Las políticas independientes han dado buenos resultado

Joaquín Pérez Sánchez

Cierra el 2011 y en el incierto panorama económico mundial, poco o nada se logró hacer para buscar soluciones realistas a la crisis global del sistema. Sin embargo, entre lo poco que se logró este año, sin duda se encuentra el desmarque de la mayoría de los países de América Latina, al continuismo de las políticas económicas impuestas por Estados Unidos y sus socios europeos.

Los datos económicos entre la región latinoamericana y Estados Unidos y Europa, son contrastantes y muestran nítidamente que, las políticas impulsadas fuera de la ortodoxia financiera internacional han rendido frutos concretos de recuperación en América  Latina.

Por ejemplo, el crecimiento promedio de la región en los últimos cinco años ha sido de 5.5 por ciento, muy superior al de Estados Unidos y Europa en conjunto.

En el mismo período, también en la mayoría de los países ha habido un descenso constante de los índices de pobreza que, sin ser excelente, sí muestra la recuperación de los mercados internos, controlados por los Estados.

En cambio, en Estados Unidos, el crecimiento de la pobreza en los últimos años ha sido constante, de hecho en el 2011 alcanzó el 48 por ciento. Además, el desempleo en ese país se mantiene en dos dígitos (entre el 10 y el 11 por ciento), y el déficit económico del 2011 cerrará en más de 550 mil millones de dólares.

En Europa, aunque la mayoría de los países conserva algunas de las llamadas medidas del “estado de bienestar”, el crecimiento económico ha sido nulo, el desempleo crece al igual que en Estados Unidos y las medidas que se impulsan, están encaminadas a defender el sistema financiero actual, en deterioro de las condiciones de las mayorías.

En este contexto cobran mayor relevancia las iniciativas que se impulsan en este lado del continente como la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), el Banco del Sur y la recién creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).

América Latina reúne las condiciones y los elementos esenciales para impulsar su propio desarrollo, los recursos naturales y el talento humano, pero hasta el momento no ha podido utilizar estas condiciones a favor de superar sus carencias estructurales, las cuales son producto de una dependencia histórica con Estados Unidos.

Los últimos diez años muestran que las políticas independientes respecto de los organismos financieros internacionales dan resultado y que es posible caminar por otras vías.

Ahora el propio Estados Unidos vive los efectos de su crisis económica y muy pronto sus ciudadanos tendrán que optar por seguir la vorágine de autodestrucción que los envuelve o cambiar mirando las experiencias del Sur que si bien no han solucionado todos los problemas, han reducido la pobreza y abierto nuevas perspectivas de solución.