Joaquín Pérez Sánchez

Tras más de un mes de que el fundador de Wikileaks, Julian Assange, se refugiara en la embajada de Ecuador en Londres, solicitando asilo político, para evitar su extradición a Suecia, el gobierno ecuatoriano aún no ha tomado una decisión, la cual se espera expectante, sobre todo por la posible reacción estadounidense.

El ex hacker australiano perdió en la capital británica (el 14 de junio pasado) la batalla legal que impedía su extradición a Suecia, país que pidió su extradición para que responda por presuntos delitos sexuales.

Assange se refugió el 19 de junio pasado en la embajada ecuatoriana en Londres y solicitó asilo político a ese país por: “amenazas de muerte, boicot económico y la posibilidad de ser entregado a las autoridades de Estados Unidos”, donde podría ser enjuiciado por espionaje y condenado a la pena capital.

El temor de Assange está fundado, ya que a través de Wikileaks se han revelado al mundo, desde el 2010, miles de comunicaciones diplomáticas y mensajes confidenciales de distintos funcionarios del gobierno estadounidense y de otros gobiernos, los cuales muestran las reiteradas violaciones a los derechos humanos, los delitos y la corrupción imperante en las esferas del poder.

Ello le ha ganado al australiano el odio de los sectores más reaccionarios del poder, sobre todo en Estados Unidos, donde incluso se ha demandado su eliminación física. El acoso sobre Assange y su sitio ha sido permanente, pero fue en Suecia donde el escenario cambió, tras ser acusado extrañamente por “abusos sexuales”, aunque las autoridades suecas no han emitido una orden de “prisión”, ni se conoce que haya iniciado un “proceso judicial” en su contra.

En este contexto, donde los aspectos legales del caso están poco claros, la duda se agranda y los aspectos políticos cobran mayor fuerza. Como sea, el gobierno ecuatoriano en boca de su propio presidente, Rafael Correa, dijo que tomará el tiempo que sea necesario para dar una respuesta, lo que implica la revisión exhaustiva de todo el proceso, lo cual podría durar años.

Mientras tanto, Ecuador se encuentra en medio de un escenario electoral, con un enfrentamiento permanente entre el gobierno y los medios de comunicación privados, además de fricciones diplomáticas con el gobierno estadounidense, por las relaciones entre Ecuador e Irán.

Por lo tanto, el caso Assange se convierte en un componente fundamental del escenario político ecuatoriano y global. Tanto así, que el gobierno estadounidense negó públicamente que presione a Ecuador por este caso, mientras que decenas de intelectuales, artistas y cineastas, de todo el mundo, solicitaron a Correa que otorgue el asilo político.