Se va 70% de sus ganancias

Magdalena Galindo

En el marco de la convención bancaria realizada hace unas semanas, Guillermo Ortiz, hoy presidente del Consejo de Administración del Grupo Financiero Banorte Ixe, y antes secretario de Hacienda y gobernador del Banco de México, se refirió de nueva cuenta a las remisiones de utilidades que realizan los bancos extranjeros establecidos en nuestro país y señaló, como lo ha venido expresando en artículos y entrevistas, que entre 2003 y 2011 los dividendos que pagaron estos bancos a sus casas matrices sumaron 20 mil millones de dólares, cantidad semejante a la que pagaron para comprar esas instituciones unos años antes.

En el mismo sentido, declaró a su vez el director de ese grupo financiero, Alejandro Valenzuela, quien afirmó que los bancos extranjeros están ordeñando a México al enviar alrededor del 70% de sus ganancias a sus casas matrices en el exterior.

Los funcionarios de Banorte Ixe, aunque sea por razones de competencia y por el interés del grupo, destacan un hecho que afecta gravemente la economía mexicana en cuanto significa una millonaria descapitalización del país. Ciertamente, en el caso de la Banca, la remisión de utilidades se relaciona con la crisis financiera de enormes proporciones que afecta tanto a Europa como a Estados Unidos, de modo que los bancos han estado recurriendo a las utilidades obtenidas en los países subdesarrollados para intentar salvarse de las quiebras que los amenazan. Sin embargo, la remisión de utilidades a las casas matrices, no es un comportamiento coyuntural que sólo ocurra por la crisis financiera, sino que es la práctica, diríamos natural, de toda la inversión extranjera.

A eso vienen, a invertir, para después, a través de las utilidades obtenidas en nuestros países, recuperar su capital en unos pocos años y disfrutar de ganancias por muchos más. La inversión extranjera, por la que se desviven los funcionarios mexicanos, significa, siempre, una final descapitalización del país.

En el caso de la Banca, la situación es más grave, porque no implica sólo la descapitalización provocada por toda inversión extranjera, sino que se trata de un sector estratégico, sobre todo en estos años, cuando en todo el mundo hay lo que se llama una “financierización” de la economía, esto es, una hipertrofia, un crecimiento desproporcional, del sector financiero que determina el surgimiento recurrente de crisis, que se caracterizan por su veloz contagio y que rápidamente afectan la economía real y la producción, ocasionando los terribles índices de desempleo y empobrecimiento, ante los que se rebelan los trabajadores de todo el mundo.

A este carácter estratégico de la Banca y a la extranjerización que ha sufrido la mexicana, se refería Guillermo Ortiz al señalar que “en ninguno de los 30 países con las economías más grandes del mundo (México es la número 15) el sistema de pagos está en manos de extranjeros”.

Sí, en efecto, diríamos nosotros, somos los únicos que hemos sufrido funcionarios sin ninguna conciencia nacional, que les parece deseable entregar el país al saqueo de los inversionistas foráneos y que han puesto o quieren poner en manos de extranjeros las áreas estratégicas de la economía, como la Banca o el sector energético.