Entrevista a Raúl Rodríguez Rodríguez/Autor de Coro de monólogos

Mario Saavedra

Primera novela de Raúl Rodríguez Rodríguez, Coro de monólogos —México, Grupo Difusión Científica, 2012— se sitúa en la prospectiva más dramática de lo que pudieron haber sido los pasados comicios del 1 de julio, y si bien en este inicial ejercicio narrativo —con todo lo que ello pueda implicar de ejercicio alentador y de riesgo— su eje primordial está construido sobre la base de la ficción, de igual modo intervienen datos e información que este hombre básicamente de medios tiene con respecto a ese ejercicio tan nuestro de lo que solemos llamar el “festín político”.

 

Un cuento

Siendo tú un hombre de medios, ¿por qué la novela y no el reportaje o la crónica?

A ratos parece una crónica de nuestro México contemporáneo, pero la novela permite acceder a muchos otros recovecos que son inalcanzables o intransitables para el periodismo. Me pareció entonces que la novela era una forma más dúctil y atractiva de narrar mi visión de las cosas.

Siempre resulta muy revelador de su autor, el título de una obra… ¿Por qué Coro de monólogos?

Inició como cuento, cuando en el año 2000 se hablaba mucho del cambio: Fox, Labastida y Cuauhtémoc; en aquel momento desarrollé la hipótesis de que podría perder el PRI. Ese primer esbozo de cuento se convirtió entonces en novela, y a la hora de sustentar la trama de en lo que podría haber derivado esta coyuntura del 2012, me di cuenta que grupos, sectores, niveles económicos, clases sociales, cámaras, partidos políticos, cada uno está sumergido en su propio “monólogo”. Así, haciendo una toma aérea del país, me imaginé un “coro de monólogos”.

Vargas Llosa se refiere en su capital ensayo La verdad de las mentiras a la naturaleza reveladora del lenguaje literario con respecto a la realidad. ¿De qué naturaleza es lo que revela Coro de monólogos?

Se refiere de una manera muy descarnada a la naturaleza de la clase política del país; hace referencia a la condición humana, a las profundidades del ser, a que, como dice por ahí un columnista: “El poder hace iguales a todos los seres humanos”. Habla de lo brutal que puede llegar a ser el ser humano, pero también de lo sublime que podemos encontrar en nuestra sociedad, en nuestras culturas, en ese amplio mosaico de diversidades que conforman lo que es México.

El poder, ¿para qué?

“Lo sublime y lo grotesco”, decían los románticos, desde Víctor Hugo. Ha sido la lucha por el poder, desde tiempos inmemoriales, material de la literatura. ¿Acaso es en tu libro, más que un tema, un personaje?

Sí le atribuiría cierta dinámica al poder en sí mismo, aunque el énfasis estaría más bien en para qué se quiere el poder. Y aquí es donde me parece que la sociedad ha renunciado a su responsabilidad de supervisar a nuestros políticos, a nuestra clase política. En sí misma la cuestión política, en cuanto cosa pública, no tendría por qué dañarnos como lo hace, pero comienza a ser un rebote contra nosotros mismos conforme dejamos a la clase política libre y así decidir cosas importantes que nos competen a todos. Por eso hago mucho énfasis aquí en que siempre habrá una corresponsabilidad, en lo que concierne al desorden en el país, entre la sociedad y la clase política.

Te refieres desde luego a “la apatía”, tema esencial en tu libro. Milan Kundera insiste categóricamente en que el sentido vital de la novela moderna, desde Cervantes, ha sido “la búsqueda imperiosa de la esencia del ser”… ¿Acaso Coro de monólogos está movido por esa misma necesidad?

Sí, porque esta esencia de la condición humana se refleja en toda la historia del país, y hay muchos ejemplos de dicha condición tocada por la autoridad o por el poder. Es un misterio cómo al ser humano nunca acabamos de conocerlo en su condición impredecible, conforme en situaciones climáticas puede reaccionar de muchos modos, pudiendo llegar a mostrar rasgos tanto de su esencia sublime como grotesca.

 

Anécdotas políticas

“El hombre es el lobo del hombre”. Es indudable el contacto que la novela ha establecido infinidad de veces entre la historia y la crónica, como una especie de puente humanístico entre ambas. ¿Qué presencia tienen aquí ambas?

Total, porque creo que el libro está cosido a base de anécdotas políticas tanto del México revolucionario como contemporáneo. Yo particularmente soy un fanático de la historia política, y tiene muchas referencias al respecto. Y crónica también, porque hay referencias del presente inmediato, aunque haga una prospectiva de épocas del México por venir, en un afán casi futurista, diría yo.

Los poetas en la antigüedad eran reconocidos como auténticos videntes y profetas, condición que en buena medida transmitió la poesía, como manifestación esencial del arte, a los demás géneros. ¿Acaso está presente dicha condición en Coro de monólogos?

No quise ser un oráculo o ave de mal agüero, deseando en cambio en esta ocasión que la ficción rebasara y superara por mucho a la realidad. ¡Más bien ha intentado ser  una película descarnada de lo que podríamos llegar a padecer como país si no actuamos oportunamente! Y en esencia eso lo mueve, siendo su propósito esperanzador precisamente crear consciencia para que en la realidad no ocurra lo que aquí sucede por la apatía de la gente.

Por último: ¿periodismo, política o literatura?

Leí recientemente un ensayo sobre la obra de Jean-Paul Sartre, y allí se hace referencia a que a él le interesaba la “literatura comprometida”, conforme a través de su obra de ficción buscaba impactar en la realidad de su tiempo y en sus contemporáneos. Me identifico mucho con eso, porque Coro de monólogos ha buscado incidir —de  manera consciente, pero sobre todo implícita a mi condición y mi pensar— propositiva y positivamente en una realidad y un quehacer políticos que debieran involucrarnos a todos.