Se lo preguntaría a Gómez Morín y a González Luna
Guillermo García Oropeza
(Segunda de dos partes)
Hablábamos de la decadencia, en el mundo, de la clase política, de esa curiosa escasez de grandes hombres públicos que parece ya endémica en las democracias más veteranas y supuestamente más profesionales y por más que uno revise la geografía política no se ven por ningún lado los gigantes como, qué sé yo, Winston Churchill o Charles de Gaulle, para no irnos más lejos.
Cierto que hay ciertos fenómenos casi incomprensibles como el extraordinario Silvio Berlusconi que parecía indestructible hasta que vino el huracán de la crisis y se lo llevó, pero que mientras duró en el poder era un portento de agilidad mental y de cinismo, un poco payaso, pero que algo les dio a los italianos hartos de políticos de todos los signos, ratoneros y mediocres.
Y si en nuestra América queda el ejemplo excepcional de un Lula da Silva con su sabia versión de la izquierda moderna o el pintoresquismo de un Hugo Chávez o de Evo Morales y quizá la prudencia de un Raúl Castro, el panorama parecería ser simplemente mediano.
Y ¿qué decir de nuestro país?, este México que por tantos años ofrecía un modelo político muy propio, que con todos sus pecados mortales parecía que iba a durar para siempre y que nos mantuvo a salvo de las terribles amenazas que hoy se han desatado. Porque yo creo que desde hace mucho tiempo el país no había estado tan mal como ahora, cuando el poder ya no está en manos del gobierno, aunque éste sea tan belicoso y violento.
Y así un caso como el de Ciudad Juárez hubiera sido absolutamente impensable en el siglo veinte y si el de Juárez es el más trágico y espectacular, quedarían muchos más a los que no se ha dado publicidad como, qué sé yo, el de la masacre que se dio hace poco en la región zacatecana del Teúl, que en otro país hubiera traído un gran escándalo nacional. Y eso para referirme sólo a la violencia olvidando los continuos escándalos por corrupción panista que merecería que la famosa Estela de Luz fuera su monumento. Y al ver a Felipe Calderón que se hunde día por día pero que no deja de ser amenazante para los que no descansaremos hasta que no entregue la bandita y la silla.
Constatamos que México es caso grave en lo de ausencia de políticos de gran oficio, este México con un Alejandro Poiré que no era bueno ni como vocero, pero que está en Gobernación, o al tal Ernesto Cordero que ni siendo el delfín pudo, o el resto del gabinete más gris que yo recuerde, incluyendo a la pavorosa encargada de las Relaciones Exteriores que en los buenos tiempos de la diplomacia mexicana no hubiera llegado ni a cónsul. Y ¿como es posible que el partido en el poder no haya encontrado a nadie entre sus miembros para gobernar la ciudad de México? ¿Y había que traer a un fascista del Partido Popular de España para que guiara políticamente a Josefina? ¿Dónde están los políticos del PAN?, le preguntaría, si fuera posible, a Manuel Gómez Morín o a nuestro Efraín González Luna de aquel Acción Nacional que esperó setenta años para llegar y luego no poder.
