Joaquín Pérez Sánchez

La crisis en Italia sigue sin resolverse y es de tal magnitud que por primera vez un presidente de la República, Giorgio Napolitano, fue reelegido para tratar de encontrar una salida política que, sin embargo, se ve muy lejos.

Los partidos tradicionales apuestan por el aislamiento del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y pactan entre ellos como pueden, pero el escenario de la ingobernabilidad y la inestabilidad de la tercera economía más grande de Europa, sigue latente.

Desde febrero pasado, cuando se realizaron las elecciones parlamentarias que configuraron el actual escenario político, tanto los partidos tradicionales como el emergente M5S, no lograron ponerse de acuerdo para nombrar un jefe de Estado y lo peor de todo es que, obviando el mandato popular de las urnas, se optó nuevamente por una solución pactada, al viejo estilo político.

De esta manera, Napolitano, de 78 años de edad, aceptó el ruego de los líderes de los partidos políticos tradicionales Pier Luigi Bersani del Partido Democrático (PD) y Silvio Berlusconi del Partido de la Libertad (PDL), así como del ex Primer Ministro Mario Monti, para hacer frente a la candidatura de Stefano Rodotá, que impulsó el M5S.

El arreglo de último minuto entre los partidos políticos tradicionales arrojó la reelección de Napolitano por 738 votos, contra 217 de Rodotá, pero el lance supuso la fragmentación del PD y la cancelación de una salida política firme.

El líder del M5S, Beppe Grillo, consideró la reelección de Napolitano como un “pequeño golpe de listillos”. El cómico cuyo movimiento fue el más votado en las pasadas elecciones, ironizó diciendo: “se reunieron con la máxima transparencia: Bersani, Berlusconi, Monti y Napolitano”, para decidir el futuro del país.

Para Grillo, el pacto de los partidos tradicionales “ha sido un intercambio de favores” que robará un año más al país y advirtió que el gobierno que se formará no durará. Asimismo, el representante de la llamada “antipolítica” consideró que mientras en Francia y Grecia surgen los partidos nazis, menos mal que en Italia están los “grillini”. No obstante, advirtió que “estamos sentados sobre una bomba” y “tememos un levantamiento popular”.

En este contexto, el escenario con Napolitano conduciendo un gobierno de “transición” cobra mayor fuerza, pero la actitud de los partidos políticos tradicionales de cerrarse a la posibilidad de una “renovación democrática”, también coloca en el escenario los estallidos sociales.

Por lo pronto habrá que esperar la propuesta que haga Napolitano, así como las iniciativas para los cambios estructurales en el ámbito político y económico, hechos que darán una idea de cuánto tiempo más se alargará la posible renovación política en Italia, que afecta a toda Europa.