DE MICROSCOPIO
En una monarquía de duques, condes y marquesas
El presidente El Assad admite tener armas químicas,
pero necesita mil millones de euros y un año para deshacerse de ellas.
Regino Díaz Redondo
Madrid.- En la Ley de Transparencia, el gobierno exenta de controles estrictos —un tanto ambiguos— el Congreso de los Diputados, el Senado, el Banco de España, el Tribunal de Cuentas y el Consejo del Poder Judicial.
Poco más y nos exenta a todos.
¿Por qué no agrega que son muy oscuros los informes sobre movimientos económicos y financieros que aportan el Rey, la Iglesia católica y los capitales españoles de grandes empresas?
Al fisco le queda un trabajo exhaustivo para poner en orden cualquier posible evasión fiscal que se haya efectuado o se intente realizar por parte de cualquier ente político y social que no ha sido inspeccionado con la debida minuciosidad.
Las fundaciones fantasmas (sin ánimo de lucro) y los latifundistas (grandes hacendados) disminuyen el pago a Hacienda mediante triquiñuelas y cochupos contables que, implícitamente, pueden ser contabilidades en b o depósitos de dineros, en paraísos fiscales.
Para los propietarios de centenas o miles de hectáreas, la tierra que poseen es producto de “herencias” que deben respetarse “por tradición”.
Hace poco, Cayetano Martínez de Irujo estuvo en un tris de caer de su cabalgadura. Fue interpelado por un grupo de campesinos que le reclamaba pacíficamente predios que les pertenecían.
Afortunadamente para él, tiró de valor, dialogó con sus detractores y llegó a un acuerdo con ellos. Pero este tipo de conflictos subsisten en España desde hace mucho tiempo —puede decirse que son seculares— y, curiosamente, nunca ha intervenido el gobierno como intermediario y afectado. Si se revisaran los problemas surgidos en el campo, en los pueblos y en las ciudades, el fisco rescataría ingresos mayúsculos y no tendría que ahorrar 3 mil millones de euros para que las pensiones no sufran menoscabo.
En este país, abolengo es sinónimo de monarquía con sus duques, condes y marqueses que titularon a su favor grandes extensiones en épocas pasadas. (Nos recuerda a los caciques mexicanos, como el potosino Gonzalo N. Santos, dueño de medio San Luis Potosí, pero sin su gracia.)
Los nobles no matan, pero tarantan y pagan salarios miserables a los trabajadores, mucho más en estos momentos en que existen una anarquía en el epicentro social de la sociedad española.
La enferma democracia arregló algunas cosas, menos que las indispensables, para evitar protestas generalizadas y mantener una paz enclenque y a veces ficticia que sólo beneficia a los de siempre.
(Hay que reconocer que no hay tiendas de raya ni derechos de pernada. Las primeras fueron sustituidas por los bancos y estas últimas desaparecieron por anacrónicas y demasiado visibles.)
Ahora, se roba al contribuyente de clase media y se mantienen los privilegios a los potentados.
España es un territorio de contradicciones; no hay términos medios. Estamos a la izquierda o a la derecha, pero nunca en medio, no nos vayan a aplastar.
¡Faltaba más!
La mediocridad existe pero la ocultamos con la envidia, el dolor y la soberbia.
La gente se ha vuelto taciturna aunque el carácter ibérico tiende al optimismo y a la risa franca y desinteresada.
El olvido es sólo fachada. En el interior de él se cuecen las habas y los garbanzos; el orgullo se asa en una parrilla alimentada con leña. Los gritos salen de las gargantas hartas de demagogia y de la mentira oficial.
Si escribes la verdad, eres un resentido; si a favor, vendido y mequetrefe al servicio de los barones que mandan.
¿Te atreves a zarandear al pusilánime y a descubrir al cínico? Como no te atreves, eres uno más en ese concierto de una orquesta pobre, con un director esquivo que delega funciones para que sean otros los que sacan los piñones de su cáscara.
Nadie podrá negarme que Mariano Rajoy fue invitado a Fukushima. Los japoneses han descubierto el hilo negro de la burla y el desprecio. Llevan al jefe del Gobierno a que constate que no hay fugas en la planta que originó 27 mil 688 entre muertos y desaparecidos, y lo diga. Sin embargo, la seguridad de esa planta sigue sembrando dudas en la comunidad internacional.
Don Mariano debe aprovechar el momento para no sólo agradecer la deferencia sino también para comentar pública y oficialmente su incertidumbre de que, en cualquier momento, las instalaciones nucleares pueden estallar y originar una catástrofe.
De esta manera, los nipones callarán porque su intención fue que la ciudad perdedora de los Juegos Olímpicos aceptara los atletas y el público en general están a salvo.
Los asiáticos no fueron muy finos y no engañan a nadie. Rajoy, en principio, debió rechazar la deferencia y no ir. Pero si lo hizo debe dejar bien claro que está consciente del peligro.
De otra manera, habremos el hecho el ridículo, como es costumbre en los últimos tiempos.
Octubre se presenta como un mes lleno de actividades dentro y fuera. El ministerio de Justicia propondrá, y lo aprobará el Congreso de los Diputados, una nueva ley penal que endurece el castigo para los subversivos y da facilidades a los ladrones de cuello blanco.
Por si fuera poco, Alberto Ruiz Gallardón no toca ni se refiere en la nueva legislación a las subvenciones a políticos y funcionarios.
Es uno de los pasos que da el Partido Popular en el gobierno para ir quitándole hierro a la acusación formulada contra sus militantes de que recibían sobres con dinero negro como compensación de sus trabajos y que no declararon al fisco.
Quieren los políticos neoliberales que el caso Bárcenas sea un asunto incidental, en un país accidental, de una ciudad atribulada.
Con prosopopeya se habla en la nueva legislación de que ésta regulará los procesos penales y los culpables de cometer irregularidades con impunidad, serán castigados y encarcelados.
Los parlamentarios españoles han dejado de debatir. La mayoría absoluta del Partido Popular lo impide. Cualquier intento para preguntar a don Mariano sobre los asuntos pendientes es rechazado ipso-facto.
Los partidos de oposición se cansan o insisten. Quieren debatir sobre el caso Nóos, los millones de don Luis en Suiza o el dinero recibido por exsecretarios generales de esa organización política. No se lo permiten los votos de la mayoría absoluta.
Así pues, ¿de qué sirve cuestionar a Rajoy si éste está protegido por una impunidad manifiesta?
Tampoco pueden tratarse asuntos relativos al déficit público. Es tabú para doña Soraya Sáenz de Santamaría, en ausencia del presidente que siempre descarga la responsabilidad en ella.
Pero está claro que España no cumplirá con el 6.5% de déficit que le impuso la Unión Europea para finales de este año. Tiene la esperanza de que el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central sean “flexibles” a la hora de reclamar ese porcentaje.
Dígame, doña Ángela, ¿está usted dispuesta a aceptar los números de nuestro gobierno?
No parece, porque una de las primeras frases que dijo la insigne alemana es que “no habrá eurobonos y la política de austeridad continuará con la misma intensidad que antes”.
Lo paradójico, por no decir insultante, es que el gobierno mandó inmediatamente un telegrama de felicitación a la dueña de Europa que incluye obediencia y súplica a la vez.
No puedo abandonar estas líneas sin mencionar una estrofa de Antonio Machado:
Castilla, miserable,
ayer dominadora,
envuelta en harapos,
desprecia cuanto ignora.


