Pero dijo que no renunciará ni adelantará elecciones
Regino Díaz Redondo
Madrid.- Machucado, vituperado y compungido, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fue acusado de mentiroso, de cobrar dinero sucio de su partido, permitir una contabilidad extra, proteger a Luis Bárcenas, extesorero de Partido Popular durante 20 años e intercambiar mensajes vía celular con él aun después de que éste fue encarcelado por el delito de corrupción.
En una sesión del Congreso de los Diputados que se efectuó en el Senado, el inquilino de La Moncloa manifestó que “no dimitiré porque no soy culpable”, y agregó que “no citaré a elecciones anticipadas” porque esto perjudica la imagen de España en el exterior.
La sesión parlamentaria
Los parlamentarios de la oposición lo llenaron de adjetivos acusatorios y le dejaron en evidencia cuando se negó a contestar el motivo por el que tuvo correspondencia con su amigo Bárcenas, y cuando se le inquirió sobre si el Partido Popular había recibido donaciones ilegales de parte de empresarios para conseguir contratos y concesiones ilegales, porque no participaron en los concursos habituales que se efectúan con dicho fin, lo negó rotundamente.
Con bastante buen aspecto, Rajoy habló durante cincuenta minutos de asuntos que ya había tratado durante su comparecencia en la Junta sobre el Estado de la Nación para no concentrarse en el problema que lo llevó a hablar, con el fin de que explicase a los españoles el motivo de las corrupciones y los sobres con dinero negro que habrían recibido algunos de sus ministros, la cúpula de su partido y él mismo.
Bárcenas, a quien se le descubrieron 23 millones de euros depositados en bancos suizos, pasó de ser su amigo y protegido a convertirse en “un delincuente”, al que no se puede tomar en serio. “Es un renglón escrito al vuelo en un papel arrugado”, señaló refiriéndose a los papeles de Bárcenas que demuestran que obtuvo pagas extras sin que éstas las manifestara en su declaración de impuestos.
Al hablar sobre la posible moción de censura que le hubiese hecho el Partido Socialista si no acudía a la tribuna del Congreso, la calificó de “actitud torticera”.
La reunión fue una de las más importantes ocurridas durante el posfranquismo y denotó que los populares siguen utilizando tretas filo-fascistas para alcanzar el poder y conservarse en él.
Rajoy mintió con alevosía al negar su probada amistad y el respaldo a Bárcenas; hizo mutis cuando Rosa Díez, presidenta de Unión Progreso y Democracia, le lanzó veinte preguntas transparentes, a las que no contestó y se olvidó de explicar a los españoles por qué se daban canonjías, sueldos extras a sus funcionarios mientras los ciudadanos eran despedidos de sus trabajos o les reducían sus salarios.
Por su parte, Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general de Partido Socialista Obrero Español, le espetó: “Márchese, señor Rajoy, porque si no lo hace el problema político alcanzará perfiles nunca antes vistos”.
Aplausos a rabiar de los populares
La doble contabilidad del Partido Popular ha sido reconocida por varios miembros del propio partido durante intervenciones en días pasados y las han justificado como compensaciones por su leal y efectivo trabajo. Lo que sabe, y lo sabe bien Rajoy, es que ninguna de esas partidas extras han sido declaradas a Hacienda por lo que se comete un fraude y es una burla a la gente que reclama estabilidad en el país.
Los diputados populares que tienen mayoría absoluta en el Parlamento aplaudieron a rabiar y constantemente al presidente del Gobierno, y lo interrumpían, inclusive, a mitad de sus frases, para demostrarle su respaldo y complicidad.
Confunde don Mariano la democracia con la supeditación a los controles de la Unión Europea que a través de la troika maneja el país y obliga a su gobierno a tomar medidas aún más radicales y recortes mayores insoportables, para los españoles que circulan de una actitud pasiva a otra de protesta cada vez más agresiva que puede traer consecuencias graves.
Lo malo es que estas dificultades serán para todos y no sólo para el gobierno neoliberal que se ha distanciado de su pueblo y elude responsabilidades sin el menor pudor y con poca, o casi ninguna, inteligencia.
Si no fuese motivo de tristeza, diríamos que Rajoy se atrevió, como parte de su falta de imaginación y de argumentos, a rebatir las acusaciones recibidas, a utilizar una frase de Bertrand Russell: “la calumnia es siempre sencilla e inverosímil”.
No, señor Rajoy, la calumnia es la base fundamental de su intervención y junto a ella viene la mentira que es otro de los fundamentos de su participación en la tribuna.
Tuvo una sola frase necesaria positiva, entre tanto absurdo cuando pomposamente expresó: “Me equivoqué, le di mi confianza a quien no la merecía”. ¡Pero es que usted le dio su confianza a un señor que ya estaba en prisión, señor presidente!
Es muy posible que el discurso de Rajoy lo haya redactado él mismo. No se explica de otra manera la forma soberbia con la que se presentó ante los representantes de la ciudadanía, amén de su monocorde manejo de las pocas ideas que tuvo.
Él no es culpable de su falta de neuronas, pero sí de tapar medidas delictivas cometidas por propia gente sin tomar en cuenta al pueblo que lo eligió, creyendo en él y al que defraudó porque no llevó a cabo ninguna de las promesas que hizo durante su campaña presidencial.
Sí, señor Rajoy, ni una sola de sus promesas se han cumplido. Al contrario, se han cumplido las contrapromesas que es lo que le echa en cara el votante.
Estado de cohecho y no de derecho
Es un usted un cadáver político que mantiene en vilo a 42 millones de personas que habitamos en esta nación, y que no merecen tener como jefe de Gobierno a una persona que jamás ha movido un solo dedo para dictar acuerdos que favorezcan a la clase trabajadora.
Usted, don Mariano, es el representante más fiel de una clase política que comienza su decadencia y de la cual se convierte usted en el principal representante.
La señora Díez le dijo, durante su turno en la tribuna, que “ha confundido el Estado de derecho con el Estado de cohecho”, y que “hizo cultura de la corrupción”.
Cayo Lara, coordinador de Izquierda Unida, lo calificó como “tramposo” y que mantiene su gobierno “a base de mentiras”. Agregó el dirigente de la Izquierda que muchos de sus funcionarios guardaron silencio sobre sus irregularidades porque Bárcenas les pagaba bien.
Reiteradamente, el democrático Rajoy insistió en que no tiene constancia alguna de que su partido haya sido financiado ilegalmente.
Entonces, don Mariano, ¿qué significan las múltiples anotaciones hechas por Bárcenas en la contabilidad B en las que se refiere a donativos ilegales a exministros y expresidentes de comunidades en que gobernaba el Partido Popular?
Hubo un momento en que el presidente del Gobierno pareció sensibilizarse ante las acusaciones graves, y posiblemente la mayoría ciertas, que le hicieron los partidos de oposición. Pero de inmediato volvió a ser el mismo. No tuvo necesidad de contestar las verdades que se oyeron.
Fue Jesús Posadas, presidente del Congreso, quien pidió a los participantes en la comparecencia que cuidaran sus palabras en un afán de evitar que el río de las verdades desbordaran el dique amargo del Partido Popular que no ha hecho más que acatar los ya mencionados intereses multinacionales.
Si algo puede sacarse en claro de esta reunión a la que asistieron 350 periodistas del todo el mundo, es que, por fin, Pérez Rubalcaba asumió el papel que debió jugar desde principio de esta legislatura.
Lo golpeó fuerte y con razón. Le dijo que su actitud con Bárcenas es el comportamiento que tiene un socio con otro. Ni se inmutó el jefe del Gobierno, sentado en su escaño, y oculto entre sus lentes y su rostro deshilachado. Le advirtió el socialista que si no dimite, la crisis dará al traste con al estabilidad en la política y que no puede negar algo que ya conocen todos los españoles.
Además, Pérez Rubalcaba comentó que Rajoy se contradijo al referirse a los asuntos de Estado. Un día, añadió, se refiere a un hombre con el que convivió 20 años, como “resiste, resiste, hago lo que puedo”, y en el otro le da la espalda, lo puñalada y acusa de delincuente.
El juez Pablo Ruz, que lleva el asunto, ha citado a declarar sobre el caso Bárcenas a los exministros Javier Arenas y Francisco Álvarez Cascos y a la secretaria general del Partido Popular y presidenta de la Comunidad de Castilla la Mancha, María Dolores de Cospedal.
Todo indica que el mes próximo el Partido Socialista Obrero Español presentará una moción de censura, apoyado por el 95% de la oposición, en vista de que Rajoy no satisfizo con su discurso a los diputados.
Si el señor Mariano Rajoy Grey no dimite, como parece ser, que se atenga a las consecuencias de un mandato que cuanto más dure más adverso se le presenta y que puede truncarse con actitudes violentas que nadie quiere y esperamos no haya quien las ejerza.
La razón de Estado obliga a Rajoy a irse. Esa razón de Estado que esgrimen los gobiernos contra los periodistas cuando algo no les gusta es la que esgrimen los mismos periodistas para pedirle al pontevedrés que se vaya y se encierre en su despacho privado.