Minicomentarios

Magdalena Galindo

Los ninis, los excluidos

Que México ocupe el segundo lugar entre los países que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, en número de jóvenes que ni estudian ni trabajan es un hecho que demuestra el fracaso de las políticas neoliberales aplicadas en la economía mexicana durante las últimas tres décadas. Se trata de 7 millones 820 mil jóvenes a quienes se les ha negado la incorporación a la vida productiva, son jóvenes sin futuro, excluidos de la sociedad.

Es obvio que en el término de ninis con el que se les ha nombrado hay un cierto contenido denigrante, como es igualmente evidente que en los comentarios en los medios o en la propia investigación y recuento se asoma la sospecha de que se trata de jóvenes irresponsables que han preferido una vida de vagancia a la del esfuerzo que supone estudiar o trabajar. La verdad es que no se puede pensar que el crecimiento desmedido del número de jóvenes en esa situación, tanto en México como en la mayoría de los países, se deba a una elección personal. No importa, incluso, que en las encuestas los propios jóvenes puedan decir que dejaron la escuela por aburrimiento o indisciplina, lo cierto es que la organización social no les ofrece alternativas.

Los españoles, indignados

Con razón, los españoles protagonizaron manifestaciones multitudinarias en 60 ciudades de su país para protestar por la reforma laboral decretada, sin discusión, por el presidente Mariano Rajoy, recientemente electo por amplia mayoría. Y es que la reforma busca, al igual que el proyecto que pretende llevarse adelante en México, que los empresarios recuperen sus ganancias, abaratando los costos de la fuerza de trabajo, lo que quiere decir, facilitando los despidos, eliminando las indemnizaciones y prácticamente todas las prestaciones que tenían los trabajadores. Y es que la derecha, a la que pertenece Rajoy, al igual que Felipe Calderón, no se mide para favorecer los intereses de la burguesía, aunque signifique miseria y dolor para la mayoría de la población. Supongo que esa mayoría que votó por Rajoy confiando en sus promesas de que disminuiría los impuestos, aumentaría el empleo y acabaría con la crisis enrumbando el país al crecimiento, estarán ya arrepentidos, pues no han pasado más de dos meses de que asumió el poder, y ya subió los impuestos, decretó de volada una reforma laboral regresiva y busca por todos los medios pasar los costos de la crisis a los trabajadores y sólo favorecer a los empresarios.

Guillermo Ortiz ya despertó

No deja de sorprender que ahora Guillermo Ortiz señale que “ya es tiempo de que el país despierte” y se busque el desarrollo y el crecimiento. El ex secretario de Hacienda y ex gobernador del Banco de México comentó que estamos en un mundo al revés, porque la banca en poder de extranjeros en un 75 por ciento (y se quedó corto) envía las cuantiosas utilidades obtenidas aquí para enfrentar la crisis en sus países de origen, provocando una salida de recursos que son necesarios para México. Está bien que lo diga, porque es absolutamente cierto, lo único que hay que reclamarle es que no lo dijera antes, porque tanto la banca extranjera, como toda la inversión del exterior, vienen precisamente a eso, a obtener grandes montos de utilidades que después remiten a su país descapitalizando a México.  No es de ahora sino como dirían los despiertos en el pueblo desde en’enantes.