Por la promiscuidad que invade al Partido Popular
Regino Díaz Redondo
Madrid.- Cuatro veces se entrevistó Luis Bárcenas con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para buscar salida a la promiscuidad que invade al Partido Popular y tapar el fraude que cometió distribuyendo dinero negro entre los dirigentes políticos del partido con el beneplácito del pontevedrés que ahora desgobierna España.
En diversos medios informativos nacionales se trata el asunto con una gran agudeza e independencia. Aunque, poco a poco, son los medios progresistas quienes no sueltan prenda y siguen destapando cloacas en todas partes del territorio nacional.
Rajoy supo siempre que la cúpula del Partido Popular engrosaba sus bolsillos con euros que nunca declaró al fisco. Él mismo aceptó partidas económicas cuando estaba en la oposición y hasta el año pasado ya como gobernarte.
El escándalo adquiere dimensiones impensables al aparecer don Mariano como un receptor más de sobres con dinero negro.
Cantidades que oscilaban entre 10 mil y 20 mil euros se distribuían varias veces al año. Javier Arenas, perdedor de las elecciones en Andalucía, y miembro distinguido de los receptores de estas regalías, estuvo presente en las reuniones que sostuvieron el hoy encarcelado, el tesorero Álvaro Lapuerta y Bárcenas en busca de un camino que detuviese las acusaciones contra los ministros que recibían cantidades importantes de billetes.
Farándula de ilícitos
Los euros que se recibían con agrado por todos los miembros de la cúpula del Partido Popular eran aportaciones hechas por empresarios a cambio de conseguir licitaciones para obras, construcción de centros comerciales, urbanizaciones en áreas prohibidas por la ley y desarrollos turísticos y urbanísticos a todo lo largo de la península.
En medio de esta farándula de ilícitos y de chantaje a funcionarios públicos aparece siempre la figura de Rajoy. Bien como receptor de los sobres o en su papel de intermediario para evitar que este fraude continuase no obstante que él es el principal responsable de los delitos que se cometieron.
En principio, el dinero se recibía a la puerta de la sede del Partido Popular en la calle de Génova y luego el enviado era recibido en distintos despachos de importantes funcionarios con maletines repletos de billetes.
¿Habrá quién todavía piense que el presidente del Gobierno no estaba enterado de un fraude en el que él participaba directamente?
Todos, todos, estaban al tanto. Si alguno se escapa de esta trama es porque estuvo metido en otra como es el caso de la señora Esperanza Aguirre quien se dedicó a privatizar hospitales, manejar Cajas y dar permiso a empresas que ella elegía sin que pasaran por el concurso público que la ley exige.
Es tan flagrante la culpabilidad de casi todos los miembros del Partido Popular que resulta bochornoso que aún no haya dimitido el gobierno encabezado por don Mariano como un gesto mínimo de respeto político a su profesión y a la gente que votó por él y que ahora no lo haría.
Aznar, Pilatos en pequeño, sale ahora con que deben rebajarse los impuestos cuando hace unos días solicitaba vehementemente que subieran hasta el máximo posible.
De este individuo todo puede esperarse con tal de que saque provecho de cualquier asunto que pase por sus manos. Por si alguien no se acuerda, hay que retroceder en el tiempo y señalar que durante la conferencia de las Azores, en la que estuvieron él, Tony Blair y George W. Bush, se acordó el ataque a Irak porque tenía “armas de destrucción masiva”, algo que posteriormente se comprobó que era mentira.
El expresidente del Gobierno, no lo olviden, fue quien originó la burbuja inmobiliaria y el que expuso al país a una posible guerra sin el menor pudor.
La trama Gürtel-Bárcenas-Rajoy-Aznar llegó por fin a la cúspide de las felonías y los chanchullos, los fraudes al fisco y las complicidades que han puesto a quienes mal gobiernan este país en entredicho y propiciaron la burla de que hemos sido víctimas por parte de otras naciones del continente.
Es bochornoso comprobar que Rajoy no haya dimitido aún. Sólo en esta España rota por la avaricia y el cinismo de una minoría se da el caso de que se mantenga al frente del gobierno un presidente que recibía dinero negro indebido y que no lo manifestaba en su declaración anual de impuestos, seguramente porque unos billetes más, pensaría él, a nadie cae mal.
Todavía hay personas que justifican las decisiones oficiales como necesarias porque son producto de un país agobiado por las deudas que dejo José Luis Rodríguez Zapatero. Los que así piensan, o son cómplices de los defraudadores y lavadores de dinero o responden a intereses transnacionales.
Nada debe ya sorprender a un pueblo harto de arbitrariedades y de importamadrismos. La gente continúa con miedo, un miedo que les mantiene en actitud pasiva. Pero cada día son menos los que se resignan a aceptar la situación en que se encuentran las finanzas y la política.
Si la aversión con que se trata a España en Europa y los insultos que nos lanzan duele, es todavía insuficiente para que los ánimos de los españoles pasen de la pasividad a la protesta necesaria.
La Guerra Civil aún es recordada —inclusive por las nuevas generaciones— como un acontecimiento que no puede ni debe repetirse lo que origina la templanza sin respuesta con que recibimos mandobles y heridas sin rechistar.
El papel de los medios
Los medios de comunicación se han portado esta vez con una independencia para muchos impensable, pero cierta. Los principales: El País y El Mundo, han puesto al descubierto todas estas irregularidades y continúan haciéndolo con un valor digno de respeto y de admiración. Desde luego, a veces sale a relucir la animadversión que el primero de ellos tiene hacia Mariano Rajoy y la defensa que hace de Esperanza Aguirre y las genuflexiones que hace El País cuando se trata de defender a la Casa Real.
Hay periódicos como ABC, La Razón y televisoras como La Cope, que deberían retroceder al medioevo para convertirse en los malos de la película.
Por otra parte, los encargados de la economía española difieren casi cotidianamente a la hora de analizar la situación en que nos encontramos.
Cristóbal Montoro habla mucho, se contradice y no hace nada. Luis de Guindos es más razonable, trata de aliviar la carga pero se equivoca tanto que sus errores son infantiles.
Es decir, los dos ministros se encuentran en las Antípodas pero cada uno mirando a diferentes puntos cardinales. Da vergüenza escuchar a Montoro decir que no conoce el asunto económico de mayor actualidad como es el de las 14 parcelas de la infanta Cristina y cuando dice que la adjudicación de esos terrenos se debe a irregularidades cometidas por seis notarios nos pone a llorar.
¡Qué mal andamos de notarios en España!
En un magnífico artículo de Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, se señala que él tuvo cuatro horas de conversación con Bárcenas y que éste le explicó con detalle la forma en que se distribuía el dinero extra entre los miembros del Partido Popular. Ya nadie duda de la culpabilidad de los mencionados y de otros que aún están en el armario.
La tormenta que envuelve a España tendrá consecuencias muy graves —ya comienzan— y afectará, inclusive, a las naciones ricas del continente. Ya nadie está a salvo de las investigaciones que se realizan sobre el movimiento financiero de la Unión Europea.
De este análisis a fondo, si se realiza a fondo, saltarán culpables infinidad de personas que ahora son ejemplo de honestidad.


