Concluyeron los Juegos Olímpicos con un show espectacular
Guillermo García Oropeza
Acabaron los Juegos Olímpicos con un show espectacular que demostró la maestría de los ingenieros y técnicos ingleses, dignos herederos de los que hace ya tantos años instrumentaron la Revolución Industrial que llevó a la Gran Bretaña, por mucho tiempo, a la supremacía mundial.
Pero si la maestría técnica se demostró a los ojos del planeta, la calidad artística propia de un mediocre concierto de rock (o como se llame la música comercial de hoy) demostró, a su vez, que con Los Beatles parece haberse acabado el genio creativo británico que parecería ser
de una sucursal provincial de la música yanqui. Y, a mí, que fui anglófilo cultural me duele ver a ese Reino Unido de hoy que se ha ido deslizando hasta convertirse en una colonia norteamericana. Y por cierto se dice que London 2012 ni siquiera fue el gran negocio esperado, ya que la gran afluencia normal de turistas a Londres se vio disminuida por los que supusieron que todo estaría abarrotado por los turistas olímpicos y prefirieron otro destino. Pero en fin, así es el business.
Pero lo que más importa son las diversas lecturas que se pueden hacer después del evento. Como la que hacen ciertos medios rusos que, en una cuenta muy original, afirman que la vencedora en London 2012 sería la desaparecida Unión Soviética, cuyos herederos ganaron 163 medallas incluyendo casi cincuenta de oro, una cuenta sugerente de los frutos tardíos que siguen dando los vastos programas deportivos que tanto impulsaron los soviéticos, y que seguramente son el modelo que inspiró a China para convertirse en esa potencia deportiva que es hoy en día.
Y la lectura rusa nos llevaría a jugar con otros conteos como el que me proponía un amigo sobre una lectura racial del medallero, para ver qué tantas medallas fueron para blancos o negros o amarillos, y al hecho de que países minúsculos o pobres —Uganda, Bahamas, Jamaica o Granada— tienen tanto que enseñarnos a potencias “medias”, para decirlo suavemente, como nuestro México que hubiera ofrecido otro papelazo de no haber sido por los futbolistas que nos dieron uno de los pocos momentos felices del sexenio.
Todo esto nos lleva a la misma meditación recurrente y repetida cada cuatro años en torno a la gran reforma de nuestro deporte que implica un vasto programa de construcción de instalaciones, de preparación de docentes deportivos, de detección y apoyo de talentos, de información alimenticia y tantas cosas más, y no para subir en un congestionado medallero mundial sino para mejoría de todos los mexicanos.
Y recordar que en China funcionan 15 mil centros de enseñanza deportiva lo que explica su hegemonía. O para no ir tan lejos, asomarnos a la pequeña y hermana Cuba que también nos podría enseñar una que otra cosita.
