Ignacio Trejo Fuentes

José Abdón Flores (San Luis Potosí, 1967) ha publicado los libros de cuento Escenas de la tierra en fiesta y de la mar en calma y El juego de los indicios. Su tercer libro en ese género es Mántica.

Los nueve cuentos reunidos en el volumen tienen, obviamente, escenarios, personajes y asuntos distintos entre sí, mas los une una serie de elementos, como ciertas atmósferas viciadas, o historias que parecen no concluir del todo y que el lector debe “completar”.

El inicial, “Dos para el mal”, nos muestra a una artista que vive en Manhattan con su pequeña hija: mientras la primera se dedica a las infatigables relaciones públicas, la pequeña se aburre mortalmente, y eso genera un distanciamiento que va más allá de lo físico. En “Cuando las aguas bajen” vemos a un tipo hospedado en un hotel de una ciudad que no conoce, y pide por teléfono a una joven “masajista”; mientras ésta llega, la habitación se inunda por un desperfecto en el baño, y luego hacen el amor mientras afuera la lluvia anega las calles: bonita contraposición de dos solitarios en medio del agua.

El texto que da título a la obra es el más extraño, tiene resonancias borgesianas: un hombre, especie de monje, o de asceta, vive el tiempo de un modo poco ordinario, y muere atrapado en esa maraña que él fue urdiendo a lo largo de su vida. Me gusta mucho “Novios blancos”, en el cual un becario extranjero en París debe acompañar a madres que van a dar a luz, o ya lo hicieron, pero que no tienen pareja: a veces la compañía se prolonga hasta las relaciones sexuales. También en la Ciudad Luz se ubica “París era una mierda”, donde una pareja de extranjeros de distintos países conviven, hasta que su relación es alterada por la presencia de enormes cucarachas en el mini departamento; y es aterradora la tienda de exterminadores de plagas.

En “La ley de Ampére” la delincuencia que se ha apoderado de la ciudad (México, Distrito Federal) obliga al protagonista a esconder sus billetes de cien dólares en registros eléctricos y, luego, en libros. Aparece por ahí el novelista Javier Marías. Es una buena manera de llevar a lo íntimo los problemas sociales.

La mayoría de los relatos tiene como escenario ciudades extranjeras, alguno ocurre en una no nombrada, y sólo un par en el Distrito Federal. Y cada cual exhibe la prosa elegante y firme del autor, la elección de asuntos poco comunes y la benevolencia de la brevedad. El crítico Ernesto Herrera señala, en la cuarta de forros: “Tejidos con fina escritura, los cuentos que José Abdón Flores reúne en Mántica piden que no haya parpadeos por parte del lector: como esos animales que se mimetizan con su entorno y que con una sola acción hacen que el paisaje cambie, el autor urde sus historias”.

José Abdón Flores, Mántica. Libros Magenta /
Secretaría de Cultura del Distrito Federal, México, 2011; 87 pp.