BELLAS ARTES
Barítono polaco-mexicano
Mario Saavedra
Conozco y he seguido de cerca desde hace más de dos décadas la carrera del barítono-bajo polaco Leszek Zawadka (Varsovia 1953), quien cumplió cuarenta años de haber debutado en la Ópera de Cámara de su natal Varsovia, y más de treinta de haber llegado a enriquecer, con una persistente labor tanto artística como docente, nuestros quehaceres musical y belcantístico. Águila Azteca en México y Cruz Oficial de la Orden al Mérito en Polonia, ha sido desde su llegada a este país como una especie de agregado cultural honorario de la cultura polaca en México, y en sentido inverso, un auténtico promotor de lo mejor de la nuestra de cara al mundo, porque ésta su segunda patria la lleva igualmente tatuada en lo más profundo de su corazón.
Docencia
Maestro en arte por la Escuela Estatal Superior de Música de Varsovia y maestro de canto por el Conservatorio Nacional Música de México, Leszek Zawadka ha desarrollado una carrera admirable no sólo en los ámbitos artístico y docente en los cuales ha dejado una sostenida huella, en la medida en la que esta vocación férrea se ha extendido con no menores seriedad y compromiso a otros espacios como el social. En este sentido, todo un ejemplo de trabajo y consciencia fue lo por él hecho al frente del Coro de los Niños Cantores del Valle de Chalco, encomiable proyecto que por más de diez años fue modelo de formación integral; no sólo logró un ensamble vocal infantil de ya respetable presencia nacional e internacional, con una nutrida cantidad de conciertos y asistencias operísticas en el ambiente profesional, y una igualmente vasta y ecléctica discografía, sino que consiguió —a contracorriente de la cerrazón y la pequeñez de espíritu de tantos que no hacen nada ni dejan hacer, y que terminaron por obstaculizar tan noble esfuerzo— sacar del fango a muchos niños atrapados en el abismo oscuro de la miseria y ampliarles el panorama de un mejor y más halagüeño porvenir. No en balde se hizo merecedor al reconocimiento Protagonista en Defensa de la Infancia que entrega la UNICEF.
Profesor en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, y titular en la materia de canto en el Conservatorio Nacional de Música por más de treinta años, la carrera profesional del barítono-bajo polaco-mexicano Leszek Zawadka ha cubierto los más diversos repertorios y periodos de los ámbitos belcantístico y liderista, sin desdeñar en su caso la enorme riqueza proveniente de los diferentes acervos tradicionales y populares que identifican a los pueblos, incluida, por supuesto, su lengua materna. Así han visto la luz, para beneplácito de los especialistas pero también del público en general, muchos trabajos suyos que han sido motivo de gozo y espacio de reconocimiento.
Hombre culto y estudioso, siempre propositivo e inquieto, hemos sido testigos de múltiples proyectos artístico-musicales ideados y echados a andar por él, gozosamente interdisciplinarios, sustentados por una consistente investigación y un no menos riguroso trabajo atrás, por el afán creativo y el buen gusto, en el entendido de que la experiencia estética de verdad trasciende los distintos lenguajes y se conecta de múltiples maneras con la vida, porque es otro espacio de la vida concreta, espiritual y/o anímica. Ya sea como intérprete, o como músico o director musical, o como responsable del montaje escénico o productor, puestas suyas como lo hecho en torno a la música y la vida del compositor alemán Kurt Weill (cuando todavía no existía la efervescencia que hoy hay con respecto al autor de La ópera de los tres centavos y su invaluable trabajo con el no menos trascedente dramaturgo Bertolt Brecht, y no aparecían figuras weilltianas como por ejemplo la sensacional Ute Lemper), o su bella versión imaginativa de la ópera bohemia infantil Brundibár de Hans Krása, o su trazo escénico en el estreno de la ópera mexicana Anita de Melesio Morales, ahí quedan para la memoria.
Artista comprometido como pocos
Para celebrar sus cuarenta años de una más que productiva carrera artística, este notable barítono-bajo se dio a la tarea de recuperar, de remasterizar, para beneplácito de sus muchos admiradores, pero también de las nuevas generaciones de melómanos que no tuvieron la oportunidad de ser testigos presenciales, algunas de sus más celebradas apariciones en puestas operísticas y recitales, muchos de ellos a distancia ya considerados verdaderos acontecimientos de nuestros quehaceres belcantístico y musical. Leszek Zawadka, barítono: Cuarenta años cantando recoge auténticos momentos de antología no sólo por cuanto representa en la significativa aportación de un artista comprometido como pocos con respecto a su inaplazable vocación, sino además por el peso específico de los demás creativos e intérpretes involucrados, algunos de ellos considerados hoy ya leyendas de nuestros espectros escénico y musical.
Música antigua, ópera, oratorio, lied y cabaret integran este feliz recorrido de Zawadka por las escenas operística, musical y teatral mexicanas, con nombres protagónicos y a la vez tan distantes y complementarios como los de Juan de la Encina, Alessandro Scarlatti, Wolfgang Amadeus Mozart, Franz Schubert, Gioachino Rossini, Gustav Mahler, Igor Stravinski, Dmitri Shostakovich, Kurt Weill, Carl Orff y Federico Ibarra, en una prueba más que fehaciente del amplio y variado espectro que con solvencia ha cubierto este barítono-bajo. Sin desperdicio alguno, este registro discográfico nos constata, por otra parte, el que el disco físico —a la vez objeto fetiche y espacio de múltiples encuentros creativos— pueda ser además una obra de arte en sí misma, conforme Antonio Suárez le confeccionó un traje a la medida y aporta así un hermoso diseño en el que su enorme talento plástico adquiere igualmente presencia protagónica.
En estos tiempos en que podemos comprar música y libros por Internet, lo cual también es una enorme aportación de la contemporaneidad a la cual sería necio rehuir, un además arte-objeto como el que reviste esta formidable recuperación antológica nos confirma que el disco y el libro físicos seguirán teniendo una buena razón ser, al menos entre los muchos que todavía por fortuna nos resistimos a su muerte y más bien creemos en la posible convivencia de estos dos formatos: el físico y el digital. Una obra circular como este antológico Leszek Zawadka barítono: Cuarenta años cantando, que produjo un artista culto y de oficio como el contratenor Héctor Sosa, y que contó con un trabajo meticuloso y profesional de restauración y mezcla de Bogdan Zawistowski, y el apoyo de instituciones como el FONCA, la Fonoteca Nacional y el INBA (su subdirector, Sergio Ramírez Cárdenas, fue un entusiasta promotor del proyecto), irrumpe en la escena con un contenido y una presentación dignos de encontrar lugar de honor en cualquier discoteca que se precie de vasta y completa.
