¿Fue nazi el PAN?/II y última
Guillermo García Oropeza
En la primera parte de este artículo afirmábamos que sí es posible que el PAN en su primeros años de existencia, el tiempo de la Segunda Guerra Mundial, hubiera sentido atracción por el nazismo, como ciertos periodistas actuales señalan y al parecer con pruebas.
Mi opinión es que la gran y verdadera filiación de este partido fue por la España de Francisco Franco, así como continúa siendo una aliada espiritual de la actual derecha española, la del tal Mariano Rajoy, y si no que se lo pregunten a Felipe Calderón.
Aunque no hay que olvidar que ciertos grupos de la derecha mexicana sí fueron definitivamente admiradores del nazismo, y comienzo con esa famosa mafia política y sobre todo empresarial tapatía conocida como los Tecos, un grupo que lo tiene todo, hasta universidad, y cuyas actividades fueron investigadas, a riesgo de su vida, por Manuel Buendía.
Los Tecos —a los que conozco bien porque en el momento más bajo de mi vida tuve que asistir a su universidad— eran admiradores de Hitler y violentamente antisemitas, pero por encima de todo seguidores de Franco, y sus mejores alumnos terminaban frecuentemente su carrera en el Colegio Mayor de Guadalupe en Madrid.
Los Tecos antisemitas y anticomunistas al llegar la guerra fría lograron seducir a la derecha norteamericana ante la cual se presentaban como una universidad defensora de los valores de la cultura occidental y cristiana, en contraste con las universidades rojillas como la UNAM o la de Buenos Aires, esta postura produjo excelentes ganancias económicas. No quiero seguir con ciertos incidentes de los Tecos, como su curioso pleito con el arzobispo de Guadalajara así como su rechazo por el Vaticano II y su adhesión al lefebrismo y a la misa en latín. Minucias divertidas.
En cambio fue más serio el caso de los sinarquistas que surgieron de la región cristera en torno a Lagos de Moreno y León y que fueron una especie de fascistas de huarache. Entre ellos surge el famoso Salvador Abascal, intelectual ultracatólico que organizó esa curiosidad histórica que es la colonia de María Auxiliadora en Baja California, cuyo objeto, al parecer, era ayudar a los japoneses, entonces en guerra, a instalar una plataforma para un demencial ataque a Estados Unidos.
Este proyecto que merece un Vargas Llosa que nos recree la historia terminó en el fracaso. Abascal se convierte después en el alma de la editorial Tradición que venía a su suplir a Jus, una editorial católica demasiado blanda, y quizá por sus méritos Dios le concede a Salvador Abascal ser el padre de Carlos Abascal, aquél que llevó a la Secretaría de Gobernación el evangelio y el crucifijo. Pero, insisto, el viejo PAN estuvo siempre orgulloso de su tradición y sangre española y recomiendo al lector masoquista (que somos muchos) buscar una joya escrita por don Jesús Guisa y Azevedo llamada Hispanidad y germanismo, editorial Polis, México, 1946.