Una pregunta: ¿quién asesora a Cristina Fernández?
Espérame, moro Abdala, no demuestres
cobardía. A las voces que el Cid daba
el moro le respondía:
Mucho tiempo ha que deseaba este día
porque no hay hombre nacido del que yo me escondería.
Cid Campeador
Regino Díaz Redondo
Madrid.- Como jefa de Estado, Cristina Fernández tiene autoridad legítima para nacionalizar la explotación de los hidrocarburos de Argentina en suelo y mar. Ni quien se lo discuta. También es vergonzante que el país tenga que importar combustible por un valor de diez mil millones de dólares al año, un error que había que corregir de inmediato. Recobrar la soberanía es una de las principales tareas de un gobierno independiente.
Hasta aquí, los argumentos de la presidenta se entienden y son intachables. Argentina es el único país de Latinoamérica que no maneja la extracción de petróleo y resultaba oneroso para una economía que no pasa por su mejor momento.
Pero, señora, cuando usted dice que “no vamos a estatizar la industria sino repartir los beneficios entre las regiones productoras y quedarnos con el 26.02% del 51% de la empresa YPF [Yacimientos Petrolíferos Fiscales] Repsol española”, incurre en el primer error.
Es decir, el gobierno retiene la mayoría de las acciones pero las privatiza. Lo que hace, entonces, es simplemente cambiar de dueño.
Demagogia y patrioterismo
Esta es la primera equivocación o error de cálculo que sería peccata minuta. Lo importante viene ahora: ¿entrega usted, doña Cristina, el manejo al sector privado, sea o no argentino?, porque no lo dice. ¿Está avalando la política de libre comercio que tanto nos ha decepcionado y conmovido en las últimas décadas? Para reiterarlo, el petróleo pasa de mano en mano y el Estado es, en este caso, sólo un intermediario.
Para que no haya dudas, la mandataria recalcó en una reunión, un tanto populista —modelo que le gusta— que “habrá una asociación con capital privado”. Aquí comienzan las dudas sobre el verdadero propósito de tan drástica y esperada decisión.
Vayamos por partes: legitimidad sí la tiene y es una conquista irreversible de la democracia. Expropiar es dejar sin propiedad a alguien para beneficio público, cosa incierta porque el 24.99% caerá en manos de las provincias donde se hallan los pozos y las plataformas marítimas que podrían usufructuar otras multinacionales que no hablan español.
A los actuales concesionarios hay que pagarles conforme a las leyes de la jurisprudencia internacional. Su discurso, señora de Kirchner, apunta hacia la demagogia y el patrioterismo, imagen que usted no desea protagonizar.
Su tono, perdone, no es muy convincente aunque dirá ¡pamplinas, eso es una tontería…! Estoy seguro que su gobierno filtra, desde hace más de un año, declaraciones, entre amenazas y protestas, para preparar el proceso que usted terminó el 17 de abril.
La sorpresa se extendió por España y el resto de Europa. También en Estados Unidos y causó la preocupación esperada.
Jugó, presidenta, con varias cartas al mismo tiempo. El rumor de la expropiación cobró fuerza y, al mismo tiempo, su valedor, el señor Ezkenazi, afirmaba hace unos meses que “no hay mejor socio para YPF que Repsol y no hay mejor socio para Repsol que YPF”.
¿En qué quedamos?
Cartas marcadas
Analice, señora, la experiencia de otras expropiaciones petroleras ocurridas en el continente americano.
¿Por qué no recibió al ministro de Industria cuando fue a verla? Se negó también a explicar sus razones al presidente de la empresa, Antonio Brufau. Cerró las puertas de la Casa Rosada a los enviados del gobierno de España y a cuantos mediadores llegaban; ni los recibió. Hizo mutis hasta después de regresar del Foro Económico Mundial, donde se entrevistó con el presidente Barack Obama.
Se negó a dialogar o negociar y, en último caso, mantuvo intranquila a la sociedad internacional. Fue soltando indicios, poco a poco, para sensibilizar a la opinión pública de afuera.
Se metió en una mesa de póquer con las cartas marcadas frente a jugadores que arriesgaban. Invirtieron miles de millones de euros para que hubiese partida y la banca no quebrara. Lo que intenta ahora no es sólo quebrarla sino hacerla pedacitos.
¿Será que doña Cristina está convencida que era el momento de arremeter contra las industrias españolas o su gobierno porque está débil y recibe golpes por todos lados?
¿Habrá decidido tomar esa medida en vista de la precariedad política y escasa presencia de la península en la Unión Europea?
Si es así, no se aproveche, señora. Quiero pensar que no lo hizo por tales razones, pero tengo mis sospechas de que algo de eso es cierto.
Además, se dio el lujo, la satisfacción, de entrever la posible nacionalización de otras empresas españolas. Sigue abriendo más la herida que traerá consecuencias graves a medio y largo plazo.
En ninguna reunión con los responsables de YPF Repsol se insinuó lo que iba a ocurrir; no se reclamaron malos comportamientos o molestias de su gobierno sobre el funcionamiento de la empresa mencionada. Hubo apapachos y a otra cosa. A seguir por el camino secreto hasta vaciar la cartuchera a su antojo.
¡Eso no es justo, presidenta!
Quizá Repsol, que exige 80 mil millones de dólares por las acciones, exagera. Es posible que sea menor su valor. Sobre todo ahora que ha bajado su precio y se venden casi como bonos basura, lo que le favorece que no es mala idea pero sí criticable.
Presencia española en Argentina
Es cierto que España está en riesgo de una intervención financiera por el Eurogrupo; que el ambiente está saturado de dudas sobre la capacidad de los políticos y la rapacidad de los financieros. Pero aquí la gente ya no cree en ellos. No son los salvadores de la patria y, quizá, no tengan una gran capacidad de respuesta pero no hay que aprovecharse.
Medidas podrán tomarse y serán muchas, pero casi todas han sido, hasta ahora, condenas verbales. Y usted, estoy casi seguro, ganará. Pero ganará, ¿a favor o en contra de quién?
No crea, doña Cristina, España es aún un país con una importante fuerza y presencia intercontinental.
¿Sabe, señora, que España es el primer país inversor en Argentina con un capital que ronda los 22 mil millones de euros, y que contribuye en la medida de lo posible a evitar en el deterioro de la sociedad e impulsar al país hacia el progreso? Deje, pues, a un lado los enojos, los adjetivos peyorativos o insultos que haya podido recibir de parte de las autoridades y consorcios extranjeros porque eso ya lo esperaba.
Las razones de Cárdenas
Atienda, presidenta, cómo se hace una expropiación y que qué hay que echarle…
El ejemplo es México: el presidente Lázaro Cárdenas del Río en 1938 realizó la expropiación petrolera basada en las siguientes premisas: 1: las Siete Hermanas de entonces, inglesas y estadunidenses, que explotaban a los mexicanos, no respetaron los derechos laborales de los trabajadores, se negaron a acatar las órdenes de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, rompieron huelgas y reivindicaciones justas. Se pasaron la ley por el sobaco. Los dueños extranjeros de las empresas fueron advertidos en repetidas ocasiones de que tenían que cumplir con los preceptos legales. Siguieron sin hacer caso. 2: En sus instalaciones, los consorcios internacionales pusieron guardias blancas para impedir las protestas y la indignación de los obreros. Se les llamó la atención y se les advirtió que la esclavitud y las medidas coercitivas no iban a permitirse. Continuaron sordos. 3: Gran Bretaña rompió relaciones con México; Estados Unidos y Holanda decretaron un embargo comercial a sus productos. Compraron petróleo a Venezuela y difundieron mentiras y amenazas contra esa nación. 4: Hubo algunos traidores que cobraron el equivalente a 15 millones de pesos mexicanos actuales por tratar de impedir la nacionalización. No dio resultado. 5: Pidió México que se establecieran jornadas de trabajo de 40 horas a la semana y el pago del salario completo en caso de enfermedad. ¡Qué abuso!
Tres distinguidos políticos mexicanos, Jesús Silva Herzog, Efraín Buenrostro y Mario Moctezuma, legislaron y se decidió oficialmente pagar a las petroleras de inmediato 26 millones de pesos en indemnizaciones.
Los dirigentes de las petroleras se entrevistaron con el Presidente y, con sarcasmo, le preguntaron: ¿quién garantizará el pago de ese dinero?
El general Cárdenas del Río contestó: “El Presidente de la República”. Y ellos respondieron: “¿Usted y quién más…?” ¡Qué elegancia!
¿Qué le parece, señora presidenta? ¿Comprenderá ahora la diferencia entre una y otra expropiación?
Por todo ello, Cárdenas expresó en un párrafo histórico que [las empresas petroleras extranjeras] “con su labor de obstaculización constante a los gobiernos mexicanos en pago por las facilidades otorgadas, nos han obligado a dar este paso para salvar el decoro de México”.
A usted, doña Cristina, le falló el tiempo y la forma; lo habría conseguido igual sin tantos desaciertos y con menos soberbia.
Me pregunto: ¿quién asesora a esta dama de cristal?