Multimillonarios locales pusieron a buen recaudo esa cantidad

 

Alemania tiene el empeño histórico

de encabezar Europa.

Antonio Gala, El Mundo

 

 

Regino Díaz Redondo

Madrid.- En doce meses se fugaron de España —huyeron— 220 mil millones de euros que suman casi dos veces y media el dinero —cien mil millones— que la Unión Europea aprobó para rescatar el país de su pésima situación económica. Dinero este que aún no se recibe.

Los españoles multimillonarios pusieron a buen recaudo esa cantidad sin el menor pudor. Son los capitales golondrinos que emigran cuando se aproximan la tormenta y lucran, avaros, con atmósfera agradable. Están más activos que nunca. Salen de los países periféricos a la chita callando y se refugian —pobres— donde la vida les acaricia con brisas estimulantes que garantizan sus privilegios e impunidad.

Es una triste realidad de esta nación que vive uno de los peores momentos de su historia.

La visita de Merkel

Recalan los dineros en paraísos fiscales como Mónaco, Luxemburgo, Islas Caimán, Andorra, Las Bermudas, Belice y algunos otros sitios más camuflados. Allí, los reciben con aplausos y son guardianes de su bienestar y tranquilidad.

A la sombra de los gobiernos neoliberales y socialistas, todos defensores del status quo, crece el dinero mal habido y es tanto que sus dueños no alcanzan a gastarlo ni con el derroche ni la ostentación.

¿Quién investiga este delito fiscal?  Nadie. ¿Conocemos los nombre de quiénes lo comenten?

El gobierno sí lo sabe, pero no los toca. Son los salvadores de la patria, emprendedores respetables que dan nombre y presencia al país. Individuos intocables, personas ejemplares, flor y nata del elitismo internacional.

Mientras tanto, hace unos días doña Angela Merkel estuvo en España, acontecimiento de primera magnitud, ignorado en su país y en los medios de comunicación germanos. Pero aquí, su estancia de unas horas sirvió para agitar el mundo político y financiero.

Como de costumbre, la canciller halagó el tremendo esfuerzo realizado por Mariano Rajoy y le instó a seguir cumpliendo con sus deberes. Magnífico ejemplo de una diplomacia patética que practica tan distinguida señora en el medio ambiente europeo.

En frente, sin estarlo, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, anuncia, a todo trapo, que comprará deuda española “ilimitada”, siempre y cuando el gobierno acepte “las estrictas condiciones” que le imponga. Grandioso resultado que nos trae la presencia de la dama de Brandenburgo y que deja a la nación con las dudas de siempre.

Merkel es resbaladiza; en la rueda de prensa, posterior a su reunión privada con Rajoy, para nada abordó el tema de los eurobonos, lo que significa que ella sigue contraria a emitirlos.

En este tour de force amañado, en el que Draghi aparece como el súper héroe, el adversario es el Bundesbank que claramente ha manifestado su rechazo a la adquisición de bonos españoles e italianos.

Es evidente la complicidad que existe entre los países del norte del continente para conseguir —podrían lograrlo— la creación de una moneda única para esa zona, independiente y ajena al euro. Se habla, no lo tome muy en serio, del florín.

Si esta idea cristaliza el resultado está ahí: desaparición del Eurogrupo, una Unión Europea a dos velocidades y una fractura irreversible del proyecto histórico que une a 27 países.

Doña Angela, condescendiente, hasta sonrió, y afirma que “también en Alemania tuvimos que pasar por reformas similares” y que hay que darle tiempo —¿más todavía?— a este gobierno para que siga por el buen camino.

Qué belleza política, cuán admirable actitud de la dama teutona. Los europeos deben rendirle homenaje en todas partes y reconocer que su sacrificio va más allá de lo que puede exigírsele a un ser humano.

Película de ciencia-ficción

En este orden de ideas surgen algunas definiciones claras que pueden traducirse de esta manera:

Amenaza: España debe seguir con los recortes —¿nos quedaremos sin tela?—  porque de lo contrario podríamos ser expulsados del euro y caer aún más en desgracia frente a los grandes países salvadores de la geografía que nos rodea.

Cine terror: dice el presidente del Gobierno que “no tocaremos las pensiones… por el momento”. Tocará las pensiones si es necesario, según él, y este paso marcará su caída más temprano que tarde.

Exigencia: el gobierno tendrá que pedir oficialmente el rescate —palabra que no está en su diccionario— si quiere verse favorecido con el dinero que pide. De lo contrario, no llegará. Una cosa es aprobar teóricamente la inyección de miles de millones de euros a la economía nacional y otra que estas cantidades lleguen contantes y sonantes.

Es una película de ciencia-ficción más estremecedora que las de Alfred Hitchcock.

Los líderes políticos —es que no los hay— se ahogan en su ignorancia y falta de imaginación. Valientes no lo son, prefieren la poltrona aunque sus súbditos tengan que pagar por ella.

Creen que los ciudadanos protestan, pero que no van a cambiar nada. Y se equivocan, no hay más que echar un vistazo a la indignación que existe y que aumenta sin cesar.

Todo es cuestión de tiempo. Ojalá la transformación sea pacífica y razonable, pero los indicios no apuntan por esa ruta. El sendero está ya intransitable. Hay que rediseñarlo y cambiar su trayectoria.

Tal cosa ocurrirá pésele a quien le pese. Todos seremos afectados: ricos y pobres, blancos, negros, amarillos, cobrizos y los que son productos de estas mezclas.

A los servidores del becerro, aunque sea de barro, les gusta y disfrutan de situaciones insólitas como la actual. Nadie sabe quiénes son y, si se dan cuenta, lo echan al olvido.

Los ministros juegan con el sentimiento de los habitantes. Lanzan arengas falsas y prometen lo que no van a cumplir. Cambian de parecer como veletas mal orientadas. Se desdicen y titubean cuando se trata de responder a preguntas concretas. Eluden a los periodistas o se limitan a reconvenirlos como lo hace a menudo Esperanza Aguirre, distinguida representante del medioevo español.

Esta señora ha mentido tanto, que ya resultan risibles sus declaraciones. Respaldó y respalda posiciones tan ultras que ha perdido la credibilidad. Está un poco angustiada y lo exhibe. Lanza comentarios indebidos y pide disculpas a menudo. Dice y se contradice.

Ultimamente, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha vuelto a la cargada contra Rajoy como lo hizo en 2008 cuando el Partido Popular perdió las elecciones generales.

Acaba de mostrar su verdadero rostro: afirma que subir los impuestos es indebido y que esto origina una disminución total en el consumo por lo que los ingresos serán menores. Teoría simplista que utiliza cuando quiere para darle alguna que otra cachetada al presidente del Gobierno.

Cree ella que aún tiene posibilidad de llegar al gobierno central y hace llamados continuos a los nostálgicos del pasado, a los que todavía se alimentan de los rescoldos totalitarios.

Nos quedamos con una frase antológica de Luis de Guindos, ministro de Economía, que resume todo con una lucidez asombrosa: “La batalla del euro se libra en España”.