Algunas cifras

Magdalena Galindo

Desde que se implantaron las políticas neoliberales en México, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, no sólo la economía mexicana, sino el país en su conjunto ha ido de mal en peor. No se trata simplemente del comportamiento de algunos indicadores que, de acuerdo con los ciclos económicos, pueden mostrar situaciones de crisis en algunos años y mejoría en otros, sino de que a partir de la reorientación de la economía hacia el exterior, se abrió paso al saqueo del país y, por otra parte, se rompió el pacto social establecido desde la Revolución Mexicana, pues la competitividad en el mercado internacional sólo se ha sustentado en la baratura de la fuerza de trabajo, y esto significa que en estas tres décadas, los salarios han disminuido en términos reales todos los años, y todas las políticas, como en estos días la contrarreforma laboral, han estado encaminadas a disminuir las condiciones de vida de los trabajadores para bajar los costos de los empresarios a fin de competir en el mercado globalizado. A la caída de los salarios, se ha sumado la restricción del gasto público en servicios sociales, de modo que hoy México es el país que registra el más bajo porcentaje de su producto interno bruto dedicado a gasto social, entre todos los países de la OCDE (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo a la que tan orgullosos han estado los sucesivos gobiernos de pertenecer.

Si en lo que atañe a las condiciones de vida y a la desigualdad, las cosas han ido de mal en peor, lo que me parece más grave, porque atenta contra la existencia misma de la Nación, es el ingreso masivo de la inversión extranjera que implica a la vez el saqueo de la riqueza del país, la acentuación de la dependencia económica y la supeditación política a los intereses del gran capital internacional.

En estos días se ha informado de la venta de la empresa mexicana Comex a la estadounidense Sherwin-Williams  por 2 mil 340 millones de dólares. Apenas en junio pasado, se informó de la venta de la cervecera Grupo Modelo a la empresa danesa  Anheuser Busch InBev por 20 mil 100 millones de dólares. Y éstos son sólo algunos ejemplos de lo que está sucediendo, pues ahora ya ni siquiera pueden argumentar los neoliberales del gobierno que la inversión extranjera crea empleos en el país, pues sólo se trata de un cambio de propiedad de empresas mexicanas establecidas y funcionando, a manos del capital extranjero.

Si se miran las corrientes de la inversión extranjera en general, las cifras son impresionantes. Baste mencionar que, como lo destacaba Juan Antonio Zúñiga en La Jornada, el saldo total de la inversión extranjera directa llegó en junio pasado a 339 mil 800 millones de dólares. A ese saldo los que más han contribuido son los gobiernos panistas, pues entre 2001 y 2012 ingresaron a México 267 mil millones de dólares, lo que equivale a decir que esas corrientes fueron 423 por ciento superiores al saldo acumulado de la inversión extranjera en México en toda su historia hasta el año 2000. Un dato que muestra de modo dramático el saqueo del país es que mineras recientemente establecidas aquí, en su mayoría canadienses, han extraído en 10 años más oro de nuestras tierras que todo el oro que saqueó España durante los tres siglos de Colonia.

Y no sólo eso. Además de dar libre paso al capital extranjero para explotar los recursos  naturales y la fuerza de trabajo mexicana, los gobiernos panistas han recurrido para financiarse a la venta de papeles de deuda en el mercado interno, y se ha permitido que esos bonos sean comprados por extranjeros, de modo que en este último año del sexenio de Felipe Calderón los inversionistas extranjeros han comprado 598 mil millones de pesos en títulos del gobierno federal. Como es evidente, aunque estos títulos se venden en el mercado interno, al estar en manos de capitalistas extranjeros, se convierten en deuda externa, que además tiene una alta volatilidad, pues en cualquier momento  esos inversionistas pueden retirarse del mercado mexicano. Ésa es una de las  razones por las que México, como otros países subdesarrollados, se han visto obligados a mantener congelado un alto monto de reservas, a fin de poder hacer frente a las fugas de capital repentinas.

El país, pues, ha ido de mal en peor con los neoliberales en el poder. Y esto no es un asunto ideológico sino lo que dicen las cifras.