En el peor momento de la monarquía
Pensamos en Baltasar Garzón para
postularlo en las elecciones europeas del año que viene.
Gaspar Llamazares
Regino Díaz Redondo
Madrid.- El juicio contra Iñaki Urdangarin, yerno del Rey, va sobre ruedas… ruedas de la época medieval. Empezó en 2011 y habrá algún resultado preliminar a finales de 2014. Total, nada. Quizás avance después de que España se haya quedado sin Cataluña, haya llegado la depresión económica alemana y una vez que Felipe VI (el príncipe Felipe) festeje sus primeros cinco o diez años como monarca. Quizás… quizás un borrador de sentencia aparezca dentro de un quinquenio…
La lentitud paquidérmica que viene al caso por el affaire de Bostwana se ha cambiado y monta en tortuga y su falsa inmortalidad.
Resulta que después de tantas supuestas acusaciones publicadas en los medios, el duque de Palma sigue impune pese a las tropelías que se le atribuyen.
El asunto se retrasa y no por culpa del juez José Castro que, aunque se niegue, soporta a pie firme las presiones de la Zarzuela y de la gente afín a la trama Gürtel que vuelve a la actualidad con el anuncio de que el extesorero del Partido Popular, Lucas Bárcenas, oculta 24 millones de euros en Panamá.
La asociación de delincuentes, prevaricadores absueltos, defraudadores del fisco amnistiados y funcionarios públicos que compran chalet en Marbella, como lo hace Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid de dedo del Partido Popular, permite la confabulación del poder y el dinero; unos se cubren a los otros y en plenas narices de la gente se burlan de ella.
Al esposo de la infanta Cristina se le fijó una fianza de ocho millones de euros para que pudiese permanecer libre mientras se resuelve (bien por los optimistas) su caso.
El expresidente de Noós la recuerda ahora porque afirma que él no recibió ningún dinero de Valencia ni de las Baleares.
Es decir, que no las cobró en las oficinas de esas comunidades sino que fueron depositadas en cuentas a su nombre en los bancos sin que él se hubiese dado cuenta.
Entre las empresas favorecidas se encuentran Aizoon, fantasmal negocio del que es socia la hija del rey Juan Carlos.
Cínico endémico, prepotente, individuo con pocas luces y enorme soberbia, el exjugador de balonmano está tratando de pasar la bola a otros antes de que se la arrebate la justicia.
Su abogado, Mario Pascual, afirma que el navarro está limpio como la patena y que sólo era una figura “decorativa” en la trama y el robo que urdieron durante más de seis años.
Dentro de toda esta maraña de corrupción, añeja y actual, España vive un momento de decadencia moral de sus dirigentes similar al pasado antidemocrático.
Por fortuna, en esta embarcación al garete la voz del fiscal general del Estado (procurador general de la República para nosotros), Eduardo Torres Dulce, asegura que ningún latrocinio quedará impune.
¿Tendrá tiempo para cumplir con su promesa, o es sólo eso, una promesa política?
Una sopa incomible
Para darle más sabor a esta sopa incomible, la Audiencia Nacional acelera la investigación sobre la familia Puyol, tampoco muy limpia en esto de los dineros.
Para tapar ésta y muchas más malversaciones y enriquecimientos ilícitos cometidos por el poder y en el poder, se echa mano de la declaración de un distinguido economista germano que advierte —¡oh, visionario amigo!— que llega la debilidad en la economía alemana y se inventa el fenómeno merquelvialismo para anunciar la posible caída de la dueña de los tesoros de la Unión Europea.
Por cierto que ésta acaba de retirar de las arcas francesas 3 mil 396 toneladas de oro que tenía allí en depósito. Por si las moscas.
La fuerza de la canciller, independientemente de su capacidad política innegable, la adquiere porque tiene en su poder el nombre y las direcciones de los prevaricadores de Europa, entre los que están distinguidos y respetados españoles que a diario defienden su patriotismo desde depósitos fraudulentos en el entorno y otros países menos exquisitos.
Esa es su arma y no duden que la emplea siempre que alguien osa cuestionar su liderazgo o sus órdenes de austeridad como acaba de ocurrirle al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al que contestó con un rotundo no a la petición de que abra un carril, aunque sea mohoso y estrecho, para poder crecer.
A esa rotunda negativa, doña Ángela Merkel adujo unas cuantas frases más: “España debe seguir cumplimiento con su deber y aplicando más medidas de ajuste para salir adelante”.
¿Pero de dónde saldrá el dinero?
¿Podría el gobierno ser más severo con los evasores del fisco y pasar la amnistía, por ejemplo, a un 40% en vez del actual 10%? O bien obligar a un sinnúmero de instituciones, entre ellas la jerarquía católica, para que paguen el Impuesto de Bienes Inmuebles?
Quizá no se atreva porque el prefecto arzobispo Antonio María Rouco Varela soltó por ahí, no ha mucho, que “esa medida podría reducir los ingresos a Cáritas”, y movió la cabeza con coraje y reprimido.
El juez Castro, hombre de a pie y con las neuronas ajustadas, se ha mostrado incansable y hasta el momento atiende a los medios con frases cortas pero bien significativas.
En estos días —quizá ya lo haya hecho—, tendrá que decidir si los argumentos utilizados por la defensa para evitar la fianza millonaria son válidos o no.
Esperemos que no transija, si no el vendaval inundará de pestilencia todo el territorio.
La Casa Real no mueve un dedo
El espigado y pobrete Iñaki confía en que su pariente, después de regresar del safari herido en cuerpo y alma, meta un poco más la mano en su favor. Aunque hay que reconocer que desde la Casa Real no se ha hecho ningún movimiento en tal sentido.
Si Jaume Matas fue juzgado y sentenciado y Francisco Camps absuelto por obra y gracia del PP, ¿para qué ir más lejos?, se preguntan los asesores del duquísimo.
Por lo pronto, Mario Pascual, letrado insospechable del aristócrata Urdangarin, es la sota de bastos de una baraja marcada con el sello imperial, aunque éste sea falso.
El impoluto personaje acusado pide a gritos que no se le compare con su exsocio Diego Torres, con el que hizo todos los negocios e implicó a algún miembro de la monarquía, institución que atraviesa por el peor momento desde que se instauró la democracia, palabra que llena la boca de quienes nunca la practicaron, pero que les sirve para inflar sus cuentas corrientes y ocultas por ahí, cerca o lejos.
Agrega Pascual en su impugnación a la fianza exigida que “se pueden aceptar criterios distintos en los asuntos económicos de Noós, pero hasta ahí”.
Serían delitos civiles y no penales por los cuales Iñaki no iría a la cárcel, que lo espera ya con impaciencia contenida como la gran mayoría de los españoles.
El yernísimo redondea la falacia cuando dice que “no pude conocer todas las operaciones de la que era mi empresa”.
Este individuo demuestra, una vez más, que la cabeza sólo le sirve para completar el maniquí que tiene en el museo de cera, si es que todavía está allí.
Mientras, al monarca le llueven los problemas: ahora resulta que su íntima amiga la princesa Corinna Zu Sayn Wittgenstein aparece en el guiñol. Lo acompañó a la cacería última y la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia le pagó, en su tiempo, un viaje de recreo a ese lugar del que ella se muestra satisfecha según los correos que remitió y que están en el archivo.
También, para no quedarse atrás, el caso de los ERES (fraudes encubiertos de políticos andaluces) aumenta en gravedad y surgen más culpables.
En la Comunidad de Madrid, la Fiscalía Anticorrupción investiga comisiones indebidas que recibió González cuando era segundo de Aguirre antes de que ésta se decidiera a firmar un contrato con una empresa privada para descubrir talentos, “porque —lo dijo para justificarse— la política no la considero una profesión sino un medio para ayudar a los ciudadanos y, por lo tanto, tiene un fin que ya llegó”.
Hay otras muchas lindezas más en este perplejo país que espera que pase el protagonismo de las mencionadas para que otras tomen su lugar porque, al parecer, esta popularidad reditúa beneficios, al menos temporalmente.
Por eso, ¡yo me voy a Yucatán…!


