Gana Putin las elecciones en Rusia
Guillermo García Oropeza
Aunque no fue ninguna sorpresa la victoria de Vladimir Putin en Rusia, viene a traer un poco de alivio a este mundo nervioso en que vivimos.
La victoria del líder ruso viene a comprobar que todavía existen, en estos tiempos, políticos de gran estatura frente a un panorama, en general, desolador. Y si no me cree, revise usted el espectáculo de la mayor parte de los grandes y no tan grandes países dirigidos por figuras mediocres como Sarkozy, Cameron o Rajoy.
Las pobres de Italia o Grecia a las que se ha impuesto ser empleados de los grandes intereses europeos, sin tomarse la molestia de consultar la voluntad popular de ambos países, aunque al menos en Grecia esa voluntad popular salió a las calles a protestar con rabia e indignación.
En el panorama europeo tan sólo ese nuevo Bismarck con faldas, que es Angela Merkel, conserva su estatura de jefe indiscutible de Europa. Y aunque Obama no cumplió las grandes esperanzas que en él se tenían, su estatura crece si se le compara con los lamentables aspirantes republicanos que representan todo lo oscuro y reaccionario de una gran parte del electorado americano, estos republicanos que nos ponen a rogarle a Dios que, por favor, no lleguen al inmenso poder de unos Estados Unidos que, podrán estar en decadencia, pero que todavía pueden acabar con este pobre planeta si con ello salvan su economía enferma.
Curiosamente, la América Latina sí tiene líderes interesantes como las damas argentina y brasileira o los rebeldes Rafael Vicente Correa, Evo Morales y Hugo Chávez.
De nuestro pobre México, mejor no hablo, ya que Calderón carece totalmente de estatura ya sea esta física, moral o política; Calderón de los 60 mil muertos, del entreguismo total, de una corrupción universal que va desde lo bajo de las prisiones hasta la altura de la Estela de Luz. Calderón o el anti-Putin.
Y es que con todas sus fallas y su peculiar, irrepetible formación política, Putin logró que Rusia que se había hundido con la debilidad de Gorbachov y la corrupción de Yeltsin, que entregó las riquezas de Rusia a sus amigotes que se tornaron de la noche a la mañana en supermillonarios, recuperará un lugar digno en el orden mundial.
Putin restauró la presencia rusa y cuando Europa se hunde en una crisis provocada por el gran dinero, Rusia se afirma como una de las superpotencias del futuro.
Lo curioso es que Putin, zar de la nueva Rusia, es una creatura del viejo sistema soviético, formado en el poder policial; Putin logró no sólo un milagro económico que ha generado una gran riqueza sino que restituyó a los rusos una fe nacionalista. Lo que quizá molesta al Occidente que recibe la noticia de las elecciones rusas con hipócritas gritos de apoyo a la “oposición democrática”, olvidando que la mayor parte de esa oposición es, justamente, la del Partido Comunista siendo los otros opositores verdaderos pigmeos políticos que apenas sacan cada uno el 7% del voto.
Y aunque, aceptando sin conceder, que hubo irregularidades electorales es evidente que Putin es seguido por una mayoría de la población. La que comparte la fe en el destino de Rusia que tanto molesta a los yanquis y al “Cuarto Reich”, como llaman los rusos al poder franco-alemán.
¿Qué no tenemos derecho de tener un líder nacionalista, verdaderamente nacionalista, en este pobre México neoliberal y gobernado por la extrema derecha? Un Putin mexicano…
