El monto ascendió a 25.5mmdp; nada de qué orgullecernos

Magdalena Galindo

Por primera vez en la historia, la inversión de empresarios mexicanos en el exterior superó la inversión extranjera directa realizada en el país, informó la semana pasada el Banco de México. Y la diferencia no fue pequeña. Mientras los inversionistas extranjeros ingresaron 12 mil 659.4 millones de dólares, los mexicanos invirtieron en otros países 25 mil 596.6 millones de dólares, es decir una cantidad 110% superior, o sea más del doble.

Si bien se trata de un fenómeno que nunca había ocurrido en el país, forma parte de una tendencia que lleva ya más de una década y es la incursión de las grandes corporaciones de América Latina en los mercados extranjeros. Esa tendencia ha sido tan notoria que se ha creado un nuevo término para designar estas corporaciones, y a semejanza de las transnacionales, pero también para distinguirlas de ellas, se les ha llamado las translatinas. En el caso de México, las translatinas más importantes, por supuesto, son Cemex, Bimbo, ICA y en lugar estelar Telmex o cualquiera de los variados nombres de las empresas de Carlos Slim. Hasta ahora, los principales destinos de las translatinas han sido Estados Unidos y los propios países de América Latina.

Por lo general, en los analistas que se refieren a las translatinas se trasluce un leve orgullo (nunca expresado) por comprobar que algunos empresarios latinoamericanos como quien dice han alcanzado el nivel de jugar en las ligas mayores de la acumulación de capital, que es más o menos semejante al que se percibe en los comentaristas cuando se refieren a que el mexicano Carlos Slim aparezca en la lista de la revista Forbes como el hombre más rico del mundo. Desde luego que ni la expansión de las translatinas ni la riqueza de Carlos Slim tienen por qué enorgullecer a nadie, pues son fenómenos que van aparejados con el empobrecimiento y la superexplotación de los trabadores latinoamericanos.

Precisamente de esta movilidad dan cuenta otras cifras de la balanza de pagos que dio a conocer el Banco de México. Por ejemplo, que ingresaron al país 46 mil 639 millones de dólares de capitales llamados golondrinos por su tendencia a emigrar a la menor provocación, que se dedicaron a comprar bonos del gobierno federal. Aquí, al contrario de la inversión directa, el capital extranjero superó con mucho a los dólares que salieron, pues los mexicanos depositaron en el exterior 11 mil 690.3 millones de dólares. Estos cuantiosos movimientos de capitales son una de las manifestaciones de otra tendencia que también expresa la extraordinaria movilidad del capital de nuestros días y que es lo que se ha llamado financierización de la economía internacional.

Los capitales mexicanos, pues, ya juegan en las ligas mayores de la acumulación de capital, pero eso no debe enorgullecernos, porque ese ingreso sólo se debe a que aquí se paga una mayor tasa de interés en los capitales golondrinos, y se obtiene una mayor tasa de ganancia en las empresas, tanto que pueden convertirse en translatinas.