Nuestra economía al garete por neoliberalismo

Magdalena Galindo

Tiene razón la Canacintra (Cámara Nacional de la Industria de Transformación) al señalar que la devaluación que ha experimentado el peso en las últimas semanas debe alertar sobre la debilidad que presenta la economía ante los choques que vienen del exterior.

En efecto, se trata de una depreciación significativa de nuestra moneda, que tiene como causa directa la crisis que está viviendo Europa, en donde la deuda y el déficit fiscal de Grecia han puesto en entredicho la operación del euro como moneda comunitaria, y el caso de España en donde hay una discusión entre la Unión Europea, con Alemania y Francia a la cabeza, que insisten en la necesidad de un programa de salvamento para el país ibérico, y el gobierno español que no quiere aceptarlo, por las condiciones exigidas y por la pérdida de capacidad de decisión para establecer sus propias políticas.

El otro factor, de no menor importancia, son los datos aparecidos precisamente la última semana sobre la economía estadounidense, donde el desempleo aumentó al 8.2 % y el crecimiento de la economía se vuelve más lento, de modo que el presidente Obama reconoció que la recuperación es hoy más lejana y que la economía de su país “afronta graves turbulencias”.

Las dificultades que enfrentan Europa y Estados Unidos para salir de la crisis financiera y la recesión consiguiente son las causas de la devaluación del peso, como lo muestra el hecho de que todas las bolsas del mundo, incluida la de México, han experimentado fuertes caídas en estos días, como respuesta a las mismas informaciones sobre la crisis.

No puede atribuirse, como han señalado algunos voceros, al cambio en las informaciones de las encuestas sobre el proceso electoral mexicano, después del surgimiento del movimiento Yo Soy 132.

No es que la economía permanezca en general ajena a los sucesos políticos. Es más, podría decirse que las Bolsas constituyen uno de los espacios más sensibles a los acontecimientos de orden político. Sin embargo, no se trata de una respuesta mecánica en la que un avance de la izquierda o un movimiento social genere necesariamente una caída en las Bolsas o un pánico financiero.

Para explicar la depreciación del peso de hoy hay que recurrir, como ya se ha dicho, a las condiciones de la crisis en Europa y Estados Unidos, y también hay que destacar, como lo han señalado los dirigentes de la Canacintra, la enorme vulnerabilidad que tiene hoy la economía mexicana ante los sucesos de los mercados internacionales. Ciertamente, se puede afirmar que una de las consecuencias de la globalización es el rápido contagio de las crisis entre las economías nacionales.

Sin embargo, podríamos decir que el caso de México es extremo, en cuanto el neoliberalismo de las políticas gubernamentales y la reorientación de la economía hacia el exterior —que han significado una pauperización de las clases trabajadoras y una depresión del mercado interno— han determinado que la economía mexicana pierda toda autonomía y como quien dice navegue al garete.

Frente a esa realidad, no es cierto que las reservas de México que hoy suman alrededor de 154 mil millones de dólares, por cierto obtenidos a través de la deuda contraída por el país y de la inversión extranjera que finalmente también opera como una deuda con el exterior, ni la disponibilidad de un crédito por 72 mil millones de dólares con los organismos internacionales, constituyan un blindaje de la economía. A fin de cuentas, si la fuga de capitales sigue presionando el peso y provocando su devaluación, lo peor que podría hacer el gobierno es destinar esos miles de millones de dólares a la evaporación en el mercado para detener la devaluación. Lo necesario no es buscar el blindaje ficticio, sino fortalecer el mercado interno y disminuir la extraordinaria vulnerabilidad de la economía mexicana.