Mientras, nos desprestigian

Regino Díaz Redondo

Madrid.- Hay casos en que se requiere urgentemente la intervención de psiquiatras, líderes políticos auténticos, jueces imparciales, empresarios idóneos y un gobierno que ponga a cada quien en el lugar que merece. Es decir que meta a la cárcel a prevaricadores y cínicos, mande a la calle a varios ministros por ineptos o corruptos, que da lo mismo, y exija un mínimo de decencia a los que se limitan a engordar sus alforjas.

En España, carecemos de estos pequeños atributos que en muchas otras partes del mundo parece que dan buen resultado en beneficio de los ciudadanos.

Aquí, las sombras de la malversación, sobornos, cohechos, amiguismo tapan innumerables rincones del territorio.

Hay dos casos sorprendentes en que “la civilización del espectáculo”, de Vargas Llosa, es ya tan ignara y amoral que el Estado —monarquía o gobierno— se diluye y esconde para no dar el resbalón que lo lleve a la unidad de cuidados intensivos del hospital de donde salió muerto, no muy bien muerto, un dictador inédito.

De entre la basura en que se ha convertido Bankia hay materia suficiente para un sin número de novelas negras ejemplo para las nuevas generaciones si es que éstas logran sobrevivir.

De la organización crediticia a que me refiero saldrá la obra cumbre del sarcasmo y la complicidad entre políticos y “emprendedores”, ayudados por impertérritos moralistas y algún capitoste de cualquiera de las religiones bajo las que nos escudamos.

El banco malo que Mariano Rajoy prometió no crear brilla ahora intensamente. Se llama Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, S. A., y se nutrirá con unos setenta mil millones de euros de los que el 61% proviene de las operaciones basura realizadas por distinguidos banqueros desde hace varios años a la fecha.

No se salva el Banco de España, cuyo expresidente tendrá que explicar por qué no se detectó el fraude cometido por esa institución.

Lea: Rodrigo Rato, ex del FMI y de Bankia, manifestó en su tiempo un superávit de 30 mil millones de euros cuando la realidad es que tenía pérdidas superiores a los 500 millones.

De la buena gestión de don Rodrigo se hizo eco hace unos días Telefónica, que lo nombró consejero para Europa por méritos obtenidos “en campaña”. Recibirá una moderada y honesta remuneración que asciende a doscientos mil euros al año. ¡Qué mal se porta César Alierta con su amigo de toda la vida!

Durante largos años, los dirigentes de los bancos españoles se hicieron multimillonarios y fueron un ejemplo para el resto de Europa.

Rajoy fue el primero en avalar la excelente “administración” del cuerpo de élite de dichas instituciones durante su campaña política y los presentó como “un ejemplo a seguir por la banca internacional”.

Los medios de comunicación, por su parte, salvo las excepciones de siempre palian el desbarajuste y robo porque el que más y el que menos tiene compromisos económicos y préstamos provenientes de fondos especulativos.

Así pues, el valor de Bankia cayó 17 mil millones de euros en dos años y ni quién se diera cuenta.

En estos momentos el agujero de Bankia y sus acólitos supera los 10 mil millones.

El país se hunde

La alegría nos inunda, hasta en esto hemos batido récord. No hay un país en donde sus instituciones financieras hayan logrado con tanta fortaleza contribuir al hundimiento de la nación sin ir a prisión.

¿Nos ha servido de algo esta degradante situación?

Lo adivinó: no.

Para mayor inri, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ha descubierto que “las carencias, indefiniciones y falta de actualización en los procedimientos de control bancario” es ya inaguantable en España.

No se preocupe, aún hay más. El gobierno conservador acaba de autorizar a su amigo Artur Mas, presidente del Parlament, una derrama de 4 mil 300 millones de euros para solventar los problemas que tiene Cataluña.

Bien, muy bien por este señor gallego que debió quedarse en el Pazo de Meirás.

Simultáneamente, el Govern anunció que manejará su Agenda Tributaria fuera de España, como inicio de una serie de medidas para conseguir en unos meses —nos hace ese favor— la independencia de su oprimido pueblo.

¿Somos anormales o cobardes, incoherentes, o viva la virgen, derrochadores o retrasados mentales? Todo y más es posible porque los españoles de a pie aguantamos eso y más con tal de no perder el poco dinero que nos dan como limosna por nuestro trabajo.

Otra vez la España que hiela el corazón.

Olvidaba decir que la oficina antifraude catalana archivó un delito de prevaricación cometido por los miembros de su Hacienda, y lo más importante es que están detenidos y confesos de haberse lucrado con fines políticos.

El padre de Mas —también está comprobado— es titular de “cuentas opacas” y tenía, dicen y ratifican, 2.3 millones de euros en la Unión de Bancos Suizos, producto de operaciones poco claras para la liberación de Cataluña.

¿Qué pasa? Pasa que el gobierno es débil, está sordo, puede ser copartícipe de algunas irregularidades y, de una u otra manera, muchos de sus miembros tienen las manos metidas en negocios fantasmas pero muy productivos.

Necesario un remedio drástico

Mientras, nos desprestigian —¿o ya no tenemos ni un mínimo de prestigio ni de vergüenza?— y callamos. España es para la mayor parte del continente territorio en extinción si no le ponemos un remedio drástico, eficaz y valiente.

Para que vea cómo se las gasta la canciller Angela Merkel le diré que la administración tributaria alemana pagó 5 millones de euros por un DVD que contiene datos del dinero de personajes germanos y de otras latitudes tan sólo en Liechtenstein.

La señora de Brandenburgo mira hacia abajo y con sonrisa bonachona conmina a los españoles a que aprendan alemán porque es muy útil “conocer idiomas” y aprovecha algunos periódicos para lanzar una campaña publicitaria que convenza a los españoles bien preparados que irse a Alemania es la salvación eterna.

En este orden de ideas, cabe mencionar que ya volvimos a dar noticia a Europa: el paro aquí alcanzó al finalizar diciembre la cifra de 6.1 millones de personas en activo, lo que representa el 26.6% del total de los desempleados en la Unión Europea.

Está claro que somos insuperables: entre hacer cola para conseguir trabajo y acudir a los comedores sociales, perdemos casi todo el tiempo que deberíamos dedicar al “trabajo fecundo y creador”. Y esto hace bien en reclamárnoslo doña Angela desde su imparcial punto de vista.

Siga, siga porque esto no es ciencia ficción: España tiene que hacer más ajustes este año para recibir las caricias de la troika.

De todas formas, no alcanzaremos disminuir nuestro déficit al porcentaje que solicitan los especuladores macroeconómicos y, por lo tanto, nuestro futuro, ojalá que lo tengamos, se llenará de borrones negros al menos durante esta década.

Los laureados con el Premio Nobel de la Paz, Durao Barroso y Van Rompuy, están cada vez más orgullosos de su capacidad administrativa y de cómo contribuyen a la igualdad económica y política de este ahora irrisible continente.

En las bolsas de valores, los políticos de postín y los organismos inútiles como la ONU y la OEA hace tiempo que han dado la callada por respuesta. Ni quien sepa de ellos. Es más, ¿se acuerda usted del nombre del secretario general de cualquiera de estos dos organismos? Haga un esfuerzo, pero hágalo sin forzarse porque la meningitis está a la vuelta de la esquina y nuestros genios rechazan a los ignorantes, a las masas, a los que votaron por imbéciles para que llegáramos a alcanzar ese nivel de popularidad.

Sin embargo, debemos ser consecuentes porque hay países con los que competimos, y hasta podemos ganarles, en la destrucción del Estado de derecho.

¿Sabe usted con quiénes compartimos la estulticia gubernamental y el deterioro de las organizaciones sociales? ¿Conoce el nombre de los que se unen a España para soportar la esclavitud soberana a la Europa del norte? Son: Portugal, Grecia y Chipre. Tres grandes economías que siempre estuvieron a la cabeza de las finanzas internacionales.

Aunque para mantenernos en ese altísimo nivel alcanzado a pulso y con gran esfuerzo, es preciso, como sugirió uno de los ministros de Rajoy, “elaborar una ley de huelga”.

¡Ah, estos insurrectos y desorientados empleadillos españoles!

Sólo nos queda echarnos a la mar encontrar un nuevo continente.