DE MICROSCOPIO

Mariano Rajoy

 

 

Siempre habremos visto las mismas

cosas y recordaremos las mismas épocas.

Ramón Gómez de la Serna

 

 

 

 

Regino Díaz Redondo

Madrid.- Se reventó la herida política infectada y la pus hizo metástasis e invadió a todo el Partido Popular, empezando por el jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, quien cayó en el garlito, y el 7 de este mes envió un mensaje a Luis Bárcenas con la siguiente advertencia: “Si hablas, tu mujer irá a la cárcel; si callas, Alberto Ruiz Gallardón será destituido en el último Consejo de Ministro antes de vacaciones, y tu asunto se archivará en septiembre por nulidad”.

En nombre de Rajoy, los encargados de trasladar el mensaje al encarcelado Bárcenas, extesorero del Partido Popular, fueron Javier Iglesias Redondo y Miguel Durán, dos pesos pesados de la judicatura y de los populares.

La noticia cayó como tsunami polar en el país. El enojo y la irritación cambiaron para dar paso a la protesta verbal violenta de toda la oposición y de una gran parte de los españoles.

Fue el diario El Mundo que publicó el 15 una información atribuyendo “a fuentes confiables” la noticia que estalló en manos de la sociedad y sacó de sus casillas a la cúpula del partido del gobierno.

Por su parte, según el mismo diario, Bárcenas contestó que “hasta que me garanticen la libertad, ya nada tengo que hablar”.

Muy irresponsable tendría que ser este periódico si lo que publica como nota principal en sus páginas no tiene una base sólida y no ha sido comprobada con la seriedad que corresponde a un asunto que puede originar la insurrección verbal y hasta física de algunos sectores.

A través de lo que se ha estado dando a conocer, hasta ahora sin desmentir, queda al descubierto que la trama Gürtel es un juego de niños al lado de la desfachatez y el cinismo con que una gran parte en los miembros del gobierno recibió dinero negro, y fue cómplice de operaciones ilegales como las de otorgar licencias para construcción en lugares prohibidos, permitir que muchas instituciones no paguen el IBI y que los funcionarios se hagan ricos a costa del resto de los habitantes de este país.

El sucio charco en que había caído el Partido Popular al principio es ahora un amplio mar de inmundicias que deben salir a la luz pública para que las personas honradas que trabajan como políticos queden a salvo de tal cantidad de graves irregularidades.

A juzgar por el texto mencionado, se trata de “acabar con el ministro de Justicia y poner a otro en su lugar que domestique a la Fiscalía General y a Anticorrupción”.

A Bárcenas se le pidió que atrasara su declaración antes el juez Ruz señalada para el 15 de este mes —que ya pasó al publicarse este artículo— con el fin de cumplir con las promesas que le hicieron.

Políticos vergonzantes

Es impredecible la forma en que, durante los días que precedieron a esta publicación, respondieron las capas sociales de la nación y hasta qué punto trascenderá a una Europa cargada de problemas y ahora con uno más de grandes proporciones.

La Unión Europea toma nota de estas arbitrariedades, las lleva a discusión, cita a reuniones de sus integrantes y emitirá, seguramente, una opinión concreta sobre el asunto.

No se espera que nuestra queridísima troika vaya a tomar el asunto con imparcialidad porque no ha sido su estilo en los últimos cinco años. Más bien, echará leña a la hoguera y buscará cómo perjudicarnos para exigirle aún más y amenazar con medidas drásticas si no se cumple con ello.

Quizá resulte excesivo decirlo, pero más vale advertir que los ciudadanos se echan las manos a la cabeza contra un gobierno corrupto y torpe que nos lleva a la total bancarrota.

La historia de los actuales políticos del Partido Popular es vergonzante. Primero defienden a Bárcenas y dicen que “es inocente” y que ponen la mano en el fuego por él. Dicho esto por Rajoy, María Dolores de Cospedal, Javier Arenas, Esteban González Pons, Cristóbal Montoro, Luis de Guindos y muchos más.

Un día después cambian el chip y, en palabras de don Mariano, Bárcenas “es un delincuente”. Da risa y tristeza comprobar la inestabilidad emocional de estos señores y concretamente del jefe del Gobierno y del miedo que impera dentro de dicha institución política por los fraudes que se cometieron en el pasado y en el presente.

El escándalo ya no puede detenerse. Los actores de esta trama están tan contaminados que desaparecen o infectarán a un mayor número de personas que nada tienen que ver con el desaguisado.

No podía faltar la tibia intervención de Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general de Partido Socialista Obrero Español, quien apuntó con una escueta frase su enojo: “La situación política en España es ya insostenible”.

Las consecuencias de tan incierto panorama nacional serán las que propicien la caída del gobierno que recibirá un golpe mayúsculo. Este acto pasará a los anales de la historia de España como uno de los momentos más escabrosos que se hayan vivido. Pero lo grave está en que no se ve ninguna salida a esta crisis moral y económica. Aguantaremos así unos años, quizá cuatro o cinco más, pero la recuperación nunca alcanzará los niveles de bienestar que tuvimos a finales de los 90 y principios de este siglo.

Eso es desgraciadamente un hecho indiscutible.

Nuestro país tendrá que depender de los demás durante decenios y aunque el espíritu valiente del español puede paliar la mala vida, la gente continuará deprimida y asustada.

Nula credibilidad de Rajoy

El mismo día en que la información anterior salió a la luz, vimos la primera reacción de la televisión pública: se fue a África a ayudar a los pobrecitos que mueren de hambre, recorrió las Canarias para presentar la bonanza de las islas y remató con unas breves declaraciones que se escaparon al control oficial en las que se anunciaba la debacle.

Dejaron que Oscar López, vicesecretario de Organización, hablara de incompatibilidades entre este gobierno y una sociedad responsable, trabajadora y honesta.

La televisión pública, por tanto, comienza a ser un cadáver insepulto.

Recordemos que RTVE es auspiciada y costeada con los impuestos de todos nosotros. Es del pueblo y para el pueblo. O debería serlo, porque ahora es de los informadores del Partido Popular que son todo menos expertos en comunicación.

Entre las promesas que le hicieron a Bárcenas hay que alegar —¡bendito sea Dios!—  la promesa de Rajoy: “Respetar el 25% del dinero que se llevó al extranjero y que asciende a más de 48 millones de euros”.

Don Mariano está escondido en un rincón. Ahora aparecerá en público a presentar su dimisión.

Para los pusilánimes parece que la caída de un gobierno es el desastre, pero no es así. En Italia ha habido desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial hasta ahora, sesenta gobiernos, muchos de los cuales apenas han durado meses, y la economía no se afectó en forma importante.

Deberíamos aprender y considerar que si algún ente público no funciona debe dársele de baja y traer otro que justifique su trabajo, ayude a elevar el nivel de vida, respete a sus compatriotas y no se someta a los designios de la Unión Europea pasando por encima de los intereses del país.

La credibilidad de Rajoy es nula. La gente se burla de él o lo insulta. Algunos ni lo toman en cuenta, pero están embravecidos. Igual pasa con la figura de la mayoría de los ministros de este gobierno.

Un botón muestra nuestra debilidad: la deuda externa alcanza la misma cantidad de miles de millones de euros que el producto interno bruto. Es decir, debemos lo que valemos. O sea, no valemos nada.

Y todavía no despertamos.