Joaquín Pérez Sánchez

Europa sigue en crisis y continúa aplicando su terapia de choque económico que tensa la cuerda social al máximo, sin que se vislumbre una salida viable, por el contrario, resurgen los nacionalismos que buscan una salida fácil, un “retorno” al pasado.

Ahora el escenario espera con expectación, las elecciones alemanas, las cuales marcarán el inicio del siguiente capítulo en este drama que puede acabar en ruptura.
Los ajustes neoliberales en Europa, siguen avanzando, a pesar de la resistencia de grandes sectores sociales.

Protestas, manifestaciones, enfrentamientos, incluso elecciones de personas o personajes que buscan alternativas, han servido de poco para frenar las “reformas estructurales” que los sectores de poder financiero internacional impulsan para “recomponer” el escenario global.
Tras la gran “borrachera neoliberal” de fin de siglo, los factores de poder globales, no pueden ponerse de acuerdo y los sectores emergentes no encuentran cómo cambiar este panorama.

Así, por ejemplo, el mercado mundial se contrae, ya que ahora hay más jugadores que se lo disputan, además de que nadie quiere pagar las “deudas” (entre los poderosos) producto de la economía ficción, por el contrario, se busca socializar las pérdidas.
En este contexto, la economía más poderosa de Europa, impone los criterios neoliberales que la han llevado a liderar la eurozona.

Austeridad y reformas estructurales, hasta que el cuerpo aguante, es decir hasta que los países pobres de Europa ya no puedan. El escenario es catastrófico, recesión, desempleo galopante, desmantelamiento del Estado de bienestar, empobrecimiento de las capas medias, resurgimiento de los nacionalismos y la extrema derecha.
Sin embargo, Alemania impone y sigue adelante. Sus socios, demasiado débiles o quizá convencidos de que alguien tiene que hacer el trabajo sucio, critican en la prensa las medidas, pero en los hechos, las respaldan. Así, no importa que la oposición gane las elecciones, de todas formas se siguen las políticas diseñadas por la “Unión Europea”. Es decir, la democracia es una farsa.

El escenario puede tornarse explosivo, es cierto. Las constantes manifestaciones en Grecia, Portugal, Italia, España y Francia, entre otros países, indican que la tensión está llegando al límite, pero todo mundo espera las elecciones de septiembre en Alemania.

Para algunos analistas, independientemente de quién gane los comicios, (según las encuestas la canciller Angela Merkel sigue adelante), el reacomodo estructural europeo es inevitable y puede llevar al aceleramiento de la “Unión Europea” o al rompimiento. En los hechos ese esquema ya existe, una Europa rica al norte y otra pobre al sur. El desmembramiento en Estados nacionales como anhelan algunos líderes extremistas, es más retórico que viable, todo mundo sabe que la posibilidad de sobrevivir a la globalización impuesta, es suicidio. La política de bloques geoestratégicos cada vez se hace más fuerte.