Más riesgos, más crisis, más pobres

Magdalena Galindo

Aunque apenas es un leve reconocimiento de lo que está ocurriendo en el mundo, no deja de ser sorprendente que el secretario general de la UNCTAD, Supachai Panitchpakdi, haya declarado que la “tendencia hacia la desregulación de los sistemas financieros en las últimas tres décadas ha llevado a que se tomen más riesgos, a más crisis financieras y a grandes inyecciones de dinero público en el sector financiero.”

Casi al mismo tiempo, se dieron a conocer datos de la Organización Internacional del Trabajo, también dependiente de la ONU, en los que se muestra, sin lugar a dudas, que la desigualdad se ha acentuado en todo el mundo, y que se está cumpliendo el pronóstico de Marx que anunciaba que el propio desarrollo del capitalismo llevaría a que los ricos fueran cada vez más ricos y los pobres cada día más pobres.

“En dos de cada tres países ¾dice Juan Somavia, director general de la OIT¾ la participación de los salarios en el ingreso nacional disminuyó a lo largo de las últimas dos décadas”… y “en siete de cada diez países, la diferencia de ingreso entre el 10 por ciento más alto y el más bajo de la pirámide de asalariados se amplió 70 por ciento”.

El empobrecimiento de los trabajadores, a lo largo y ancho del planeta, es el resultado de la ofensiva que las burguesías emprendieron en contra de las clases trabajadoras, a partir de la crisis estructural que estalló a principios de los años setenta y cuyo principal objetivo fue y es recuperar la tasa de ganancia.

En este sentido, podría decirse que la estrategia neoliberal ha sido exitosa, pues en efecto ha habido una transferencia masiva de riqueza de los pobres a los ricos. Desde luego se trata de una estrategia moralmente inaceptable, en cuanto ha multiplicado la pobreza y ha significado dolor y desesperación para la inmensa mayoría de la población.

Desde el punto de vista económico, resulta notable, sin embargo, que el neoliberalismo, con todo el enorme costo que ha significado, no ha conseguido encarrilar las economías y, como señala el funcionario de la UNCTAD, ha multiplicado las crisis financieras y de esta manera, ha terminado por aumentar los riesgos y afectar finalmente a sus mismos promotores, esto es, a la fracción financiera internacional.

En lo que atañe a México, el informe de la OIT muestra que, en las últimas décadas, la desigualdad se ha intensificado en mayores proporciones que otros países de América Latina, que ha habido un crecimiento de la pobreza y que los salarios han disminuido drásticamente.

Para colmo, el informe advierte que, en cambio, la compra de armas ha crecido aceleradamente, al multiplicarse, a precios constantes, por cinco durante los últimos cinco años. En concordancia con el aumento en la importación de armas, el personal de las fuerzas armadas pasó de 204 mil en 2005, a 332 mil personas en 2010, o sea un crecimiento del 62 por ciento en sólo cinco años.

Por terrible que parezca el balance de los últimos cinco años en México, muestra un empobrecimiento acelerado de la población, una intensificación de la desigualdad y como contraparte un proceso de militarización expresado en los incrementos en la importación de armamento y de efectivos de las fuerzas armadas.