Economía Política
Equivale a Chihuahua, Sonora y Tamaulipas
Magdalena Galindo
Aunque ha recibido menos atención que la privatización de la industria energética que se quiere imponer, el saqueo de los recursos naturales del país por parte de transnacionales extranjeras es igualmente grave.
Durante el sexenio de Vicente Fox se otorgaron 17 mil 629 concesiones para explotaciones mineras que abarcan 30 millones 57 mil 417 hectáreas, y la administración de Felipe Calderón, sólo hasta 2011, había concesionado 8 mil 414 títulos, correspondientes a 21 millones 936 mil 895 hectáreas.
En lo que va del sexenio de Peña Nieto, según el Informe Presidencial, como reportó La Jornada, se han expedido 644 nuevos títulos, con lo cual la superficie otorgada para explotación minera, suma ya más de 51 millones de hectáreas. Esto quiere decir que en los doce años y medio que van desde 2000 hasta ahora se ha otorgado en concesión para explotación minera más de un 26 por ciento del territorio nacional, o lo que es lo mismo, una superficie equivalente al estado de Chihuahua, el más grande del país, sumado con el de Sonora, el segundo más grande, y con Tamaulipas.
Hay que señalar que la mayoría de esas concesiones, que se dan por 50 años, prorrogables a 100, son a favor de empresas extranjeras, y de entre ellas alrededor del 75 por ciento son canadienses.
Esta importancia en la extracción de metales preciosos no resulta un logro de México, pues las empresas que explotan estos yacimientos son mayoritariamente extranjeras, de modo que las ganancias obtenidas con la venta del oro y la plata mexicanos son remitidas finalmente al exterior, sin ningún beneficio para México.
Ciertamente, los trabajadores de las minas son mexicanos y ésta es la única ventaja que generan las empresas extranjeras, pero los salarios son bajos, sin mencionar las duras y peligrosas condiciones de trabajo que padecen los mineros.
Supuestamente, el despojo de los campesinos puede ser compensado con el pago de regalías por la empresa minera, pero el pago, en los pocos casos que se realiza, es exiguo. Sobre todo si se compara con la riqueza que obtienen las empresas. Se calcula, por ejemplo, que en 10 años las empresas canadienses han extraído más oro de las minas mexicanas, que todo el oro que saquearon los españoles durante los tres siglos de la Colonia. Y ahora, como entonces, los saqueadores pretenden contentar a los pueblos originales con cristales de colores.
Las múltiples concesiones mineras de la última década se asemejan a las otorgadas, durante la dictadura de Porfirio Díaz, a las compañías deslindadoras que, con el pretexto de medir terrenos baldíos, despojaban a las comunidades de sus tierras. Ahora, al despojo se suma la devastación, porque la mayoría de las concesiones son explotaciones de las llamadas a cielo abierto, que proceden a dinamitar los cerros y luego separar el metal precioso por medio de cianuro que, por supuesto, acaba envenenando el agua y las tierras.