Rumbo a la “estanflación”, mientras la banca extranjera se enriquece
Magdalena Galindo
Hace muchos años, era una frase frecuente definir a México como un país de contrastes. La frase, aunque aludía desde luego a la desigualdad existente, no dejaba de tener un cierto dejo folklórico, que suavizaba el contenido. Hoy, sin embargo, la desigualdad ha llegado a tales extremos, que ya no puede hablarse de un simple contraste, sino de una realidad que escandaliza.
En estos días los diarios han dado a conocer algunos indicadores que señalan que el contagio de la recesión de Estados Unidos y Europa ya ha llegado a México y que muy probablemente se agravará en los próximos meses. La tasa de crecimiento del producto interno bruto, es decir de todo lo que produce México en un año, ha descendido a 3.3 %, mostrando claramente la desaceleración, pues en el primer trimestre creció 4.5; en el segundo 4.1, y en el tercero el 3.3 mencionado. No sólo eso, sino que el crecimiento de los precios también contradice las previsiones gubernamentales, pues ya se ubica en un 4.77 %, mientras la meta fijada para este 2012 era de 3.0 %. O sea que la economía mexicana ya presenta los síntomas que han caracterizado la crisis estructural, que es la de combinar la caída del crecimiento con el aumento de los precios, fenómeno para el que se inventó el término de estanflación, es decir, estancamiento con inflación.
Tal mezcla significa que los trabajadores enfrentan al mismo tiempo un aumento del desempleo por la recesión y un descenso de su poder adquisitivo por el alza de precios. A lo que hay que sumarle la contrarreforma laboral en curso que significa el más fuerte golpe a las condiciones de vida en toda la etapa posrrevolucionaria. Por si fuera poco, la válvula de escape de la migración también ha sido afectada, ya que la recesión en Estados Unidos ha determinado un descenso en septiembre de 20.2 % en las remesas enviadas por los mexicanos que trabajan en el exterior.
Si se atiende a las finanzas públicas, las cosas no van mejor, pues la deuda pública ha llegado a niveles sin precedente, ya que en septiembre presentó un saldo de nada menos que 5 billones (millones de millones) 51 mil 763 millones.
Si la economía mexicana se encamina a un agravamiento de las condiciones y en especial para las clases trabajadoras, los bancos establecidos en nuestro país, en cambio, gozan de enormes ganancias. Basta mencionar que la filial del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, es decir BBVA-Bancomer registró utilidades entre enero y septiembre de 2012 por 20 mil 437 millones de pesos y es hoy la que aporta mayores ganancias en el mundo a ese grupo financiero, lo que llevó al director del consorcio, Angel Cano, a calificar México, como “nuestra inversión estrella, un país estrella”. Por su parte, la filial del banco británico HSBC obtuvo hasta septiembre 4 mil 413 millones de utilidades netas, lo que significó un aumento en sus ganancias de 62.2 % en comparación con el mismo periodo de 2011.
Contrasta, pues, que mientras la economía mexicana se acerca cada vez más a una recesión combinada con inflación, los bancos extranjeros establecidos en nuestro país obtienen ganancias extraordinarias.