El independentismo ya tiene fecha

Si se aprende a odiar, también puede

aprenderse a amar.

Nelson Mandela

Regino Díaz Redondo

Madrid.- La fecha está dada: 9 de noviembre de 2014. Las preguntas son dos: ¿quiere Cataluña ser un Estado soberano, y, si es así, desea que éste sea independiente?

Y el problema también: ya comenzó la radicalización y el análisis está por verse. El Govern ha contentado a todos y a nadie. Si usted piensa un poco verá que las dos cuestiones se reducen a un simple monosílabo: sí.

Posiblemente Artur Mas y compañía intentan engañar a la gente pero no lo han conseguido. Se felicitan el presidente de la Generalitat, Oriol Junqueras (ERC), y Joan Saura (ICV) de haber llegado a un acuerdo.

Juntos iniciaron una carrera con el despropósito de cesionarse de España que “nos roba y expolia desde hace tres siglos”.

Simultáneamente, se realiza en Barcelona un simposio con el título de España contra Cataluña, en el que se han dicho mil y una lindezas de cómo el monstruo español se ha aprovechado a través de los años de una gente trabajadora y decente.

Como era de esperarse, el presidente del gobierno Mariano Rajoy, en una conferencia de prensa amañada por la Moncloa, manifestó lo obvio: no habrá referéndum ni consulta porque es anticonstitucional. La Carta Magna española precisa con claridad que España es una e indivisible y que a ella pertenecen las 17 comunidades y las dos ciudades autonómicas.

Por lo tanto, el asunto debería cerrarse de inmediato. Pero no. Al contrario, comienzan las discusiones, el estira y afloje, los insultos mutuos y el empecinamiento de un sector catalán que, envuelto en el fanatismo, desea cercenar el país.

Al grave problema de la corrupción y de las medidas antipopulares de este gobierno, hay que añadir ahora este fenómeno importante que significa enfrentar a dos partes del territorio nacional porque así lo quieren un grupo de iluminados. En estos tiempos la división geográfica es la antítesis de la lógica. Los países y las voluntades, las ideologías y las decisiones tienden a globalizarse y no se toman decisiones si no son por parte de entes que representan a un millonario número de ciudadanos.

Querer desgajarse de España sólo cabe en mentes infectadas por una soberanía equívoca y una serie de principios que sólo conducen al fracaso. No hay que olvidar que divide y vencerás es la norma que se utiliza para lograr el triunfo. En este caso, la victoria la obtendrían otras naciones y otros organismos distintos a los ibéricos y caeríamos en un sopor del que no nos levantaríamos en muchas décadas.

Las nubes negras, muy negras han decidido posarse sobre España. Lo más grave es que los protagonistas del independentismo han sembrado la euforia y la ilusión entre la juventud catalana y están dispuestos a utilizarla con el fin de ser un país libre fuera de la UE y de los organismos internacionales. Cataluña sería una nación que, por sí sola, no puede mantenerse política ni financieramente.

A Mariano Rajoy le llueve en su milpa. Esta vez la tensión es altísima. Tiene el jefe del Gobierno que mostrarse rotundo, como lo acaba de hacer, frente a estas tentativas que carecen de sensatez en los momentos que vivimos.

En España jamás se había dado al desasosiego. Nuestra historia está marcada por gobiernos conservadores, monarquías y dictaduras. Al principio, los señores del medioevo conquistaban castillos y se declaraban reyes, hombres fuertes, que defendían un breve espacio del que eran desalojados al poco tiempo.

Ahora, en el siglo XXI, no se concibe que un país como el nuestro con toda su historia, buena y mala, pueda trocearse porque significaría un retroceso inclusive para la Unión Europea que ya ha manifestado su posición frente al independentismo catalán.

Hermann Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, acompañó a Rajoy y manifestó, en la misma reunión, que si llegase la independencia catalana el nuevo país no estaría dentro de la UE.

Si a los catalanes se les pregunta si desean un Estado soberano, responderán afirmativamente. Por lo tanto para la segunda pregunta también tendrán la misma respuesta.

Entonces, ¿para qué jugar con las emociones de la gente, para qué tratar de engañar, por qué tanta floritura si el fin es el mismo? Al menos, a los escoceses se le  hizo una sola pregunta: “¿quiere usted que Escocia sea independiente”?

¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?

La fecha de la convocatoria que puede realizarse, aunque Madrid la considera ilegal, no fue tomada al azar, se realizaría en el mes y día en que se celebran las fiestas nacionales de Cataluña.

¡Qué cinismo o qué casualidad!

No le pida usted a Oriol Junqueras que transija en algo. Vea su foto y deduzca cómo es.

¿Alguien cree que el acuerdo que tomó el trío catalán tiene perfiles nobles e ideológicos dignos de tomarse en cuenta?

Creo que no. Basta con sopesar el alcance de las dos preguntas y el porqué se hicieron dos y no una, como tenían previsto.

Por desgracia, esta situación será aprovechada, sin duda, por nostálgicos ultras de un lado y de otro, para crear más problemas y dificultades al desarrollo de la nación que mal gobierna Rajoy.

Los empresarios no se manifiestan claramente aún; los políticos socialistas, tampoco. Las organizaciones internacionales ven el problema de lejos y esperan acontecimientos, y los españoles, todos los españoles, de norte a sur, o están ajenos a este asunto o no le dan demasiada importancia porque primero hay que comer y vestirse y luego atender asuntos territoriales.

Los hay nostálgicos de la dictadura que sacarán sus banderitas a ondear donde puedan, y podrán en muchas partes porque a río revuelto…

El asunto está inmaduro pero las posiciones comenzarán a conocerse de inmediato. Si la convocatoria se lanza sin el aval de la Constitución Española creará problemas porque es seguro que ganará el sí. Entonces ocurrirán sucesos que mejor es no imaginarlos porque dan escalofrío.

Son pocos los que noblemente se muestran partidarios de la secesión y también muchos los españoles que no la desean. Para conseguir desligarse de España la consulta debe hacerse a todos los españoles que habitan en territorio nacional. Sin ese voto, nada lograrán Artur Mas y su jefe Oriol Junqueras.

Ya se anuncian manifestaciones por parte del PP catalán. Igualmente, Rosa Díez, presidenta de UPyD y Albert Rivera, presidente de Ciutadans, se movilizan para contrarrestar las intenciones de los tres caballeros del rey Sancho.

La posición de los hombres de la cultura es importantísima y debe darse a conocer para que este proceso, sea cual fuese el final, se lleve a cabo dentro de un ambiente de paz y de reflexión y no de violencia callejera.

Español seré, seré español de España, de la España del centro, del sur, del norte y del oeste. Nunca buscaré el enfrenamiento con mis hermanos los catalanes pero sí el distanciamiento con los ilusionistas perversos.

Mi dolor es —alguien lo dijo—  España; me duele mucho.

Recuerdo cuando allá en México, en tono de broma, decíamos al término de una discusión inacabada “yo me voy para Mérida” y todos reíamos. En este momento está en juego la integridad de España. Sin embargo, aunque estoy en contra de la secesión de Cataluña, si sus habitantes quieren salirse de España, que lo hagan, pero que no traten de engañar a nadie.

España es algo más que un pedazo de tierra; tiene muchas cicatrices, arrugas y también aplomo y experiencia. España será España con o sin Cataluña. Sólo me duele, insisto, pensar en que si hay secesión no podré utilizar la ñ para referirme a Cataluña.

Pobre Cataluña en manos de Artur Mas y Oriol Junqueras. Al final el egocentrismo saldrá a relucir y los ocultos templarios tendrán que rendir cuentas a su propia gente.