Ignacio Trejo Fuentes

De Gabriel Bernal Granados he reseñado en este espacio un par de libros; si no me equivoco el más reciente fue La guerra fue breve. Cuentista, cronista, crítico y editor, el autor posee una de las prosas más afortunadas de los escritores de su generación (nació en 1973).

Bernal Granados no tiene reparos para entreverar distintos géneros en sus libros, de modo que en ellos hallamos lo mismo ensayos que cuentos y crónicas, o lo que podría ser un fragmento de novela. Por ejemplo, el volumen en que recoge sus andanzas por Italia, ofrece crónicas, pero al leerse el conjunto es indudable el tono novelesco en cuanto a que escenarios y personajes se repiten al grado de que llegamos a familiarizarnos con ellos.

Incluso, en varios de los trabajos de Gabriel se mezclan datos verificables y la imaginación, y el resultado es más que bueno. El texto que da título a su obra reciente, “Viaje al País de la Errata” nos habla de un filólogo y corrector que entrega su vida a analizar trabajos literarios ajenos, por lo cual casi nadie conoce su propia obra. ¿Existió Joaquín Arturo Valdés Comesaña o es invención de Bernal Granados? Yo ni siquiera había oído el nombre del personaje, pero de no haber existido se trataría de un prototipo: en México y en el mundo hay tipos como ése, que desaparecen a favor de los autores y libros que corrigen o estudian.

Viaje al País de la Errata se divide en tres partes (y un introito): “Ficciones”, “Contra la literatura” e “Iconografía”. En esos materiales el autor revisa el tema de la traducción literaria, la relación de los intelectuales y el Estado, las revistas de poesía en México y la personalidad de autores como Jorge Cuesta, Juan José Arreola, Gabriel Zaid y Salvador Elizondo.

Con­fie­so que no comparto muchos de los juicios de Gabriel, pero los respeto: cada quien tiene derecho a leer como le dé la gana y a expresar sus opiniones. Cito una parte de “Palabra anterior”, la introducción al libro:

Escribí sin ningún afán, pero sobre todo con la voluntad de aprender y de agregar algo inexistente en el momento de sentarme a escribir. Porque el ensayo es atrevimiento, seducción e ironía, antes que una cadena lógica y elegante de argumentos irrefutables. El ensayo, tal y como es concebido en estas páginas, es un viaje a ese lugar de error donde se genera una ruptura y una continuidad en la historia de cada individuo. El ensayo es una deriva y una errancia. A estas últimas verdades inverificables se atienen las páginas de mi libro.

En la tercera sección del volumen encontramos interesantes opiniones sobre las artes plásticas, de la relación entre la palabra y la imagen. Y antes, un divertido e ilustrativo ensayo: “Don Gato y su pandilla”. Hay que poner atención en la reiterada palabra Destino.

Gabriel Bernal Granados, Viaje al País de la Errata.
 Libros Magenta/Secretaría de Cultura del DF, México, 2011; 191 pp.