir del euro y eso no les conviene.
No les conviene a ellos por lo que ya dijimos. Pero las amenazas están ahí todos los días. Las reuniones ya no son ni cumbres ni asambleas sino charlas de pequeños grupos representantes hegemónicos o de naciones afectadas.
Las frases
Hay que insistir: la canciller Merkel, figura que ordena y maneja el Grupo de los 27, acaba de lanzar otra de sus inefables frases: “España deberá transferir competencias fiscales y aceptar a un inspector europeo si quiere que Berlín autorice el mecanismo con el que ahorrará 2000 millones de euros en financiación”.
Abandona doña Angela el estrado y se dirige a Elena Salgado, vicepresidenta del Gobierno español, para abrazarla, actitud de la que, deducen los visionarios, es un apoyo relativo para que la española pueda aspirar a presidir el Banco Europeo de Inversiones.
Tal apapacho es correspondido por nuestra jefa de finanzas con una sonrisa conformista pero consciente de que las cosas se cuecen poco a poco sin evidencias simpáticas ni palmaditas en la espalda.
Ahora rescatemos algunas frases de distinguidos dirigentes de países que no pertenecen a la Unión Europa y que afinan su puntería sin recato sobre la crisis:
Vladimir Putin, primer ministro ruso: “La economía de la Unión Europea está prácticamente al borde de la recesión”.
¡Y a recargar la escopeta en el polígono de tiro!
Nos traen como bayeta de fregar. Dentro y fuera se pierde el sentido que nos unió después de la Segunda Guerra Mundial. El dolor de muchos, y apunto directamente a Inglaterra, es que la convergencia de naciones europeas debió ser sólo una sociedad económica. Nunca pensaron ni creyeron, ni aceptan ni aceptarán, que también se conforme, como debería ser, un gobierno político central que tome medidas importantes para resolver los problemas que surjan en cualquier parte de su territorio. Esta ambición tan deseada desde hace mucho tiempo ha sido detenida por sus más empedernidos detractores que ven afectada su soberanía y su independencia.
¡Qué horror que estas dos últimas palabras se hayan contaminado y pervertido por intereses privados, como si estuviésemos en las nunca olvidadas guerras de los siglos pasados en las que nos enfrentábamos con piedras, lanzas, tirachinas, raquíticas ametralladoras, escudos y alguna que otra bombita de mano al de enfrente, como diría Gila!
Los actuales confrontaciones tendrán mucha mayor repercusión.
El miedo, el pavor y el sentido común de algunos personajes que aún quedan ha evitado la catástrofe.
En estos momentos para permanecer, sobrevivir en el mundo de lo absurdo, hay que caminar por el pantano de lo insoportable, aguantar, sonreír, justificar, permitir y respaldar lo que hemos rechazado siempre.
Cuantos más ignorantes haya, mayor es la euforia de los dueños de castillos. Es tal la confusión que existe que se juntan el hambre con las ganas de comer: “lo mejor es que Grecia quiebra en paz…”
Europa marcha al remolque de las finanzas… Los bancos precisan de 300 mil millones de euros más para respirar a gusto… Junto a estas expresiones tan lúcidas y congruentes de aquí y de allá del FMI y del Banco Mundial, de la Unión Europea y de la OCDE, de la ONU y quién sabe cuántos más organismos similares aparecen otras que revelan el talento y la preocupación de los que dictan la directriz mundial: “el Banco Central Europeo tiene que bajar los tipos de interés”, afirma Lagarde. Y en el popurrí de opinionismo, siempre relacionado con la inestabilidad financiera del continente, los que manejan los mercados de valores y algún que otro intruso condenan: “queremos la cabeza de Berlusconi. Sus medidas para evitar el deterioro de Italia no son ni suficientes ni adecuadas…”
Vivimos en un territorio laberíntico, emponzoñado por el enfrentamiento continuo entre varios factores de poder. La gente no cuenta. Hay que sostener, dicen el círculo vicioso ya muerto. Ganemos, insisten, aún ya sin vida, otra batalla como lo hizo el Cid Campeador. Con uñas, dientes y dedos engarrotados, no soltemos el tesoro. Que vengan a quitárnoslo, terminan angustiados.
Pues no lo duden, se lo quitarán y no falta mucho.