BELLAS ARTES
La literatura en el cine: Volver a nacer
Mario Saavedra
Entre las muchas películas y versiones cinematográficas en torno a la larga y entreverada guerra de los Balcanes, todavía recuerdo como la más hermosa y conmovedora, circular por lo mostrado en todos sus rubros artísticos y técnicos, Antes de la lluvia, de Milcho Manchevski, de 1994. Después de ese bello y estremecedor gran poema fílmico que enlaza tres distintas historias en derredor de un mismo eje bélico, a partir de un extraordinario guión del mismo autor de la no menos celebrada cinta Cenizas y pólvora que acabó de catapultar la presencia de este realizador macedonio en Occidente, del 2001, lo cierto es que ha habido una avalancha de creaciones más o menos afortunadas sobre el asunto, con la siempre singular excepción de la casi monotemática pero también ya referencial cinematografía de un igualmente paradigmático realizador como lo es el serbio Emir Kusturica, quien entre sus muchos talentosos colaboradores ha contado por otra parte con el notable músico bosnio Goran Bregovic.
A partir de la muy bien documentada y escrita novela La palabra más hermosa, de la también actriz italiana Margaret Mazzantini, su esposo el director e igualmente actor italiano Sergio Castellitto ha realizado el algo entreverado pero no menos interesante drama fílmico Volver a nacer (Venuto al mondo, Italia, España, Croacia, 2012). Protagonizado por la actriz española Penélope Cruz que aquí está en uno de sus mejores papeles, quizá sólo a la altura de lo hecho con Pedro Almodóvar (la acompañan, en los otros protagónicos, Emile Hirsch, Adnan Haskovic y Saadet Aksoy), esta relectura del original literario arriba mencionado muestra sin embargo las habituales deficiencias de aquellas adaptaciones de autor que cojean precisamente por no existir una sana distancia entre dos lenguajes tan diferentes.
Lo que en la novela resulta revelador y hasta sorprendente, sanamente arriesgado, en el terreno cinematográfico se torna en cambio confuso, sin una clara lógica que lo justifique, sobre todo porque hay una línea visual y discursiva a la cual no se puede renunciar sin menoscabo de la veracidad.
Sin embargo, y más allá de inobjetables deficiencias de traslación, de altibajos que no mantienen un mismo nivel a lo largo de todo el filme (el arranque y el cierre son muy superiores al resto), Volver a nacer posee atributos que la ponen por encima de tantas y tantas películas del montón y sin ton ni son que plagan el mercado cinematográfico, entre otros, un complejo drama bien estructurado, la construcción de personajes con una solvencia emocional y ética que los torna sólidos y atractivos, más una puesta en escena valiente y destacada en los más de sus rubros, como por ejemplo su fotografía esteticista y su banda sonora con personalidad propia.
Su sorpresivo y conmovedor eje dramático, en esencia el mismo de su fuente literaria de origen, plantea una variada suma de situaciones y conflictos conmovedores; su historia límite es de ésas que sacuden, que llegan al corazón, y que es más, trascienden ese primer plano emotivo y nos sacan de nuestro centro, en cuanto conflictúan al espectador y éste ya no puede ser el mismo después de verlas. Guardando distancias, en este sentido me recuerda la extraordinaria película franco-canadiense La mujer que cantaba, de Dennis Villenueve, entre otras razones porque ambas cintas ponen al destino como rector implacable, si bien la segunda y mucho más extremista, casi rayando en el nihilismo, con la tragedia griega como estructura dominante de fondo (basada en la soberbia obra dramática Incendios, de Wajdi Mouawad), no plantea escapatoria posible ni esperanza alguna.
Mazzantini y Castellitto emplean el recurso del flashback para referirnos el drama de una mujer que regresa a Sarajevo, dieciséis años después del asedio que sufrió la ciudad durante la cruenta guerra de los Balcanes. Con el tema de la maternidad como leit motiv, Volver a nacer de igual modo contrasta esta obsesiva condición en la protagonista con la ausencia de un padre que el hijo adoptivo tampoco logra conocer en este viaje a sus orígenes. Entonces el pasado y el presente se entrecruzan en este relato alrededor de la guerra fratricida de los Balcanes y la guerra interior de una mujer que regresa tras sus recuerdos y pasado.
Película hecha con suma corrección técnica, Volver a nacer vale la pena ser vista por la honestidad humana con que están tratados tanto sus personajes como la propia historia, de cara a asuntos como el llamado de la maternidad que se trueca en obsesión y la paternidad ausente, el amor y el desamor, la guerra fratricida y sus consecuencias, el destierro y el éxodo, la amistad y el odio, la fidelidad y la intriga, la esperanza y el desánimo, el miedo y el coraje, la filiación y la memoria histórica reciente de una Europa menos civilizada de lo que le gustaría admitir.
Por ésta y otras razones, Volver a nacer, de la creativa pareja Margaret Mazzantini y Sergio Castellitto, y con una Penélope Cruz recordándonos sus mejores momentos, bien merece la pena ser vista y disfrutada, de frente a un devastador conflicto bélico que todavía contrista y mueve conciencias.