Joaquín Pérez Sánchez
El escándalo sentimental que persigue al presidente francés Françoise Hollande, se transforma en un elemento más de presión en el escenario político de esa nación y podría constituirse en un componente importante, en momentos en que la credibilidad del mandatario está por los suelos.
Como si se tratara de una telenovela, al escenario de crisis económica y política que vive Francia, se suma ahora el escándalo sentimental por la presunta relación entre Hollande y la actriz Julie Gayet. Según el semanario del corazón Closer, el presidente francés sostiene desde hace varios meses una relación sentimental con la actriz.
Aunque el mandatario francés es soltero, oficialmente se le identifica como pareja sentimental de la periodista Valerie Trieweiler, quien es considerada la “primera dama” o, siendo estrictos, la “primera novia”. De hecho ella vive también en el Palacio del Elíseo y acompaña al mandatario en las ceremonias oficiales.
Los rumores sobre el nuevo romance tienen ya varios meses, pero fue hasta ahora, iniciando el año, con las fotos de Closer que estalló el escándalo. Apenas en diciembre pasado, el mandatario delineó los cambios que se preparaba a hacer en la política económica, algunos de los cuales favorables al sector patronal, como la posible bajada de impuestos y un pacto laboral.
Ahora, el escenario político se nubla con el affaire y las noticias se desvían.
El debate ahora se centra sobre la vida privada del mandatario y el posible cambio de la “primera novia”.
Por lo pronto, tras la revelación amarillista, la periodista Trieweiler, hasta el momento pareja oficial del mandatario, fue hospitalizada por un cuadro depresivo. Al mismo tiempo, una encuesta realizada por el medio Le Journal du Dimanche, informaba que el 77 por ciento de sus encuestados consideraba “un asunto privado” el escándalo amoroso.
De esta manera, este asunto “privado” inundó la prensa nacional e internacional y ahora el affaire Hollande es el tema en Francia.
En la neblina quedaron ocultos los cambios en el programa económico y quizá pasen a segundo término, mientras se dirime sobre los asuntos amorosos del mandatario. Ya veremos si cambiará la percepción de la mayoría sobre la política gubernamental o sólo se trata de ganar tiempo.