Filtran en España información de depósitos en el extranjero de Mas y Pujol
Regino Díaz Redondo
Madrid.- Poco creíble, pero ahí está el borrador del informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la policía, en el que se acusa a la familia catalana en el poder: Artur Mas, Jordi Pujol y miembros de su equipo, de obtener ganancias por 136 millones de euros y depositarlas en Suiza y Liechtenstein, en los últimos años.
El diario El Mundo, de centro derecha, acérrimo enemigo de la independencia de Cataluña, lo tiene en su poder y lo maneja como nota principal en los últimos días que coinciden, casualmente, con las elecciones en esa comunidad.
Dichos personajes ya presentaron una querella civil contra el periódico y sostienen que es mentira lo que se dice y que es producto de una campaña “inmunda” de los neoliberales del gobierno, representantes de la “España que nos roba y saquea”.
Dimes y diretes
La filtración del documento se achaca a fuentes del Ministerio del Interior, cuyo titular no es mucho de fiar.
De inmediato, Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, se apresura a decir que “se investiga el caso porque presenta índices de fraude ya que es ilícito tener cuentas en el exterior que no hayan sido comunicadas al erario de manera regular”.
Un motivo más que se suma a la incertidumbre y desasosiego en que se encuentra este país con poca cabeza y muchas manos metidas en las arcas públicas y privadas.
Por todos los lados le llueven mandobles al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y a los miembros de su gabinete. La nación sigue dando vueltas en la tómbola del descrédito internacional, a veces merecido y otras propiciado para sacarla del mapa europeo.
El líder de esa comunidad —todavía comunidad española—, dice que el texto fue sacado “de las cloacas del Estado”.
Don Jordi, por su parte, asegura que todas las acusaciones “no nos dan miedo sino asco”. Y Josep Antonio Durán i Lleida, el moderado, sostiene que a “España le falta madurez y cultura democrática” en su eterno afán de estar ahí, figurar, sin agarrarse las manos para después irse a casa —en el hotel Palace de esta capital— a esperar el siguiente día de sesiones de los diputados.
Los medios de comunicación tocan con pinzas el asunto; unos, le restan importancia, si acaso una columna en primera plana; otros lo mandan a interiores; los más, los ultras de siempre, lo siguen con titulares amarillistas como nos tenía acostumbrado el nodo de Franco.
Rosa Díez, presidente de Unión Progreso y Democracia, interviene para echarle más leña al fuego: “La Cataluña de CIU es la cueva de Alí-Babá”, y agrega que “quieren el separatismo para buscar la impunidad”.
Felipe González vuelve a lavarse las manos. En una entrevista que le hace El Periódico no toca el tema. ¿Sorprende? No. Tiene que haber sido pactado porque en pleno escándalo nacional sobre este asunto, el socialista pasa “de rositas” sobre el caso para no implicarse demasiado como lo viene haciendo últimamente.
Al parecer, en el documento que guarda Pedro J. Ramírez en caja de seguridad, las empresas que pagaban o inyectaban dinero a la Generalitat actual y pasada, lo colocaban en cuentas privadas de los mencionados personajes y algunos más de su comparsa.
El documento viene del gobierno
Resulta obvio que el informe sin firma —por lo menos hasta ahora—, pero sí escrito en papel membretado de la UDDF viene al pelo al gobierno y a la derecha, pero también preocupa a una izquierda que se mantiene al margen, como si nada pasara, por instrucciones de su líder Alfredo Pérez Rubalcaba.
Se da como un hecho en esta trama, falsa o verdadera, que el padre de Mas recibía el dinero y lo depositaba en cuentas bancarias y cajas de seguridad de esas naciones.
¿Cacerías de brujas…? Pues sí, pero engrosará el desarraigo de los catalanes y su animadversión a España.
Una vez más aumenta la carga sobre el país y agrava los momentos político y económico por los que atravesamos. La situación es intolerable; todos hablan, sueltan verdades, las embellecen con pequeñas o grandes mentiras, y se revuelven en un ambiente de ofuscación en el que la lucidez no es precisamente uno de los atributos de nuestro quehacer diario.
La izquierda, ¡ah, esa izquierda sin color que representa el Partido Socialista Obrero Español!, duerme una larga siesta después de sus fracasos continuos y del rechazo de sus antiguos votantes en todos los lugares de la península.
La supuesta prevaricación no tiene fecha de caducidad. Se convierte, evidentemente, en una novela por entregas cuyo final nadie puede prever aunque no será seguramente positivo.
A la larga, estos acontecimientos marcan la historia actual que se presenta como una de las más negras por la que atravesamos.
En tanto, Rajoy y su equipo están aturdidos. Se les abren frentes por todos lados. Es dudoso que el informe reste votos a los que piden independencia sin saber el verdadero significado de esta palabra.
Ocurrirá al revés, los miembros enajenados de Izquierda Republicana per Catalunya ya tienen más tela de donde cortar a su favor. Crecen los insultos, corroe el desprecio mutuo, se manifiesta la incompetencia oficial y la desidia vence por nocaut a la imaginación y creatividad.
El diálogo se despide asustado. Los monólogos se apoderan del ambiente. Todos contra todos; si es así, caeremos sin remedio.
Un ridículo más
Personalmente creo que el mencionado informe no tiene bases sólidas y es producto de un intento fallido para detener el movimiento independentista de esa región.
Hay que resucitar la hidalguía, combatir la soberbia a la que hemos dado un título nobiliario y cachetear el egoísmo para que resucite el sentido común.
Si esta serie de improperios, envidias, rencores, frustraciones cuajan, haremos nuevamente el ridículo, un espantoso ridículo envuelto en papel de plástico usado y el doctor Jekyll asomará las orejas.
Los españoles nos estamos pudriendo y las voces de alerta de los pocos que lo pregonan son acalladas por un gobierno anodino y represivo que se inventa leyes antipopulares, como si fueran churros y las distribuye para hundirnos más. Inclusive, las festeja con asombroso cabeceo irreflexivo.
La casa del pueblo —nuestra sin par democracia— pasa a ser la casa nostra—, la equivocación y el pavor mina la poca entereza que aún se resiste a morir.
Impera la libertad pero condicionada. Como la huelga del pasado 14 de noviembre. La desorientación es el común denominador de una sociedad que no sabe dónde colocarse ni qué papel desempeñar dentro y fuera.
Tenemos la vista extraviada, el rostro triste, compungido y retador, ¿pero a quién retamos si se ríen de nosotros?
El intercambio de epítetos es cotidiano. Don Mariano a Mas: “No tiene agallas”; éste a Rajoy: “Vuelve el franquismo”.
El catalán dice que llegará el separatismo por encima de la ley y de la Constitución, porque no se puede detener a un pueblo que desea formar un país dentro de la Unión Europea.
Nuestro gallego jefe del Ejecutivo, con su ya conocida dialéctica, echa mano de sus frases repetitivas y monocromáticas. Ni quien le haga caso, mucho menos hay quien siga sus fútiles consejos que no son más que arengas para salir del paso.
Las protestas públicas de los ciudadanos son consideradas como “atentados contra el orden”. Los jóvenes se fugan en fiestas oligofrénicas y en comportamientos sodomasoquistas para huir de la realidad.
Pistola en el cinturón y cárcel perpetúa a los que se rebelan.
El Congreso de los Diputados se ha convertido en el coto privado de sus señorías. No se autorizó un plantón en la Fuente de Neptuno, que está a 150 metros del Congreso, porque “perjudica y altera sicológicamente a los diputados”. La sentencia es del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
¡Vaya tamaño de barbaridad!
La euforia y el radicalismo nublan el horizonte español; los líderes obreros son pequeños seres sin influencia suficiente. Gritan pero hasta cierto límite… hasta el límite en que no afecte el orden establecido por los que propician medidas intoxicantes.
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, amenaza: “Las fuerzas armadas son conscientes de la gravedad del desafío independentista… pero son apolíticas”.
De hecho, el funcionario advierte que el ejército podría cambiar de parecer. ¿A quién pretende asustar este individuo?
Seguro que él es el más tembloroso. Viejos tiempos acuden a su mente. La nostalgia de las sublevaciones militares le hace hablar así.
Comentaristas “prestigiados” y un exdirector de la agencia EFE se atreven, con irresponsabilidad manifiesta, a decir que la pasada huelga general es “similar a un golpe de Estado” y que “las huelgas sirven para derrocar gobiernos” y que, por lo tanto, no sirven para nada positivo y sí para dar rienda suelta a la anarquía de los violentos.
Sólo en España se permite esta iracundia y tan elevada ira.
Cerremos con una de las frases que se manejan en los medios de comunicación del exterior y entre los políticos de la Unión Europea: “Los pigs se rebelan”.
¡Estos pigs tontos que no entienden!