Joaquín Pérez Sánchez

La tragedia ferroviaria ocurrida en España, que ha cobrado 79 víctimas mortales, podría tener efectos colaterales en otros componentes del sistema económico, como por ejemplo, perder la oportunidad de ganar el concurso por construir la red de Alta Velocidad más importante hoy en día, que se diputa en Brasil.

El nombre comercial Alta Velocidad Española (AVE) se ha convertido en un referente mundial debido al desarrollo que ha logrado en poco más de dos décadas de funcionamiento; de hecho, España es el país con más kilómetros de alta velocidad por habitante en el mundo (3 mil 100 kilómetros en servicio).

Desde su inauguración en abril de 1992, con la línea Madrid-Sevilla, el AVE se ha convertido en el principal componente exitoso de la estrategia exportadora española, con la llamada Marca España, tan de capa caída en los últimos meses debido a la crisis económica que ha elevado el desempleo a cifras escandalosas.

Sin embargo, la industria ferroviaria no ha dejado de crecer, incluso en plena recesión, por el contrario en el 2012 facturó 4 mil 800 millones de euros, de los cuales más de la mitad (2 mil 800) fueron exportaciones. Las empresas españolas, agrupadas en torno al AVE, ganaron a finales del 2011 el concurso en Arabia Saudita, para el tren de alta velocidad que correrá de Medina a la Meca, contrato por 6 mil 700 millones de euros.

Por eso ahora, después del accidente ocurrido el 24 de julio pasado en las cercanías de Santiago de Compostela y en medio de la tragedia, ha sido imposible que los intereses económicos y políticos dejaran de expresarse, tanto en los medios tradicionales de comunicación, como en las redes sociales, las cuales tuvieron un papel destacado para nutrir de información.

Al cierre de este material se desconoce aún el contenido de las cajas negras del tren siniestrado, además de que faltan los resultados de las investigaciones de peritos y autoridades judiciales. Sin embargo, el maquinista Francisco José Garzón, declaró ante un juez que conducía a exceso de velocidad y ha sido acusado de homicidio imprudencial.

Por su parte, las empresas ferroviarias han tratado de parcializar los hechos, al señalar que el tipo de tren accidentado no es de alta velocidad, ya que sólo alcanza los 200 kilómetros por hora como máximo. Sin embargo, tanto los carros y la locomotora siniestrados corren por vías de alta velocidad.

Para los expertos en el tema, no se puede evadir que existen vulnerabilidades en la seguridad, ya que no puede dejarse en manos de una persona el peso de la responsabilidad de un tren que corre a esas velocidades. De hecho se cuestiona el que no toda la red ferroviaria española tenga los mismos estándares, sobre todo en lo referente a los sistemas de frenado automáticos.

Por lo pronto, faltan muchas preguntas por responder, pero es evidente que los empresarios y el gobierno español están preocupados por los efectos colaterales. El gobierno brasileño sacará a licitación el proyecto de alta velocidad entre Río de Janeiro y Sao Paulo en agosto próximo y el ganador será anunciado en septiembre. Están en juego 13 mil millones de euros. ¿Las autoridades brasileñas considerarán el accidente español?